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PANAMÁ - Las futuras batallas de la juventud panameña


*8.11.13. OPINIÓN de Marco A. Gandásegui, h.- El 2 de noviembre pasado el Concejo Municipal de Panamá me invitó a pronunciar el discurso de fondo ante la tumba de los soldados de la independencia. Es una tradición centenaria de la ciudad capital que pretende rescatar la memoria de los héroes de la Patria y, sobre todo, destacar las tareas que nos exigen las generaciones del futuro.

Consideré oportuno invertir el tiempo disponible en tratar de esclarecer cuales son las tareas que le compete a la generación que actualmente dirige el país para salir de la profunda crisis en que se encuentra Panamá. En el acto estaba presente el presidente Ricardo Martinelli, su gabinete, los miembros del Concejo Municipal y un nutrido público.

Para lograr mi objetivo decidí comenzar por reivindicar a los ‘próceres’ de 1903 y, sobre todo, a la generación heroica que encabezó las jornadas de enero de 1964. Fue la audacia de los próceres la que dio pie para que a principios del siglo pasado se fundara la República. A su vez, en 1964 fue el sacrificio generoso de un pueblo – 23 mártires y 400 heridos – lo que señaló el principio del fin de la ocupación militar norteamericana de suelo panameño.

La guerra por la soberanía fue la pieza central en la lucha de varias generaciones panameñas para avanzar con el proyecto de Nación, concebido por jóvenes de fines del siglo XIX y consolidado a mediados del siglo XX. Si en 1903 los comerciantes de la ruta de tránsito lograron romper con Bogotá – mediatizados por el pacto con EEUU – fue en 1964 que la gesta del 9 de enero, encabezada por la juventud panameña, sentó las bases para finiquitar la presencia neo-colonial de Washington.

Destacamos cómo a los llamados próceres se les disminuye en su papel histórico. Igualmente, cómo se mancillan los sacrificios de quienes lucharon y sacrificaron sus vidas el 9 de enero. Con los soldados de la independencia a mis espaldas y los héroes del 9 de enero a mi diestra, le señalé a los presentes que “siempre hay una forma de torcer los hechos para servir propósitos egoístas. En la actualidad, todavía reprimimos a los estudiantes. Subordinamos a las mujeres. Condenamos al campesino-indígena a la servidumbre en sus propias tierras”.

Subrayamos la falta de una cultura democrática en nuestro medio. A pesar de los avances realizados por el pueblo, todavía hay una oligarquía que cree que el país es su hacienda. El progreso ha sido lento. “No fue hasta diez años después de la independencia con Porras rodeado de una generación más joven de panameños, que emerge la cuestión de la democracia, de la soberanía y de la Nación como asuntos de Estado. Una generación más tarde Arnulfo Arias echaría las bases de una nacionalidad aún imperfecta con su discurso fogoso que capturó la imaginación de los panameños más humildes. La siguiente generación fue encabezada por Omar Torrijos que negoció la eliminación de la Zona del Canal, la evacuación de las tropas militares extranjeras y la entrega del Canal de Panamá. Torrijos se empinaba sobre esa gloriosa generación que encabezó la gesta del 9 de enero de 1964”.

A pesar de ese progreso, aún enfrentamos una “crisis de identidad, de objetivos, de proyecto. El crecimiento espectacular de la economía a principios del siglo XXI, resultado de la ampliación del Canal y los reajustes a escala global, han generado nuevas riquezas, concentradas en muy pocas manos”. Enfrentamos grandes desafíos, igual que los próceres, igual que los caídos el 9 de enero. Le aseguramos a los presentes “que igual que en el pasado, surgirá una nueva generación que sabrá dar un paso significativo hacia la democracia anhelada, que continuará perfeccionando nuestra soberanía y seguirá construyendo el proyecto de Nación”.

El diario La Prensa, vocero de los capitales más concentrados de Panamá, que nunca ha suscrito el proyecto de Nación de los panameños, tergiversó el acto celebrado en conmemoración de los soldados de la independencia. Pretendió convertir mis palabras en una arenga partidaria. Perdiendo el sentido de las proporciones confundió al Partido Revolucionario Democrático (PRD) con el alpinismo generacional iniciado a mediados del siglo XIX.

En mi discurso fui claro cuando señalé que el 9 de enero hubo un solo héroe: el pueblo panameño. Si La Prensa cree que el héroe es una persona o un partido político está muy equivocado. Con más razón, está muy equivocada si cree que quien pronunció ese discurso suscribe la ideología, egoísta y personalista, propia de quienes dirigen sus páginas.

Hay muchas luchas que aún tiene que librar nuestro pueblo y su juventud. La principal guerra que libramos los panameños es por nuestro proyecto de Nación, aún inconcluso. Sacamos las estacas clavadas en nuestro territorio, a pesar de la oposición oligárquica. Ahora corresponde dar la batalla por nuestra soberanía social y económica. A pesar de que los próceres navegaban en la incertidumbre, su audacia nos legó la República. Hoy nuestra juventud sabe qué país quieren los panameños. “Continuemos siendo audaces como los próceres pero con un destino claro y preciso – y una nueva dosis de audacia - como la juventud de enero de 1964”.



*Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA)






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