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PERÚ. El río y el odio desbordados

OPINIÓN de Raúl Wiener.-

Que Susana Villarán tiene mala suerte está fuera ya de toda duda. Y que se precipita para evitar los efectos mediáticos de infortunio agregando el desastre escénico a los problemas materiales es también bastante evidente. Demasiadas explicaciones poco creíbles y sonrisas desubicadas que son aprovechadas por sus enemigos. Claro, ella está intentado cambios de envergadura en un contexto de hostilidad brutal que son para romperle los nervios a cualquiera. He visto algunas de las pintas que e grupo revocador está colocando en zonas populares y lo menos duro que puede leerse es la acusación de “pituca” contra la alcaldesa y de ahí siguen expresiones como “vaga”, “mentirosa”, “rata”, etc.

Varios titulares de estos días van en la misma dirección celebrando el regalo de fin de año del río Rímac que reventó su caudal antes de las fechas normales de recarga y se llevó uno de los muros de la obra de encausamiento de las aguas inundando parte de la construcción que se viene haciendo para hacer un túnel que es un desafío de la ingeniería moderna. La falla que en cualquier otra circunstancia hubiera merecido una preocupación general y una investigación de responsabilidades y un informe técnico para asegurar que no habrán nuevos daños, ha desatado otro desborde de los que ya se creen ganadores de la revocatoria.

Que todas las grandes obras tienen sus riesgos y sus momentos difíciles, y que en el caso específico de los trabajos en el río Rímac hay una empresa privada que responde por la ingeniería y los errores de ejecución, es algo que desaparece del debate. Si se trata de mostrar a la alcaldesa a la que todo le sale mal, no hay tregua ni equilibrio de análisis. Esto además comenzó el primer día de la gestión de Villarán y fue reuniendo todos los resentimientos, miedos y fobias en su contra, como si lo que se tratara es de sancionar el atrevimiento de Susana de ganar las elecciones e intentar ponerle su sello como hace cualquier administración.

Puedo convenir que los ganadores del 2010 han pecado varias veces de soberbia y de creer que ya sabían lo que estaban aprendiendo. Pero mucho más arrogante era el brutal silencio de Castañeda para no consultar con nadie ni escuchar opiniones ajenas, y su manera de actuar como si fuera el dueño de la ciudad. La forma cínica como usaba la Municipalidad para sus fines políticos que incluían su candidatura presidencial, y los oscuros manejos de los recursos económicos. Sin embargo la revocatoria a la que estamos caminando se ha ido convirtiendo en un referéndum a los limeños para saber si hacemos la marcha atrás hacia los tiempos del mudo, impulsados por Marco Turbio y Aldo M, dos modelos de política para la destrucción del otro, o si damos el tiempo necesario para que madure el plan Villarán y después juzgaremos.

El derrumbe del muro en la obra Vía Parque Rímac es una muy mala noticia para la Municipalidad de Lima, pero como en todo hay siempre un lado bueno de as cosas: por ejemplo el diario “Correo” descubrió por fin que había esta obra a la que nunca le había dedicado esta línea. Marco Tulio Gutiérrez recibió a su vez una respuesta a su pregunta para que le digan dónde hay alguna obra. Cierto que ahora han estado celebrando al río porque creen que después del bolondrón ya ganaron la apuesta. Pero que no estén tan seguros, que faltan dos meses y medio.




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