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“Marechal podría ser un autor más y mejor leído de lo que es”

María Rosa Lojo: “Toda la obra marechaliana tiene que ver con la búsqueda de la identidad de los personajes, que tratan de conocer su verdadero rostro y su misión en el mundo”

Entrevista a la escritora e investigadora 

•elmercuriodigital ▫ Juan Ciucci (agenciapacourondo).-
APU: Participó del coloquio Leopoldo Marechal o la fundación de la literatura argentina moderna en Alemania. ¿Cómo fue esa experiencia?


María Rosa Lojo: El coloquio en Jena fue un hito, realmente creo que es el coloquio internacional más importante que hasta el momento se le ha dedicado a la obra de Marechal. Y se hace fuera de la Argentina, en Alemania, cosa que no está nada mal, me parece un centro cultural importantísimo, pero nos incita a los argentinos a ver qué podemos hacer nosotros y a revisar una posible agenda marechaliana. Creo que, si bien Marechal no ha dejado de ser un autor conocido, si bien está presente institucionalmente, podría ser un autor más leído de lo que es y también mejor leído.

A que sea mejor leído contribuirán las ediciones y la batería crítica que se produzca en el futuro, además de la que ya se ha producido, que es bastante rica. Justamente, en el Congreso de Jena se presentó una antología de la crítica, que no es exhaustiva, pero pretende dar un panorama de buena parte de lo que se ha escrito sobre Marechal; su compilador es Ernesto Sierra, que es un profesor cubano, y la publicó Casa de las Américas. Esta obra permite apreciar la variedad de la bibliografía existente sobre Marechal en diferentes países y la multiplicidad de enfoques y metodologías. Se sigue produciendo crítica, eso no ha acabado con este coloquio. Hay generaciones de estudiosos más jóvenes que se ocupan de la obra de Marechal y tienen proyectos a futuro sobre ella.

Por otro lado, la Fundación Leopoldo Marechal en este momento dispone de manuscritos muy importantes de las obras publicadas, algunas fundamentales, como El banquete de Severo Arcángelo o Megafón, o la guerra. Con estos manuscritos, sería posible hacer ediciones críticas y crítico-genéticas de las obras. Esto es algo que como investigadora y directora de equipos de investigación me interesaría poder llevar a cabo, y sé que otros colegas académicos también están muy interesados en esto. El mismo Javier de Navascués, que es el editor de Adán Buenosaires en la colección de ediciones críticas que dirijo, es uno de los candidatos para ocuparse de Megafón, o la guerra, por ejemplo. Y luego hay producción inédita que aún no se conoce, mucha producción teatral, que se fue después publicando parcialmente. Por ejemplo, en el Congreso de Jena se presentó una obra editada para bibliófilos, la hizo una pequeña editorial española (cuyos dueños son argentinos) con muy poca tirada, en una caja artesanal exquisita: la obra es Alíjerandro (que significa, según la etimología griega, el hombre alado o con alas). Pero faltan todavía ediciones para el gran público de las obras inéditas y ediciones críticas de las obras que sí se publicaron: Don Juan, Antígona Vélez. Podrían perfectamente convivir esas ediciones artesanales, las ediciones críticas y nuevas ediciones de divulgación. Incluso otra área que se podría cubrir es la difusión de la obra de Marechal a nivel de la enseñanza media, en las escuelas. Eso como plan a largo plazo.

APU: ¿Cuál fue la influencia de Marechal en su época?

