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Del oasis gallego y vasco

OPINIÓN de Esther Vivas.- Albert Núñez Feijóo e Iñigo Urkullu pueden estar tranquilos: sus respectivos, y particulares, oasis, el gallego y el vasco se mantienen en orden bajo su mandato. Feijóo ha conseguido mantener la mayoría absoluta obtenida ya en los dos últimos comicios, 2009 y 2012, e incluso ha ampliado un escaño y un moderado Urkullu ha consolidado su liderazgo revalidando la mayoría parlamentaria.

Muy poco parece que pesan el aumento de las desigualdades en Galicia, los 200 mil jóvenes obligados a emigrar por falta de oportunidades o el 43% de parados de larga duración. Ni siquiera importan los cargos del Partido Popular imputados en Lugo, Ourense La Coruña y Pontevedra o la amistad de Feijóo con un conocido narcotraficante, de vacaciones a bordo de un velero. El oasis gallego del Partido Popular es así. Años en el poder han permitido construir a un PP galleguista todo un entramado cultural, asociativo y mediático que junto a las características sociológicas del país le permite mantener su hegemonía política. No hay que caer en tópicos para explicarlo, sino buscar comprender una situación que muestra muy bien como operan las clases dominantes para hacer pasar sus intereses particulares por los de toda una nación.

La máxima de Iñigo Urkullu se ha cumplido, “Euskadi sigue siendo propia, singular y diferente”, votando de manera muy distinta en unos comicios y en otros. Si en las pasadas elecciones generales, Podemos se hizo con la victoria, ganando los comicios y superando por mayoría de votos al PNV el 20D y en votos y escaños el 26J, ahora Podemos ha quedado en tercera posición, muy lejos de los nacionalistas vascos. Euskadi continua siendo un oasis para el PNV, ahora 29 diputados, en 2012 fueron 27 y en 2009 sumaron 30, a pesar de que en esa ocasión el PSOE y el PP acabaron pactando y haciéndose con el gobierno, sacando rédito de la ilegalización de la izquierda abertzale. Como decía alguien ayer en twitter, Artur Mas debe estar ya empezando a aprender euskera. Sin embargo, el peso del proceso independentista aquí ata en corto por el momento cualquier tentación de los exConvergents de virar hacia añoradas aguas tranquilas.

Volviendo a Galicia, En Marea ha conseguido el “sorpassiño”, por muy poco y perdiendo apoyos respecto a las pasadas elecciones generales, pero lo ha conseguido, dejando a un Pedro Sánchez cada vez más acorralado por unos barones, y una baronesa, que estrechan el cerco, y que ayer ante los malos resultados, ya esperados, en el País Vasco, a pesar de que los socialistas resultaran ser claves para garantizar la “gobernabilidad” vasca, y la derrota ante En Marea de buen seguro, como decimos aquí en Catalunya, “sacaron el cava”. Aunque no lo olvidemos, Pedro Sánchez ha demostrado ser todo un superviviente nato, la jugada ahora de convocar un congreso exprés muestra que va a vender cara su piel. La crisis del PSOE es profunda y su debacle electoral también, aunque Podemos y las confluencias no terminen de rematarlo.

En Marea cumplió, aunque su descenso respecto a las generales y la poca distancia que le saca al PSOE sabe a poco. Esperábamos más. Le faltó seguramente atraer a parte del voto nacionalista que optó por el BNG y movilizar todo el electorado potencial de Podemos. Aunque la fórmula de confluencia de En Marea, reflejo de la otra Galicia que lucha y que se ha movido, y mucho, con la crisis, con un discurso combativo y una clara defensa de los derechos sociales y nacionales, se ha demostrado un proyecto exitoso, especialmente si la comparamos con un Elkarrekin Podemos con un relato descafeinado en lo social y nacional y sin un marco unitario que se ha quedado muy lejos del “sorpasso” a EH Bildu. Como ya vimos en las pasadas elecciones generales del 26J, cuando Podemos no es auténticamente Podemos muchos se quedan en el camino. Sin garra y sin perfil, Podemos no funciona bien en las elecciones y desanima a su propia base social. Convertido en otro partido más, normalizado como otro actor en el juego electoral, Podemos pierde todo su encanto y sentido.

Acabando con Euskadi, EH-Bildu ha salvado los muebles, remontando no solo las encuestas sino los malos resultados de las generales, tras su paso por las instituciones. En clave nacional y española está claro que los vascos votan distinto, y mucho. Sin embargo, la vuelta a la primera línea política de Otegui de buen seguro ha cohesionado a su electorado y puede haber arrebatado parte del voto joven en disputa con Podemos. Dos temas finales, pero no menores: hoy en el parlamento vasco 57 escaños sobre 75 defienden el derecho a decidir, no lo olvidemos. Y el giro a la izquierda de su parlamento es una realidad, con la suma de los 17 diputados de EH Bildu y los 11 de Elkarrekin Podemos.

Y una nota final: Ciudadanos se ha quedado fuera, sí, fuera tanto del Parlamento gallego como del vasco, incapaz de hacerse con el antiguo escaño de UPyD por Alava, su apuesta programática para anular el concierto económico vasco le ha salido cara. La muleta del régimen es cada día más pequeña. Quizá porque tampoco tiene espacio allá donde no se le necesita.

¿El 25S desinfla las ansias de cambio? Veremos. No hay que olvidar que a veces los oasis se confunden con espejismos que esconden una realidad mucho más cruda.




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