Ir al contenido principal

Están aquí

OPINIÓN de Beatriz Gimeno.- 10.08.13. 

Todos y todas nos hemos preguntado en qué pensaba la gente cuando vivía el ascenso del nazismo; si eran conscientes de que la bestialidad mostrada en sus primeros discursos, y que tantas personas apoyaban y aplaudían, iba a acabar como acabó; todos nos hemos preguntado si la indiferencia o la secreta connivencia de muchos otros incluía la despreocupación ante los asesinatos en masa de millones de seres humanos, o si pensaban que aquello no llegaría a tanto. Muchos nos hemos preguntado por qué los judíos no huyeron a tiempo. ¿Pensaron quizá que cuando les expulsaron de las universidades la cosa quedaría ahí? ¿Cuándo quemaron sus negocios? Y cuando les cosieron una estrella amarilla ¿pensaron que eso sería lo último, que nada podía ser peor?

Yo me pregunto si ya se está repitiendo, si ya está aquí y no lo estamos sabiendo identificar, si las instituciones supuestamente democráticas y la población en general ya estamos mirando para otro lado. Un senador italiano, exministro y vicepresidente del Senado, Roberto Calderoli, compara a la ministra Cécile Kyenge, que es negra, con un orangután. Cada vez que acude a un acto público a la ministra le tiran plátanos y, al parecer, eso no es un delito ni se detiene a nadie. El primer ministro, Enrico Letta, se ha limitado a decir por Twitter que esas palabras son inaceptables. Lo cierto es que no serán tan inaceptables cuando se han aceptado sin mayores problemas. Las palabras de Calderoni sobre la ministra fueron: “Me encantan los animales, los osos, los lobos, como todo el mundo sabe, pero cuando la miro me viene a la cabeza un orangután”. Y a mí cuando miro al vicepresidente del Senado me viene a la cabeza un asesino al que hay que parar antes de que comience a asesinar, pero debo ser la única a la que el ministro le produce esta impresión.

¿Sólo insultos? ¿Sólo Italia? No, por todo el continente crece el racismo, la xenofobia y el odio a los pobres; el fascismo, en definitiva. Ya sabemos que los fascistas de Amanecer Dorado están en el Parlamento griego con sus esvásticas. Uno de sus diputados más famosos es Kassidiaris que se refiere a los inmigrantes como ‘sub humanos’ desde el atril parlamentario y que hace unos meses se lío a golpes en la televisión con dos parlamentarias de izquierdas. Al parecer en Grecia eso no hace que te expulsen del Parlamento. Lo que no es extraño porque las prácticas fascistas están tan arraigadas en ese país que el ministro de Salud de Grecia, del partido Nueva Democracia, ha aprobado hace bien poco un decreto para permitir la detención forzosa de personas para realizarles la prueba del VIH. No confundir al partido Nueva Democracia –partido perfectamente serio y avalado por Bruselas y por los socialistas entre otros- con ese otro partido, Amanecer Dorado, que cualquier día llega al Gobierno, se hace serio y es avalado Bruselas y por lo que quede de los socialistas. El fascismo es contagioso, y me gustaría recordar que este decreto que menciono ya fue aprobado y puesto en práctica justo antes de las elecciones generales de mayo de 2012 por el entonces ministro socialista Andreas Loverdos. Este socialista obligó a decenas de mujeres, muchas de ellas drogadictas, a realizarse las pruebas del VIH. Algunas de ellas dieron positivo en las pruebas y sus datos y fotografías fueron publicadas en internet. A todas ellas se las señaló como prostitutas aunque la mayoría no lo eran (y aunque lo fueran). Y a cuenta de todos estos “delitos” se las encerró en prisión. Allí han estado meses con el democrático cargo de “tentativa de daño corporal”. El triángulo negro de los nazis marcaba a las mujeres que no se dedicaban a lo suyo: casarse y tener hijos. El triángulo negro marcaba a prostitutas, madres solteras, lesbianas, enfermas… Le faltó al socialista Loverdos encargar una señal para que se la cosieran a la vestimenta y por la calle pudieran señalarlas y/o lincharlas. Nadie puso el grito en el cielo en Europa, tampoco por esto.