MRL: Como escritora, su obra ha sido para mí una referencia permanente y creo que para otros también, no soy para nada la única en este sentido. Incluso uno de los proyectos de la Doctora Claudia Hammerschmidt, quien organizó este coloquio de Jena, pasa justamente por ahí, por seguir el recorrido, la proyección que ha tenido la obra de Marechal en la literatura argentina, entre sus contemporáneos y en la actualidad. Era un autor muy bien instalado en el campo intelectual de su momento, en la vanguardia, fue gran amigo de Borges, de Oliverio Girondo, también de Scalabrini Ortiz en su juventud. Después hubo una ruptura generacional importante que ocurrió con el justicialismo, porque mientras Marechal tuvo una posición de adhesión al justicialismo y de compromiso, la mayor parte de esa generación de artistas e intelectuales se opuso (salvo algunas excepciones, como Scalabrini Ortiz). Todo eso quebró mucho la unidad de ese grupo literario, que además compartía, incluso en su juventud, ideales políticos. Porque Marechal era vicepresidente y Borges presidente del Comité de Jóvenes Intelectuales Yrigoyenistas, algo que se ha escrito y se ha dicho, pero que no todo el mundo sabe. Después, con el peronismo, viene una gran ruptura que contribuyó mucho para apartar a Marechal del resto de su generación hasta convertirlo casi en un paria, en un autor del que no se hablaba. Incluso el Adán Buenosayres, al margen de algunas excepciones como Cortázar, Graciela Maturo, Adolfo Pietro y Noé Jitrik, no fue una obra con gran recepción crítica, ni con una recepción crítica buena. En la revista Sur aparece una crítica bastante desdeñosa.

Esto creo que se explica por diversas razones, las políticas sin duda pesaron mucho, pero también hay que considerar razones de comprensión estética; tal vez no estaba preparado el horizonte, el campo cultural de ese momento, para entender el Adán Buenosayres. Es una obra que resulta chocante, una obra desmesurada, extraña, caudalosa, donde aparece el lenguaje coloquial de diversos grupos étnicos de la inmigración, como en una gran mezcladora. En parte, esto podría verse como la realización literaria de esa “panlengua” (lengua total) que soñaba Xul Solar, quien también tardó mucho en ser reconocido plenamente en toda su dimensión, aunque hoy en día es un artista apreciadísimo en todo el mundo. Él y Macedonio Fernández fueron pilares para los jóvenes de la generación vanguardista; y Marechal está muy vinculado con Xul Solar en cuanto a su visión estética. El Infierno situado en el entonces periférico barrio de Saavedra, que aparece en la novela, está en relación absolutamente directa con la figura de Xul Solar, más o menos travestido en el astrólogo Schultze. En realidad Schultz era verdaderamente el apellido de Xul Solar, que se llamaba Alejandro Schulz Solari y firmaba Xul Solar. Las invenciones extrañas de Xul Solar, su percepción futurista, su perspectiva antroposófica, su pasión por la astrología: todo eso está en el Adán Buenosayres.

La novela presenta una ciudad que es, a la vez, la ciudad de la vanguardia y de los inmigrantes, pero también es la visión de una ciudad futura y de otro mundo posible. Todo eso se encuentra en este libro, que encarna exitosamente la concepción de una “novela total”. Es una de las grandes novelas latinoamericanas con la aspiración lograda de convertirse en un microcosmos. También está eso en otros autores como los del “boom” latinoamericano, si bien Marechal no quedó incluido en él. Está en Ernesto Sábato esta idea de la novela, la voluntad de que sea en sí misma un universo que explore todas las zonas de la existencia humana. El Adán lo hace en muy diversos planos. También es un testamento y, aunque parezca contradictorio, es una declaración de vida de la vanguardia, porque, si bien el joven poeta Adán Buenoayres muere en la obra, y de alguna manera eso simboliza el fin de la vanguardia y el fin de la juventud, sin embargo, la misma novela es una obra con perfil de vanguardia y  Marechal nunca dejó de ser un vanguardista. Es un autor que se dio el lujo de experimentar siempre, con poemas bastante extraños, como El poema de robot, el Heptámeron, que es todo un tratado de poética muy original. Fue alguien en estado de transformación permanente, del lenguaje sin duda, y esto lo emparienta de manera especial con Oliverio Girondo. Quizá por eso él, en Cuadernos de navegación, dice de sus compañeros de juventud que la mayoría de ellos han envejecido y que están apretando su ramita de laurel entre las manos para que nadie se la quite. Salvo una excepción y ahí menciona a otro gran poeta: Oliverio Girondo, que era también un experimentador a ultranza que siguió siendo fiel a esa formación de vanguardia, que en Marechal no está reñida con sus convicciones religiosas.

