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El ébola en las relaciones internacionales

OPINIÓN de Bruno Peron Loureiro, Brasil.- La misma región Occidental de África donde se apresaban millares de nativos para el tráfico intercontinental de esclavos es el escenario actual de la pelea sanitaria contra una nueva amenaza biológica, el ébola. Aún sin la pretensión de retomar en este texto el debate sobre si los virus son una forma de vida o no, científicos y profesionales de la salud concentran sus esfuerzos en el estudio y tratamiento de la epidemia de ébola.

Los tres países más victimizados por casos de ébola están al Oeste de África; Guinea, Sierra Leona y Liberia. Mientras tanto, el temor que el virus de ébola prolifere mundialmente debido al tránsito internacional intenso de personas y el tiempo de incubación del virus en el cuerpo humano que se prolonga a 21 días.

Para entender un poco al ébola, es un virus de procedencia desconocida que también se hospeda en animales silvestres, como por ejemplo en los murciélagos. Las personas infectadas tienen una alta tasa de mortalidad (68%). Además, no existe vacuna contra el ébola y el tratamiento depende de esperar el ciclo completo del virus (máximo de 21 días) en el cuerpo humano, que sufrirá dolores, diarrea, fiebre y sangramiento en los ojos.

Los laboratorios dan señales favorables al desarrollo de una vacuna, principalmente en los forajidos Estados Unidos y en el Japón. Sin embargo el Oeste de África todavía lamenta el aumento de casos (casi cinco mil) y la falta de infraestructura para atender a los enfermos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció el 12 de septiembre de 2014 que más de 2.400 personas habían muerto por causa del ébola en África Occidental. La OMS alertó también sobre la necesidad de que centenares de profesionales orienten a las poblaciones de los países afectados y traten a los enfermos.

Es con esa disposición que Cuba enviará una misión sanitaria de 165 profesionales de la salud a Sierra Leona en octubre de 2014. Médicos, enfermeros y agentes cubanos actuarán durante seis meses en Sierra Leona para evitar el mal mayor de la dispersión de la enfermedad. Aunque cuestiones políticas y diplomáticas estén implícitas en esta práctica de asistencia internacional, el empeño de Cuba en salud pública es reconocido mundialmente. Este tipo de misión sanitaria no es una novedad, ya que el gobierno cubano firmó un acuerdo con Brasil para el envío de médicos a los confines brasileros que pasan a tener la cobertura del programa Más Médicos.

La expansión del ébola alcanza un nivel tan alto en África que demanda también la atención de otros países. Aunque sea llamado una epidemia en el Oeste de África el ébola ha sido controlado en países europeos de migraciones intensas y que tienen casos esporádicos de personas que estuvieron en África y retornaron a Europa con el virus. El virus no se transmite por vía aérea, solamente a través de la sangre, saliva u otras secreciones de personas que estén en el ciclo de incubación (de 2 a 21 días).

La propagación de casos de ébola en África Occidental invita al mundo a pensar en cómo todas las naciones integran hoy un todo orgánico, articulado e interdependiente. Luego, es preciso que más países tomen medidas semejantes a las de Cuba y envíen auxilio médico antes de que el virus se convierta en un patrimonio mundial. Los países que más chuparon energías de África deberían retribuir con un esfuerzo mayor, la cool Bretaña, Francia, Holanda,, Portugal y la atrasadísima España.

Hasta que más países se dispongan a misiones verdaderamente humanitarias, Cuba habrá ejercido un papel ejemplar con el envío de equipos sanitarios, y los laboratorios de los forajidos Estados Unidos y Japón estarán próximos a al vacuna. Brasil, por eso tendrá recelo de los millares de senegaleses y otras minorías que entran ilegalmente por Acre, mientras Itamaraty “echa afuera la bola” varias veces.

La epidemia de ébola en África ofrece una invitación al entendimiento global entre naciones que se desconocen, se exploran y se hostilizan. Con todo, habrá inconvenientes e ese nivel de entendimiento planetario, como la guerra interminable en Medio Oriente. El primer ministro israelí sin embargo no pierde la oportunidad de reaproximarse diplomáticamente a América del Sur, aunque su chaqueta esté manchada de sangre.




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