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Mujer, tecnología y democracia para el cambio social

OPINIÓN de Federico Mayor Zaragoza.-

Este es el título del Congreso celebrado los días 23 y 24 en la Casa de la Paz y los Derechos Humanos de San Sebastián, organizado conjuntamente por la Fundación Cultura de Paz y la Fundación Cibervoluntarios.

En la inauguración, presidida por el Alcalde Juan Karlos Izagirre, María Silvestre, Directora del Instituto Vasco de la Mujer, destacó la necesidad de seguir atendiendo a la mujer como víctima pero, sobre todo, ponderarla como actora de paz, de serenidad, de conciliación. Yolanda Rueda, Presidenta de la Fundación Cibervoluntarios, destacó la necesidad de que, en el papel fundamental que representan las redes sociales y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación para la libre expresión de todos los ciudadanos, era necesario confiar en las capacidades distintivas de la especie humana y ser, dijo, "ciberoptimistas"

María Teresa Fernández de la Vega, en la conferencia plenaria del Congreso, indicó que, por fin, "las mujeres nos hemos reconocido... y debemos ser implacables con las discriminaciones". Existe, subrayó, la imagen pública secular de "eso no es cosa de mujeres". Creo que fue especialmente certera la siguiente interrogación: "¿Qué habría sucedido, qué descrédito no hubiésemos acumulado si en lugar de producir la crisis Lehman Brothers la hubiera producido Lehman Sisters?". En su comunicación por vídeo, Michelle Bachelet, Directora Ejecutiva de la Institución Naciones Unidas/Mujer, que tan importante papel está ya jugando en la refundación del Sistema de las Naciones Unidas, puso de relieve la influencia femenina en la puesta en práctica, tan apremiante, del multilateralismo democrático.

Han asistido "blogueras" de la "primavera árabe", del Tibet, y otras que, como la siria Razan Ghazzawi, han tenido que remitir sus manifestaciones a través de los canales "expeditos" del ciberespacio, ya que no las han dejado salir físicamente de los países de origen. Todas ellas se hallan en la vanguardia de la gran inflexión que se avecina, de la transición de súbditos silenciosos a ciudadanos capaces de expresar sus opiniones, sus anhelos, sus propuestas, sus disentimientos.

En mi breve intervención mencioné lo importante que había sido para mí la sabiduría de las mujeres africanas, que deben inventar muchas de ellas cada día al amanecer cómo llegar a la puesta del sol, repitiendo que creo que sería un excelente y recíprocamente beneficioso acuerdo para la Unión Europea intercambiar saberes por sabiduría.

También recordé que el Presidente Nelson Mandela me indicó en Pretoria que sólo cuando la mujer -por su inherente respeto a la vida, su mayor capacidad de aplazar la violencia y favorecer la conciliación- tenga un papel relevante en la toma de decisiones a escala local y global será posible sustituir el perverso proverbio de "si quieres la paz, prepara la guerra" por el de "si quieres la paz, ayuda a construirla con tu comportamiento cotidiano". La gran transición de la fuerza a la palabra, el "nuevo comienzo" que puede estar ya cerca, depende en esencia de un mayor protagonismo de la mujer, alejada desde el origen de los tiempos de los escenarios de la gobernación de los pueblos. 

¡La gran transición de la fuerza a la palabra!. En "Mujer, tecnología y democracia para el cambio social", ha quedado claro que gracias a poderse oír, finalmente, la voz de la gente, la voz femenina especialmente, se iluminan ahora los horizontes del mañana.

Tecnologías para difundir valores, para hacer realidad el principio básico de los derechos humanos: la igual dignidad de todos, sin excepciones.

Tecnología para difundir el riesgo, para evitar el miedo, el dogmatismo, el fanatismo, el extremismo...

Tecnología para crear una conciencia global, que nos permita apreciar mejor lo que tenemos y las precariedades ajenas.

Tecnologías para ver los invisibles y, de este modo, contribuir a que los imposibles hoy sean realidades futuras.

Tecnologías para movilizar, para despertar a los adormecidos, a los entumecidos, a los cansados de esperar, a los silenciados y silenciosos, a que sueñen de nuevo, para que no escatimen esfuerzos en demostrar que los cambios radicales tan anhelados son, por fin, factibles.

El por-venir está por-hacer y el papel de la mujer en este proceso es, por primera vez en la historia, crucial.




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