No porque Marechal fuera un hombre de fe, que lo fue siempre, hay que considerarlo como encerrado en una dogmática clausurada hacia otras dimensiones, porque seguía siendo muy abierto en el tema artístico y en el tema espiritual también. Hay una veta mística en su obra que lo sitúa en una dimensión que nada tiene que ver con el catecismo. Pero desde algunos sectores se han establecido clichés sobre Marechal que no condicen con la complejidad y con lo proteico de su obra. Una obra variadísima, que tiene expresiones en todos los géneros: teatro, poesía, ensayo, las novelas que conocemos, relatos breves. Hay además mucho material inédito que, insisto, está en manos de la Fundación y a la espera de los recursos para que se lo pueda catalogar y volver a publicar lo que está publicado o publicar aquello que jamás se dio a conocer.

APU: ¿Cómo fue esa apreciación del Adan Buenosayres?


MRL: Sin duda Marechal es visto como un verdadero innovador. Es un autor que logra llevar a la novela muchas aspiraciones de la vanguardia y es uno de los primeros que lo hace. Por eso a Cortázar le parece tan diferente el lenguaje de la novelística marechaliana, la calle que irrumpe en los textos, la desmesura. Hay cosas, de todas maneras, que a él no le terminan de cerrar como El cuaderno de tapas azules, que para mí sí forma parte integral de la obra. También se criticó el Informe sobre ciegos en Sobre héroes y tumbas, pero ambos textos tienen absolutamente que ver con las novelas en las que se insertan. Son novelas de muy largo aliento, tardaron mucho en ser escritas, para todo hay una razón en esos libros, no hay cabos sueltos. La impresión que produjo el Adán Buenosayres fue una correntada de aire fresco, que venía a movilizar, a barrer con muchas de las formas narrativas al uso (más cuidadas en un sentido de “homogeneidad”, y de “mejores modales”). Roberto Arlt fue otro de los lectores marechalianos de primera hora. Si bien no escribió una crítica del Adán Buenosayres, fue su compañero de lides periodísticas y era un admirador de Marechal y de su poesía, en particular. También Mujica Láinez; aunque se distanciaron un tiempo por cuestiones políticas, Mujica admiraba la obra de Marechal.


APU: Una de las características que uno puede apreciar en su obra es la aparición del humor, la ironía, que muchas veces también estaba (o está) mal vista.


MRL: El humor de Marechal es desopilante. Hay mucho de carnavalesco en su obra; por eso se lo ha estudiado desde la perspectiva de Bajtín justamente, porque es el mundo al revés, la ética y la estética del carnaval, de la risa, la apelación al cuerpo. Marechal no solamente es el poeta neoplatónico de El cuaderno de tapas azules, también es el poeta de la calle, es el poeta del ser humano totalmente imperfecto, risible, grotesco. Pero al que no se deja de mirar por eso con piedad, una piedad que tiene su mordacidad, sin duda, y se dirige muchas veces contra el mismo alter ego del autor, contra Adán Buenoayres, que también es visto de manera crítica en el mismo libro. No es solamente una ironía sobre sus compañeros de generación sino que la ironía vuelve sobre sí, sobre el propio Adán. En el caso de todo el juicio a la estética vanguardista que se realiza en “el Infierno”, es un pseudo juicio porque sirve para destacar la originalidad y la condición de ruptura que tenían esas metáforas escandalosas justamente porque “correlacionaban lejanías”, como decía Borges. Por eso les parecían tan extravagantes, tan inaceptables a algunos lectores y ahí se citan las propias metáforas del libro juvenil de Marechal Días como flechas, que es un libro totalmente vanguardista. Y hay referencias a las innovaciones que Borges introduce dentro de la poesía argentina; en forma de crítica, sí, pero es una crítica que las pone en valor, muestra por qué estos jóvenes fueron revulsivos en el ámbito del arte argentino. Aparte, hay que ver quién les hace las críticas: el poeta de las metáforas pedestres, el petizo con túnica, son personajes graciosos también, que no están en un gran lugar de autoridad. Schultze es un poco el demiurgo que está viendo cómo juegan sus criaturas.

APU: ¿Cómo analiza que influyen en la lectura de su obra sus opciones religiosas, políticas?

