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Aissami Abdou: “MSF estuvo presente en Ansongo durante la crisis y por eso la población aprecia nuestro trabajo”

“A día de hoy no podemos hablar de una situación de guerra abierta, pero sí de grupos rebeldes que intentan seguir con ataques asimétricos, como ataques suicidas. La población sigue teniendo un acceso a la salud muy limitado, y hay constantes enfrentamientos entre diferentes comunidades en la zona, por eso nuestra presencia allí sigue siendo muy pertinente”

•elmercuriodigital ▫ Ansongo es una de las cuatro divisiones administrativas de la región de Gao, en el norte de Mali. Aunque el difícil conseguir datos fiables, se estima que 146.000 personas viven en esta área, 30.000 de ellas en Ansongo ciudad. Situada en la orilla izquierda del río Níger, por Ansongo pasa la carretera que une Niamey y Gao, una de las pocas buenas vías en esta zona.

MSF empezó a trabajar en Ansongo en septiembre de 2012, nueve meses después de que el conflicto estallara en el norte del país entre las fuerzas de seguridad y los grupos Tuaregs e islamistas. En ese momento, las autoridades de la zona se refugiaron en el sur del país, el personal sanitario huyó de la violencia, y el sistema de salud se colapsó.
Aissami Abdou © MSF

La situación cambió a principios de 2013. Con la ofensiva militar lanzada por las fuerzas armadas francesas, chadianas y malienses, los grupos de la oposición armada huyeron de las principales ciudades que controlaban en el norte (Tombuctú, Kidal y Gao, y también Ansongo). En abril, se desplegó sobre la zona la Misión de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA) y se celebraron elecciones generales en julio.

Aissami Abdou, epidemiólogo nigerino, ha coordinado durante los últimos seis meses el proyecto que MSF lleva a cabo en Ansongo, en el norte de Mali. Al acabar su misión, repasa la experiencia y explica las dificultades del su trabajo en este contexto.

“A día de hoy no podemos hablar de una situación de guerra abierta, pero sí de grupos rebeldes que intentan seguir con ataques asimétricos, como ataques suicidas. La población sigue teniendo un acceso a la salud muy limitado, y hay constantes enfrentamientos entre diferentes comunidades en la zona, por eso nuestra presencia allí sigue siendo muy pertinente”.

Actualmente, MSF trabaja en el hospital de referencia de Ansongo, un centro con 31 camas. El pasado febrero, el equipo de MSF realizó más de 4.900 consultas externas. Además, 302 pacientes ingresaron en el hospital y 25 de ellos tuvieron que ser referidos a Gao para recibir tratamiento más especializado. En la maternidad, hubo 432 consultas prenatales y se atendieron 46 partos, con cuatro cesáreas.

“No hay un perfil epidemiológico específico en Ansongo. Las patologías que más tratamos son la malaria, infecciones respiratorias y problemas gastrointestinales. La principal necesidad de la población en la zona es precisamente está atención sanitaria básica. Si no fuera por nuestra presencia, ni siquiera las mujeres embarazadas tendrían una buena asistencia durante el parto.

Por otra parte, el sistema de salud en el norte de Mali debe hacer frente a la falta recursos humanos, infraestructuras y medicamentos; y la población tiene que pagar para recibir atención médica. Hay que tener en cuenta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó la 'Iniciativa Bamako', donde la comunidad participa en el coste del sistema de salud, en Mali. Se suponía que era un modelo de gestión pero con la crisis, el sistema se colapsó”.

A mediados de marzo hubo un brote de sarampión en Ansongo. Entre los objetivos de MSF en el norte de Mali está la respuesta a este tipo de emergencias, sin embargo, debido a los problemas de seguridad, MSF no pudo hacerse cargo de la campaña de vacunación.

“El Ministerio de Salud pidió oficialmente ayuda a MSF ya que somos una de las pocas organizaciones internacionales allí. Les dimos formación y apoyo logístico para el transporte y la cadena de frío. La campaña se hizo pero desafortunadamente, la cobertura fue extremadamente baja. Ya antes de la crisis de 2013, el norte de Mali era una zona olvidada para las actividades de vacunación rutinaria.

Además de los brotes epidémicos, MSF está preparada para responder a los picos de violencia. El pasado febrero, MSF trató a nueve heridos de bala en el hospital de Ansango. 30 personas más murieron en los enfrentamientos entre peuls y touregs, dos comunidades nómadas que han combatido históricamente por temas de ganado y que habitan en las inmediaciones de la ciudad de Ansongo. MSF dio la primera atención médica a los heridos que fueron trasladados al hospital de Gao, donde se pueden hacer radiografías y cirugías mayores.

“Cuando recibimos estos heridos, decidimos ir hasta Tin-Hama, un pueblo a unos 60 kilómetros al este de Ansongo, para comprobar si más personas necesitaban atención médica. Al llegar, nos explicaron que algunos heridos decidieron ir hasta la Níger, a unos 100 kilómetros, para buscar asistencia médica, y que la comunidad peul se había ido todavía más lejos, donde ya no podíamos llegar.

En Tin-Hama encontramos a un niño menor de 2 años, con malaria cerebral aguda, a punto de morir. Nuestro médico le dio una primera asistencia y lo llevamos al hospital de Ansongo. Fue difícil convencer a la familia que tenían que acompañarnos al hospital siendo nómadas y también convencer al ejército en la entrada a la ciudad de Ansongo que la familia debía entrar porque tenían que ir al hospital. Pero finalmente lo conseguimos, y al poco tiempo el niño se recuperó. Sin duda, valió la pena nuestro viaje a Tin-Hama porque ese día salvamos la vida de este niño de 2 años”.

La crisis de 2012, exacerbó las diferencias entre las diferentes comunidades tanto en el norte, como entre el norte y sur del país.

“Para la mayor parte de la población en esta región, la crisis fue un momento muy difícil, donde se sintieron abandonados. MSF estuvo presente en Ansongo durante la crisis y por eso la población aprecia nuestro trabajo”.




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