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IU denuncia la "nueva ocurrencia selectiva" del ministro Wert de especializar a los centros para que puedan seleccionar al alumnado y adecuarlo a "su tipología"

EL MERCURIO DIGITAL - ESPAÑA-


IU denuncia la nueva ocurrencia del Ministro de Educación Wert de especializar a los centros, con la excusa de una falsa autonomía, para que puedan seleccionar al alumnado y adecuarlo según “su tipología”, encajándolo así en la supuesta especialización de cada centro. La auténtica autonomía pedagógica lo que pretende es ajustar y adaptar el curriculum y la organización escolar al servicio del éxito escolar de todo el alumnado, personalizando el proceso de aprendizaje en centros con alumnado diverso y diferente, como se da en la vida misma donde convivimos personas diferentes y diversas.

El Ministro de Educación se parece cada vez más a Groucho Marx con su célebre frase de “estos son mis principios; pero si no le gustan, tengo otros”. Principios y criterios que cambia de forma venal, no basándose en ningún argumento educativo ni pedagógico, sino en función del viento que sople. El problema es que actualmente es el Ministro de Educación y no sigue siendo el tertuliano que puede cambiar de opinión de un momento a otro desdiciéndose de lo que acaba de anunciar. Primero fue ampliar el bachillerato a tres años, de lo cual se arrepintió al poco tiempo. Ahora recula de nuevo y da marcha atrás dando otro nuevo bandazo, y donde dijo “digo” dice Diego. Cada vez que hace declaraciones sube la prima de riesgo.

En el anteproyecto Wert exige controlar y recentralizar la parte que se asigna al Estado, dotándole de “un mayor porcentaje a la hora de definir el currículo a impartir”, apostando por un sistema con menos autonomía y menos libertad de enseñanza, apostando por la uniformidad desde un claro enfoque marcado por la agenda ideológica del PP. Mostrando así que no se fía de la autonomía pedagógica del profesorado ni de la autonomía curricular de las comunidades autónomas. Ahora, sin embargo, da marcha atrás y anuncia justamente lo contrario, que "habrá que analizar cómo quedan finalmente los porcentajes curriculares que fijan tanto el estado como las autonomías".

Si por un lado anunciaba que iba centralizar y controlar los contenidos estableciendo en el Art. 6.3 del anteproyecto de la LOMCE que “las administraciones educativas desarrollarán los contenidos comunes y podrán establecer directrices pedagógicas, reconociendo en todo caso cierto grado de autonomía a los centros educativos”, ahora nuevamente recula y dice que dará más autonomía a los propios centros a la hora de diseñar su oferta educativa y especializarse. Pero eso sí, dice que no recula, que es flexible y que es “este tipo de flexibilidad” la que tienen que aprender los centros escolares para que puedan especializarse. Pues apañados vamos.

La nueva ocurrencia de la especialización de centros, en una oferta educativa "a la carta", choca frontalmente con la denuncia reiterada que el Ministro venía haciendo de las 17 ofertas educativas diferentes que se proponían desde cada Comunidad Autónoma. Ahora será una oferta diferente por cada centro educativo. Como además su anteproyecto de reforma educativa ya anticipa que cada centro educativo se podrá especializar por “tipo de alumnado” (Art. 122.4), está claro que la intención del Ministro es facilitar que algunos centros se especializarán en el alumnado brillante, rechazando “por razón de su especialización” a determinado “tipo” de alumnado: inmigrantes, minorías y quienes tienen dificultades de aprendizaje, como viene siendo práctica habitual en buena parte de los centros concertados, tal como muestran las estadísticas oficiales anualmente (el 80% del alumnado migrante y de minorías están en los centros públicos). Wert consagra así “legalmente” la exclusión y selección del alumnado con más necesidades.

Lo más indignante es que utiliza de forma torticera y manipuladora el concepto de autonomía para justificar esta selección. La autonomía pedagógica bien entendida, como reconoce la comunidad científica internacional, pasa por adecuar la dinámica de los centros a las necesidades del alumnado, no al revés como plantea el equipo del Ministro.

No se trata de adecuar al alumnado y seleccionarlo para encajarlo en la especialización del centro, convirtiendo en centros de élite unos y otros en guetos, sino ajustar y adaptar el curriculum y la organización escolar al servicio del éxito escolar de todo el alumnado, personalizando el proceso de aprendizaje en centros con alumnado diverso y diferente, como se da en la vida misma donde convivimos personas diferentes y diversas. No podemos educar a nuestro alumnado en laboratorios especializados, separándolos en función de lo que prejuzgamos que serán sus “talentos”, en vez de adecuar el funcionamiento de los centros y el trabajo pedagógico a las necesidades y capacidades de cada alumno y alumna de nuestro centro, por muy diversos que sean.

Pero en la concepción de un Ministro que masifica las aulas y recorta las horas de tutoría y la orientación, no parece entrar la atención a la diversidad como un principio pedagógico. Lo que hay detrás de esta especialización es la misma ideología neoconservadora y segregadora que en todo el anteproyecto: seleccionar y segregar a aquel alumnado que justamente sería el que más atención educativa precisaría. Reválidas, itinerarios, especialización de centros, rankings, etc., son todas ellas medidas que van en el mismo sentido: excluir a una cierta parte de quienes han sido incluidos en el último medio siglo en la enseñanza obligatoria.

Al menos, con esta vuelta atrás continua de criterios y de propuestas, algo bueno se ha sacado. Recula en la no eliminación directa del Bachillerato artístico, aunque deja la bomba de relojería armada estableciendo que serán los propios centros los que decidan qué materias ofertan a sus alumnos resucitando este Bachillerato en aquellos centros que decidan resucitarlo. Pero con el recorte que están aplicando será difícil esta “resurrección” para los 8.000 alumnos y alumnas que los cursan en los 122 institutos de toda España. También parece que dan marcha atrás en el sinsentido de haber convertido la nueva FP Básica en una vía muerta para el alumnado, impidiéndoles obtener el título de ESO y, en consecuencia, no tener la posibilidad de seguir estudiando en etapas posteriores. Pero siguen dejando otra bomba de relojería armada manteniéndolo como un “itinerario basura”, una vía para aparcar al alumnado con mayores dificultades de aprendizaje a partir de los 15 años y a donde se proponía empujar, en el primer redactado del anteproyecto, a los que tengan una “situación socioeconómica desfavorable”, equiparando pobreza y poca capacidad para el estudio. Toda una declaración de principios.

IU defiende una Enseñanza Pública que garantice el derecho universal a una educacion de calidad en condiciones de igualdad. La autonomía educativa pasa por garantizar asimismo condiciones y recursos suficientes para atender la diversidad del alumnado de cada centro. Por tanto, la flexibilidad curricular y organizativa siempre debe estar al servicio del derecho a aprender con éxito por parte de todos y todas.











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