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X Conferencia Nacional de FARC dirá sí a paz con justicia social

OPINIÓN de Emilio Marín.- Después de negociar casi cuatro años, el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC están en la recta final de firmar el acuerdo de paz. La X Conferencia Nacional Guerrillera deliberará hasta el viernes 23 y luego se firmará el tratado con Juan M. Santos.
Durante más de 52 años el conflicto en Colombia deparó mucho derramamiento de sangre, dolor y millones de refugiados internos, amén de miles de desaparecidos. Debe ser por eso que hoy, al haber signos claros de tratados de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla comandada por Timoleón Jiménez, Timochenko, hay mucha alegría y esperanza de que aquellas décadas donde campeó la muerte puedan ser superadas.

Esa buena onda parece prevalecer, no sin una cuota razonable de dudas en cuanto a cómo cumplirá el Estado sus compromisos, para que no vuelva a ocurrir lo de treinta años atrás. Entonces un acuerdo con los combatientes hizo que una parte de éstos formara un partido legal, Unión Patriótica, que fue directamente liquidado por la represión.

Ahora el presidente Santos realizó un acto con sobrevivientes de las masacres contra la UP y admitió la responsabilidad del Estado en esos crímenes de los que no se salvaron ni los consagrados legisladores por el voto popular. Santos enfatizó el compromiso de que tales horrores no se repitan nunca más, de forma de garantizar que el tránsito de las FARC a un partido o movimiento político legal no sufra algo parecido a lo de la UP. ¿Cumplirá el Estado colombiano?

Desde agosto pasado todas han sido buenas noticias. Los diálogos de paz comenzados en 2012 en La Habana culminaron el 24 de agosto en un acuerdo de partes, al cabo de negociar exitosamente los seis puntos de la agenda. A saber, la cuestión agraria, la participación política, la reparación de las víctimas, la justicia jurisdiccional, los cultivos ilícitos y el fin del conflicto.

El miércoles 21 Santos hablará en la Asamblea General de la ONU e informará todo lo avanzado en esa negociación; entregará a la entidad una copia de los acuerdos, así como al secretario Ban Ki moon. El 26 de setiembre el presidente y Timochenko firmarán el acuerdo definitivo en Cartagena de Indias. Y sobre esa base, se votará el 2 de octubre en un plebiscito, para definir si la población respalda o no el tratado suscripto entre las dos partes.

La última encuesta publicada el 16/9 por el diario El Tiempo mostró que el “Sí” al acuerdo continúa como tendencia mayoritaria, pero el respaldo a esa opción pacifista era antes un poco más amplio. Según la firma Datexco, “el 55,3% de los colombianos aprobaría el trabajoso acuerdo alcanzado en las negociaciones de La Habana, frente a un 38,3% que lo rechazaría. Sin embargo, hace ocho días el “Sí” tenía un 64,8% y el “No” un 28,1%. En sólo una semana el rechazo creció poco más de 10 puntos”.

Ultra derecha en contra

Los acuerdos han sido fruto de negociaciones prolongadas y responsables auspiciadas por Cuba y Noruega como países garantes, y Venezuela y Chile como facilitadores. El telón de fondo de un conflicto tan sangriento ayudó a madurar la idea de que la paz era un bien muy necesario de alcanzar. En este sentido, cosa que la encuesta de Datexco no lo identifica, el votante del “Sí” -que pertenece a diferentes movimientos políticos y obviamente a las FARC- tiene mucho que ver con esa búsqueda social de la paz. Eso abarca un amplio abanico y desde el punto de vista partidario incluye al gobierno como coalición conservadora y con apoyo liberal, hasta los simpatizantes de la guerrilla, pasando por corrientes meramente progresistas y socialdemócratas.

En cambio los detractores tienen un núcleo duro en los ex presidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, del Centro Democrático y el Partido Conservador respectivamente. Uribe, que gobernó desde 2002 a 2010 y encarnó la cara más violenta de la represión estatal a la guerrilla en el marco del mal llamado “plan Colombia” (léase plan Pentágono), acusó a Santos de entregarse a las FARC. “Toda la preocupación por el peligro de Colombia de entregarles nuestra patria a las FARC”, declaró. Su campaña agresiva por el “No” tiene ese contenido beligerante, seguramente acompañado de un sector de mandos de las fuerzas militares que no están satisfechos con un resultado de la contienda donde no pudieron derrotar ni menos aniquilar a las FARC.

A Uribe -en su tiempo de gobernador de Antioquia, señalado por EE UU como ligado al narcotráfico- le parece que a la fuerza de Timochenko había que continuar bombardeándola hasta el total aniquilamiento.

Más pragmático y vinculado a los negocios del capitalismo dependiente y de la inversión externa, Santos procura pacificar el país para que el agro-business, la minería y otros negocios sean más seguros y tengan mayores inversiones, acallados los fusiles y los bombardeos. Confía en que el juego parlamentario y electoral convertirá a los jefes de las FARC y su fuerza guerrillera en un componente más del arco político tradicional, sin capacidad real para lograr transformaciones sustanciales.

El presidente -que viene de una tradicional familia oligárquica- podrá admitir algunos cambios menores en la estructura agraria, como para decir que se respetó lo firmado en La Habana. No querrá ninguna reforma agraria que liquide el latifundio ni entregue la tierra a los campesinos y comunidades originarias, como siempre propugnó Manuel Marulanda Vélez, el fundador de las FARC.

Y en todo caso, se piensa en la presidencial la Casa de Nariño, en caso de diferendo grave con el partido en que devenga la guerrilla, siempre estará a mano la fuerza militar. Esa maquinaria supo disponer de hasta 500.000 efectivos en tiempos de mayor confrontación con los rebeldes y gastó más de 10.000 millones de dólares del “plan Colombia”, con miles de asesores militares norteamericanos y pertrechos de última generación. Esa fuerza estará allí lista, como el extintor para caso de incendios...

X Conferencia

Los guerrilleros están realizando su X Conferencia Nacional del 16 al 23 de setiembre en las Sabanas del Yuri, departamento del Meta, al sur, en zona rural contigua a San Vicente del Caguán, Caquetá, donde históricamente han tenido mucho apoyo.

Timochenko, su segundo Iván Márquez y los 29 miembros del Estado Mayor Central están allí. Muchos vinieron desde Cuba adonde estaban como miembros de la delegación negociadora. Otros miembros de esa dirección nacional llegaron desde los frentes que conducen, así como los 200 delegados venidos de frentes y unidades guerrilleras que los eligieron como sus representantes. Otros numerosos militantes están a cargo de la seguridad, logística y alimentación de los delegados de la conferencia; la misma es seguida por 350 periodistas de medios colombianos y del exterior, por el notable interés despertado.

Como su número 10 lo indica, esta no es la primera reunión de este tipo pero sí lo es en cuanto a representatividad, para una organización con 8.000 combatientes y 10.000 milicianos. Y por su índole legal, que contrasta con toda la serie anterior, clandestina.

La Conferencia fue abierta en un horario inusual para las reuniones políticas pero no para los guerrilleros: 7 de la mañana, en punto. Timochenko hizo la apertura con un discurso donde dijo que en este conflicto no había vencedores ni vencidos, y que su fuerza junto con el pueblo quería ganar la batalla de la paz. También reivindicó que su organización era ante todo política y que por eso mismo tenía un funcionamiento tan democrático como las condiciones lo permitían, con las asambleas previas de los diferentes frentes y unidades guerrilleras. Pidió que los delegados se expresaran con total libertad y con apego a los mandatos que traían de sus frentes, además de rendir tributo a los países garantes y a Hugo Chávez. Señaló que los dos temas básicos a resolver eran la ratificación de lo firmado en La Habana, y las formas de pasaje de las FARC a un partido político, con programa, nombre y autoridades que se deberán debatir y resolver.

Cada jornada los guerrilleros debaten al menos siete horas y luego un comandante comparece ante los medios y hace un informe de la marcha de las discusiones. Así lo hicieron Márquez, Pablo Catatumbo y Mauricio Jaramillo, miembros del Secretariado del Estado Mayor Central. Así se conoció que en el inicio de la Conferencia había hablado nuevamente Timochenko. Se habían expresado a favor de los acuerdos los delegados de los bloques Alfonso Cano y del Magdalena Medio, y de 33 unidades. La mayor preocupación expresada era el grado de confianza que podía merecer la palabra empeñada del gobierno sobre las garantías para los desmovilizados.

Una a una van cayendo las campañas mediáticas y militares que demonizaban a las FARC y mentían. Que eran asesinos. Que eran narcotraficantes. Que eran militaristas. El debate democrático de su X Conferencia Nacional confirma que son una organización político-militar. Y que están haciendo todo lo posible por respetar los acuerdos de paz y reconvertirse en una organización política, a secas, para la justicia social y una democracia avanzada.

Dato de color pero con mucha sustancia. En un alto de los debates hubo un concierto para la paz y Timochenko y los suyos cantaron con voz alta “Sólo le pido a Dios”, de León Gieco. Saben que la guerra es un monstruo grande y pisa fuerte...




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