MRL: Muchas veces creo que influyeron para cerrar su lectura. Más allá de las excelentes lecturas críticas que ya se han hecho, hay a lo mejor otros estudiosos que no se han llegado a acercar a la obra de Marechal por prejuicios en uno u otro sentido. Algunos porque, al considerarlo un escritor creyente, asocian que el ser creyente implica, de alguna manera ineludible, una clausura semántica de la obra. También, en su momento (ahora creo que ya no es así), pero en su momento, el hecho de ser un autor con un compromiso político desalentaba a la crítica, al menos según las convicciones que el crítico profesara. Hoy creo que eso ya es un obstáculo superado. Lo que todavía puede llegar a incidir a lo mejor es la condición de creyente de Marechal, que para mí no tiene que ver con cerrar las obras a la múltiple interpretación. Él era un escritor muy sabio en ese sentido, y no produjo textos catequísticos, planos, son textos de una enorme densidad polisémica. Y por ese lado, corresponde leerlo, porque él dejó sus obras abiertas a la interpretación múltiple.

APU: Antes mencionaba que han realizado una edición crítica nueva de Adán Buenosayres. ¿De qué trata ese proyecto?.


MRL: La edición forma parte de un plan de ediciones críticas de literatura argentina, en una colección nueva, fundada en el 2011. Yo soy la directora general de esa colección que se llama EALA: Ediciones críticas de literatura argentina. Siglos XIX y XX (Editorial Corregidor) y el co-director es Jorge Bracamonte, los dos somos investigadores del CONICET, él se dedica al sector de Siglo XX dentro de la Colección.

No es que Adán Buenosayres no haya sido antes objeto de ediciones críticas, sí lo fue. Se hizo una edición crítico-genética anterior a la nuestra, publicada por la prestigiosa colección Archivos de la UNESCO. Pero en ese momento no se disponía de la totalidad de los manuscritos del Adán Buenosayres, cosa que sí ocurre hoy. Nuestro editor de EALA, Javier de Navascués, pudo contar prácticamente con todos ellos. Por eso es la edición crítico–genética más completa que existe. En este tipo de ediciones no solamente se hace lo que es de rigor en las ediciones críticas, que es cotejar el texto de la primera edición con todas las demás que hayan existido después (o por lo menos con las principales), ver las variantes, las erratas, las correcciones, analizar por qué se corrigió, por qué se tocó tal cosa; sino que permite retrotraernos al proceso creador, a los orígenes de la novela a través de los manuscritos, a las modificaciones de la obra en gestación que se hicieron antes de haberla publicado por primera vez, a los bocetos, los dibujos (Marechal dibujaba a muchos de sus personajes).  Bueno, todo ese material estuvo en manos de Navascués. No digo que su edición no pueda ser superada por otra en el futuro, pero hasta hoy día es la más actualizada y que está más en vigencia. No por ser una edición crítica deja de ser recomendable para el lectorado medio, cualquiera con interés puede leerla. Se va a encontrar con notas que son muy valiosas porque explican todo tipo de cosas en la novela, desde los personajes en clave hasta los intertextos literarios y culturales en general, que son muchos. Marechal era un autor de vastas lecturas, sobre todo filosóficas y religiosas.

La edición crítica (o crítico-genética), al ser tan anotada y comentada, permite que el lector acceda a información que de otro modo no estaría disponible y que enriquece la lectura y aclara muchos puntos. Los lectores que no son especialistas no debieran creer que no van a poder entrar. Yo creo que pueden hacerlo perfectamente y que además les va a servir mucho. Esto sin prejuicio de que para niveles de escolaridad, de enseñanza media, se puedan hacer ediciones de otras obras más breves, destinadas al alumnado general. O a lo mejor una antología de fragmentos del Adán mismo.

Mucha gente ve el tamaño de Adán Buenosayres y ya se asusta, sólo por la cantidad de páginas que tiene. Pero bueno, el Quijote también es muy largo y es una obra muy divertida, así como lo es Adán Buenosayres, que tiene mucho humor. Justamente con las notas gana inteligibilidad, ya que el lector, gracias a esas explicaciones, no queda afuera.

