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ESPAÑA - Rajoy comparecía, mintió, y se marchó de vacaciones. ¿Y ahora qué?

OPINIÓN de Adolfo Ferrera Martínez.- 02.08.13. 

No merece la pena analizar a fondo la comparecencia trampa de Rajoy en el Senado. Cumplió el protocolo esperado, dedicando más tiempo a hablar de unos supuestos "brotes verdes" de la economía española y de culpar al resto del mundo - jueces, oposición y algunos medios - de establecer una causa general contra el Partido Popular que a hablar sobre su corrupción, la que anida en el seno de su partido. No hay, según Rajoy, financiación ilegal en el partido, ni sobresueldos en negro, y Bárcenas es un "señor" que se aprovechó de un partido honrado. Todo según lo previsto. Quizás el único detalle novedoso fue que el presidente del gobierno reconoció que se había equivocado "al confiar en quien no la merecía". Pero una vez "reconocido" su error ¿dónde está la asunción de responsabilidades políticas? Rajoy sigue los pasos del Borbón: lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir.... pero siguen en sus cargos sin inmutarse.

Miremos hacia adelante. La sesión parlamentaria de hoy, a pesar del interés mediático suscitado, fue una sesión más, con intervenciones previsibles y nada ilusionantes, que ya forma parte del pasado. ¿Y ahora qué hacemos? Esta mañana mientras Rajoy mentía desde la tribuna de oradores del Senado, millones de españoles viajaban hacia su lugar de vacaciones. Esa misma mañana otros tantos millones de españoles menos afortunados no han podido desayunar, incluidos cientos de miles de niños, y habrán salido a la calle a ver si cae algo para comer o cenar. Ni unos ni otros habrán escuchado la comparecencia de Rajoy. Y esto es lo que me preocupa. Da la sensación de que pase lo que pase en el Parlamento o el Senado, hagan lo que hagan las élites políticas e institucionales, se impongan las políticas que se impongan, la población parece vivir al margen de todo ello como si "la política" fuese algo ajeno a todos nosotros, como si "la política" fuese una actividad privada que ejercen unos pocos de la misma forma en que otros se dedican a la arqueología o la orfebrería.No acabamos de entender que de la política dependen nuestras vidas, directamente. ¿Acaso no nos importan nuestras vidas, las vidas de nuestros hijos, no tenemos nada que decir y decidir sobre ellas?

La "política" somos y la debemos hacer nosotros cada día, de forma pública, abierta, en la calle, en los centros de trabajo, en los barrios, en las tertulias, también en las instituciones, en todos sitios y a todas horas. Y ese interés por la actividad política, que debería ser muy visible y mayoritario en estos momentos, es lo que yo no percibo en las calles a pesar del enorme daño que las políticas neoliberales están ocasionando entre las clases más bajas de la población. Es evidente que algo se está moviendo en la sociedad, sería inexplicable que no fuera así en un contexto como este, pero es evidente también que todavía es una minoría la que se moviliza, prácticamente la misma minoría consciente y militante que se ha movilizado siempre. Hace años que hemos abdicado de nuestras obligaciones como ciudadanos, hemos olvidado que somos clase obrera, nos hemos creído que el capitalismo nos haría ricos a todos si éramos obedientes y competíamos egoístamente con el compañero de al lado. Hemos dejado eso que algunos llaman despectivamente "la política" en manos de unas élites que defienden unos intereses que no son los nuestros. Mientras no seamos conscientes de ello y no nos pongamos manos a la obra para cambiarlo - para cambiar el Régimen del 78 - seguiremos por el camino de la miseria, la explotación y el expolio público. Hoy 1 de agosto, cuando corremos el riesgo de que el calor del verano, la desinformación y la apatía nos paralicen aún más, es un buen momento para recordar aquella famosa cita de Bertolt Brecht:

El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.




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