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CHILE. Elecciones y predicciones

OPINIÓN de Álvaro Cuadra.-

Desde el llamado “regreso a la democracia”, la verdad es que no ha sido difícil predecir el resultado de las elecciones presidenciales. Más bien al contrario, el triunfo de Aylwin, Frei fueron casi una obviedad. Quizás el triunfo de Lagos fue más incierto, pero finalmente se impuso la tendencia por estrecho margen. El primer triunfo de la señora Bachelet era, con todo, previsible frente a un candidato de derechas que todavía no encontraba el tono ganador. En la últimas elecciones, la situación se tornó más compleja, pero no por ello menos previsible. El papel de ME-O, sumado a un candidato de escaso atractivo y el desprestigio concertacionista anunciaba un triunfo del actual mandatario.

La situación actual no ha variado tanto, tras un gobierno derechista cuyo desempeño ha sido más bien discreto, la figura de Bachelet se alza de nuevo como la posibilidad cierta de un retorno de la centro-izquierda. Hay que reconocer que la situación del país es distinta a aquella de hace cuatro años, sin embargo, también debemos consignar un cambio en el perfil de la candidata. La ex mandataria viene investida, ahora, por un “aura” cosmopolita y con claras simpatías en diversas capitales del mundo, incluido Washington.

La próxima contienda electoral, entonces, sigue la tradición de resultados altamente previsibles respecto de las candidaturas presidenciales. Aun si consideramos la variable incierta del abstencionismo, es muy difícil una sorpresa en la elección presidencial de este año. A diferencia del voto personalizado que exalta la figura de los presidenciables, la elección parlamentaria muestra una dispersión de fuerzas en tensión. Los vectores que convergen en las presidenciales, tienden a divergir en las parlamentarias

Este paisaje político electoral obliga a los distintos conglomerados a una estrategia muy diferenciada entre las presidenciales y las parlamentarias, pues, en definitiva, la posibilidad de avanzar en reformas significativas o bien mantener el actual estado de cosas se juega, en lo fundamental, en el parlamento. Recordemos que durante casi dos décadas la derecha estuvo fuera del ejecutivo, sin embargo, logró mantener una institucionalidad conservadora, condicionando a cada paso cualquier reforma.

En este sentido se podría afirmar que el derrotero político de los años venideros en Chile se juega, precisamente, en los equilibrios parlamentarios. No es claro que la figura de Bachelet signifique, de buenas a primeras y de manera mecánica, una tendencia equivalente en la dispersión de votos regionales a nivel nacional. De suerte que la previsibilidad de las elecciones presidenciales ponen en evidencia, por contraste, la imprevisibilidad de las elecciones parlamentarias. Al igual que en una obra pictórica, las sutilezas no se resuelven en las figuras sino en el fondo, es allí donde revolotean algunos “cisnes negros” que pudieran darnos más de una sorpresa.




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