Por otro lado, el editor cuidó que las notas sobre variantes no fueran abrumadoras, porque registró solo aquellas modificaciones que implicasen cambios realmente significativos. Hay diversas maneras de hacer una edición crítica cuando se dispone de los manuscritos: se pueden anotar todas las variantes entre los manuscritos y el primer original publicado o se puede hacer una selección. Lo que hizo Javier de Navascués es una selección, pensando en que la lectura de la obra no se volviera innecesariamente complicada. Así que me parece un texto recomendable para el público medio también, no sólo para profesores o estudiantes de la carrera de Letras.


APU: La distancia temporal vuelve muchas de esas claves más difíciles de desentrañar. En el momento de su publicación, ¿eran más sencillas para un público general?

MRL: Y a veces sí, a veces cuando se trataba de personajes políticos o personajes del mundo periodístico y cultural se los podía reconocer muy fácilmente en ese momento, pero muchos después fueron olvidados. Otras veces las claves se refieren a lecturas del autor... También el trascurso del tiempo vuelve eso más complicado, porque toda época tiene un horizonte particular de lecturas generales, que va cambiando. Lo que leía una persona culta en los años ’20 no es lo mismo que una persona culta lee hoy. Entonces, las notas ayudan mucho a reponer ese horizonte cultural de un intelectual de la época. La novela se desarrolla en los años ’20, él la escribe durante bastantes años y la publica en 1948 (la primera edición). Su horizonte de lecturas no es el mismo horizonte que hoy, hay cosas que se mantienen, cosas que cambian. Hay textos de cultura antigua, del mundo antiguo, al que Marechal era muy adepto y que recupera siempre en sus poemas, en las obras de teatro, todo el simbolismo de la mitología grecolatina está muy visible en sus obras. Eso tal vez es menos familiar para un lector de hoy en día y era más familiar para un lector de su tiempo. Entonces, siempre las ediciones críticas son básicas para reponer condiciones de lectura y para volver el acceso al libro más hospitalario.

APU: Por último, cuándo un autor no es tan visitado, se recuperan siempre las mismas obras, en este caso el Adan. ¿Qué otras obras recomendaría o marcaría por su particular importancia?

MRL: Y, Megafón, o la guerra creo que es una obra realmente para releerla hoy. A mí me gusta toda la obra de Marechal, pero Megafón, o la guerra tiene una gran actualidad porque nos habla de la violencia argentina y del sacrificio del héroe, que se proyecta en la figura de Megafón (“la gran voz”, etimológicamente), con un poderoso simbolismo que llega desde lo ancestral y que Marechal reinstala en el contexto del Siglo XX. Y de un mundo que es el argentino, donde se ha interrumpido el proceso democrático con la Revolución Libertadora, se ha instaurado otro orden. Ante eso, el héroe emprende una empresa física y metafísica. Eso siempre está en Marechal, siempre hay una búsqueda en el plano real, en el plano político, pero asociada a una búsqueda religiosa. Son planos en los que el héroe va moviéndose simultáneamente. Por eso va a buscar a Lucía Febrero que está cautiva en el centro de un burdel. Lucía es una figura de significados múltiples: podemos interpretar, en alguno de esos registros, que es la Patria cautiva, pero también muchas otras cosas. La figura femenina es un simbolismo de extraordinaria riqueza en la obra de Marechal; tiene todas las connotaciones, según los personajes, según la obra. Así que vale la pena explorarlo. Y después tenemos El Banquete de Severo Arcángelo, que es un texto de iniciación y purificación enmascarado en un policial. Es una novela policial, pero también algo más. Toda la obra marechaliana tiene que ver con la búsqueda de la identidad de los personajes, que tratan de conocer su verdadero rostro y su misión en el mundo y para qué están en esta Tierra. Quieren conocer el sentido de la vida humana, que también implica búsquedas sociales y políticas, está todo implicado, sin que una cosa determine la otra. La obra de Marechal no es reductible a un sólo plano, están todos esos planos relacionados entre sí, pero sin una determinación que haga que nos manejemos solamente en una línea interpretativa que subsume a las demás. Me parece que la maestría del autor y la complejidad de su pensamiento hacen que podamos ver la interrelación siempre flotante de los planos, que no quedan achatados, sin relieve; son como un acordeón, se expanden, se concentran, vuelven a expandirse y permiten accesos múltiples.




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