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La paz de sí

OPINIÓN de Mauricio Castaño H., Colombia.- Imaginario el mundo de los hombres de Poder, sus decisiones macro circulan sólo en su cúpula, muy alejadas del ciudadano de a pié. En Colombia las decisiones del país son tomadas por unas cuantas familias, patricias dirían algunos analistas. La práctica, el ejercicio del poder corresponde muy a círculos selectos como en las épocas de reyes o dictaduras, relaciones verticales, arriba los ilustrados, abajo la mayoría. Ignorante la masa que solo recibe órdenes. O el centro y la periferia provincial.

Nuestros altos funcionarios tercermundistas, incluido el primer mandatario, van por el mundo pregonando el conflicto interno como si al planeta entero se interesara por los problemas ajenos, como si no bastaran los propios, se olvida que en el mundo del capital las querellas son de cada quien y de nadie más.

Esta concepción del poder aún es muy evidente con el proceso de paz que se lleva con las guerrillas de izquierda. Se llegan a acuerdos entre los jefes, entre las partes sin hacer la necesaria difusión, la necesaria pedagogía en los hogares colombianos. Y de los medios de comunicación, sabemos que van en contra vía, sus mensajes emitidos avivan la llaman de la muerte, en especial en uno de los dos canales más vistos como lo es Rcn tv, con la actual dirección, deja ver abiertamente sus afectos hacia la ultraderecha obsesiva con la guerra. No dejan pasar la oportunidad para desprestigiar el proceso de paz, indisponen contra él resaltando hechos de bélicos de las guerrillas, queriendo insistir en la estatuto de simples criminales y no de insurgentes. La guerra les sigue siendo un negocio de alta rentabilidad.

La paz no sólo es de las cúpulas, bien sea las de Bogotá o los que negocian en Cuba. Las políticas de Estado tienen su polo a tierra cuando son llevadas a la propia realidad, a cada uno de sus habitantes, en nuestro caso a cada uno de los hogares colombianos. Cómo no pensar en la televisión y la radio, aparatos infaltables en cada uno de los hogares de este país.

Los cambios empiezan a gestarse en el preciso momento en que las masas, las gentes del común los incorporan de manera natural, los hacen suyos con total convicción. Ejemplo de ello lo tenemos en los años sesenta con el rock, revolucionó las formas de pensar y de hacer de las personas, algún escritor dijo que se enseñó a hacer el amor y a desnudarse con naturalidad. La paz en Colombia debe ser cultural y no sólo de cúpulas, debe ser una necesidad de cada ciudadano, una paz sentida y no decretada.

Los griegos enseñaron a cuidar se sí mismos, el cuidado de sí como un forma ética de saber comportarse en la vida, de saber cuidarse, de preocuparse por su bienestar, un movimiento de abajo hacia arriba si se quiere aceptar una comparación. Pensamos en una paz de sí en ese sentido, que salga de la necesidad de cada individuo y no que sea impuesta desde un poder abstracto.





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