Podríamos pensar que esto sólo pasa en Grecia ese país en el que Europa ha decidido concentrar todas las miserias humanas o en Italia, país cuyas fascistadas son minimizadas al atribuirlas a un señor del que se vende una imagen cómica como Berlusconi. Pero no, es la misma Europa y el mismo nivel de miseria que emplea la republicana y “socialista” Francia, que ha sido denunciada por la ONG Romeurope con un informe en el que denuncia entre otras cosas “desalojos repetidos, expulsiones, y [restricción del] acceso a los derechos fundamentales [vivienda, sanidad, trabajo, escuela y derechos sociales]” para los gitanos”. El flamante ministro socialista del Interior, Manuel Valls, ha calcado e incluso superado la política de desalojos y expulsiones de su antecesor de derechas, Claude Guéant.

Y todo esto sin hablar del fascismo de aquí, de que tenemos varios concejales directamente fascistas (España 2000) o de que ahora nos estamos dando cuenta de que el franquismo nunca se fue, que está en las instituciones representado por cargos electos del PP. El alcalde de Lugo ha declarado sin complejos: “Los fusilados por Franco se lo merecían”. Y podríamos terminar diciendo que en Rusia se ha abierto la veda para matar a las personas gays y lesbianas y que allí el fascismo institucional ha alcanzado cotas de enorme intensidad.

Es cierto que racismo o fascismo hay siempre, pero si el racismo explícito y criminal está ya en las instituciones, si se manifiesta con tanta desvergüenza, con la seguridad absoluta de que no pasa nada y, es más, con la seguridad de que eso da votos, quizá hemos atravesado una línea roja. ¿No hay nadie, en esta Europa de vergüenza, que le dé a estas cuestiones la importancia que tienen? Pues no parece, porque en esta Europa de los mercaderes que se nos ha impuesto lo único que parece preocupar es proteger los intereses de los poderosos, y eso bien vale unos insultos racistas o unos cuantos asesinatos de gays. Así que sí, además del paro masivo, las desigualdades económicas, la injusticia y el aumento de la pobreza que se dieron en los años 30, no nos falta lo otro: la bestialidad racista y xenófoba, la inhumanidad contra los más vulnerables, la designación de estos como chivo expiatorio para desviar la atención de los efectos de sus políticas. Ya no quedan en Europa judíos bastantes como para odiarles; los gitanos puede que no sean suficiente para calmar a la bestia: ¿Homosexuales? ¿enfermos infecciosos? ¿prostitutas? ¿discapacitados? ¿pobres sin más?

No es una exageración, están aquí, se sientan en los parlamentos y en los gobiernos por toda Europa. La mayoría, no sé si como entonces, vivimos sin darle a esto demasiada importancia, tenemos otros problemas. Y sin embargo yo a veces me pregunto, ¿cómo es posible que los judíos de entonces no se dieran cuenta de lo que se les venía encima? Y después… ¿en qué momento exacto tenemos muchos/as que empezar a preocuparnos? ¿O podemos seguir pensando que eso sólo va a pasarles a los negros o a los gitanos? ¿Es posible una democracia cuando los que gobiernan no son demócratas?


http://beatrizgimeno.es




">


ARCHIVOS

Mostrar más


OTRA INFORMACIÓN ES POSIBLE

Información internacional, derechos humanos, cultura, minorías, mujer, infancia, ecología, ciencia y comunicación

El Mercurio Digital (elmercuriodigital.es) se edita bajo licencia de Creative Commons
©Desde 2002 en internet
Otra información es posible




AI FREE: DIARIO LIBRE DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL