Ir al contenido principal

La difícil [pero necesaria] rebeldía de la marinería socialista: sólo se puede decir No al PP y a Rajoy

OPINIÓN de Joan del Alcàzar.- Es imposible entender cómo ha actuado el PSOE desde las elecciones generales de diciembre de 2015 a esta parte. Es imposible, incluso, si prestamos exclusivamente atención a la lógica partidaria o a lo que tan pomposamente llaman los intereses de España.
Sin embargo, si nos preguntamos cómo es que los llamados barones y algunos elementos de la vieja guardia felipista han trabajado en contra de su propio secretario general, Pedro Sánchez, no encontramos otra respuesta que la que conecta esta táctica a una estrategia pactada entre las élites políticas y económicas españolas -lo que los anglosajones llaman el establishment- según la cual los dos grandes partidos sistémicos -el PP y el PSOE- son los únicos autorizados para acceder al timón del Estado.

Cuentan algunos que saben mucho de lo que pasa sin que la mayoría de nosotros nos enteremos -cosas que ocurren allí donde no llegan ni los ojos de los ciudadanos ni los focos de los medios de comunicación- que para el establishment [el español y el europeo] el relevo de Mariano Rajoy y del PP en la Moncloa no puede ser otro que el PSOE comandado por Susana Díaz. El problema es que el partido de Pablo Iglesias Posse se deshará como un terrón de azúcar antes de que eso pase. Miguel Mora ha escrito que "el suicidio asistido del PSOE es sobre todo un disparate político, el delirante proyecto de unos mandarines pensantes que un día parecieron progresistas y que cada vez están más alejados de la izquierda, de la realidad y de su propio pasado".

Que Felipe González le comunicará a Mariano Rajoy el día D y la hora H en la que harían caer a Pedro Sánchez no sería más que uno de los puntos de aquella estrategia pactada de la que hemos hablado. En esencia se trata de contemplar únicamente dos posibilidades de gobierno para España: los liberales [el PSOE] y los conservadores [el PP], dos formaciones que en un revival restauracionista se alternarían educada y regularmente en el poder, sin poner en riesgo ni los dogmas económicos neoliberales, ni la sacrosanta unidad de España, ni la política necesaria para sustentarlos. Desde esta convicción, los pactos o coaliciones con otros partidos que pueden formarse en cuanto al poder local o, incluso, el regional, son inaceptables en cuanto al gobierno del Estado. Y no hay discusión posible sobre este particular: es una de las vigas maestras del pacto de 1978.

Sin embargo, por una incomprensible soberbia o, más probablemente, porque la selección negativa de cuadros que se practica en el partido socialista ha producido unos resultados lamentables en cuanto a la valía de los dirigentes, no han sido capaces de mantener la viga bipartidista a salvo y apareció Podemos disputándoles el ser la referencia de la izquierda hispana. No es que les falte finezza, es que son torpes hasta decir basta. Un ejemplo, como apuntaba días atrás Ignacio Escolar: para deshacerse del capitán [Sánchez] tuvieron que hundir el navío.

En tan lamentable ejercicio de autoritarismo cainita por parte de los oficiales superiores de la Armada socialista, antes de hundir el barco anclado en el puerto de Ferraz le prendieron fuego con buena parte de la tripulación a bordo, y con las cámaras de televisión grabando y grabando para emitir después un rosario de escenas de un nuevo Celtiberia Show en formato de reality de prime time.

Para los dirigentes del PSOE que entienden que la única posibilidad en cuanto al tipo de gobierno de la España inmortal es aquella de la alternancia entre su partido y el PP, a día de hoy no hay otra opción que investir a Rajoy. Más adelante, en 2020 o, si hay suerte en 2018 dado que el gallego genera mucha desconfianza entre los poderosos, será la señora andaluza la que se hará con el despacho de Moncloa.

Este guion que parece delirante ha tropezado con un obstáculo no por esperado menos difícil de superar: la rebelión que está en marcha en amplios sectores de los suboficiales y la marinería socialista, incluso entre algunos oficiales. Lo que muchos han calificado de golpe de Estado en el interior del partido, la eliminación casi física de Pedro Sánchez y la forma de ejecutarla, ha enfurecido una parroquia a la que se suman buena parte de los votantes socialistas, siempre ambos más a la izquierda que la dirección partidaria.

El progresivo y persistente descenso electoral del partido, la aparición de Podemos a su izquierda como evidencia de la pérdida de relevancia del PSOE entre los sectores profesionales urbanos y entre la juventud, las formas casi mafiosas de un grupo de dirigentes que no lo serían sino fuera por el clientelismo piramidal inherente al partido y, finalmente, la abstención para dar vía libre a la investidura de Rajoy, amenazan -como hemos dicho- con provocar una rebelión imparable.

Un auténtico motín, que puede dar como resultado una fractura tanto en el Comité Federal como en el grupo parlamentario, y extenderse luego a las organizaciones regionales e, incluso, a las locales en toda España.

La gestora dirigida por el asturiano Fernández, monitorizado por la guardia personal de Susana Díaz, no da pie con bola. La evidencia de que el pacto para investir a Rajoy está firmado, convierte en una pantomima el Comité Federal que se reunirá para discutir la vigencia del no es no. La mascarada es demasiado humillante para la militancia socialista que no depende laboralmente del partido. Los barones y la regente argumentan que, por el bien de España, hay que evitar las terceras elecciones y conviene formar gobierno, lo que obliga al PSOE a asumir la responsabilidad de facilitarlo.

Este argumento es aún más difícil de aceptar cuando se ve la complicidad y la sintonía entre Díaz y Rajoy [las fotos de la señora el 12 de octubre con Rajoy y con Soraya Sáez de Santamaría, o las de los dos Hernando bajo la lluvia, son obscenas], cuando se constata la tranquilidad que transmiten los dirigentes del PP, y cuando Fernández y Díaz banalizan sobre lo que está pasando en la Audiencia Nacional en los juicios de las Tarjetas Black y el Caso Gürtel.

La figura de la propia Susana Díaz es objeto de confrontación interna y de desánimo entre los afectos al partido. La señora en cuestión, una maestra en gramática parda intra-partidaria según cuentan, una enemiga implacable que nunca hace prisioneros entre sus enemigos, es vista más al norte de Despeñaperros como una folclórica típica y tópica que habla con frases vacías, con una retórica banal y sin aportar nunca una simple idea política digna de tal nombre. Además, su verdadera posición ideológica es muy poco homologable con lo que se entiende por una posición de izquierda. El periodista Jordi Évole ha dicho acertadamente sobre ella: "Para mí Susana Díaz tiene algo qué, cuidado! Gobierna en Andalucía gracias a Ciudadanos, quiere abstenerse para que gobierne Rajoy y hasta Esperanza Aguirre habla bien de ella. Qué currículum para ser una líder de la izquierda española! Es fabuloso! ".

Por las diversas manifestaciones de dirigentes y militantes contrarios a Díaz sabemos que no son pocos para los que resulta incomprensible e inaceptable que el PSOE dé vía libre a un nuevo período de Rajoy en La Moncloa. No es posible después de lo que está escuchando en la Audiencia Nacional. La corrupción del PP ha sido endémica desde hace décadas, pero ahora se está poniendo negro sobre blanco una auténtica práctica delictiva que va desde enseñar a los responsables locales y regionales como recaudar fondos de manera heterodoxa y fraudulenta, impartiéndoles docencia no presencial, a conocer que la gran obra pública de Aznar incluía comisiones del 3% para el PP. Es por ello que, más allá de otras consideraciones que se pueden hacer, la política del mal menor [por los intereses exclusivamente partidarios de evitar unas terceras elecciones] no puede argumentarse como lógica y razonable si el resultado de ésta [ la abstención del PSOE] es validar la impunidad de Rajoy y del PP.

Es posible que el PSOE sea ya un cadáver político, un barco hundido, después de años y años creyéndose que el bipartidismo era la estación final de la política española, después de tanto desprecio a sus votantes y a su militancia de base, después de tanta selección negativa de su dirigencia simplemente preocupada por perpetuarse en el cargo. Es posible que esté muerto o, en el mejor de los casos, que camine hacia una explosión final que lo haga añicos. El caso del Partido Socialista Italiano hace años o el más reciente del PASOK griego son premonitorios en estos momentos.

Sin embargo, parece que aún hay militantes y ciudadanos en la periferia partidaria que no se resignan y creen que es posible recuperar esa organización política. Es difícil imaginar qué, decididos a la rebelión, convencidos de que no queda otra que el motín, tengan alguna probabilidad de victoria. Pero, pensando más en el futuro que no en el tiempo próximo, no les queda otra opción que negarse a la humillación de hacer presidente a Rajoy. Hoy por hoy es, muy probablemente, la única forma de mantener la honorabilidad de unas siglas históricas, de un partido que no fue creado por un obrero tipógrafo en 1879 para que sus dirigentes tuvieran como objetivo final conseguir un sillón en los consejos de administración de las más grandes empresas multinacionales.




">


ARCHIVOS

Mostrar más


OTRA INFORMACIÓN ES POSIBLE

Información internacional, derechos humanos, cultura, minorías, mujer, infancia, ecología, ciencia y comunicación

El Mercurio Digital (elmercuriodigital.es) se edita bajo licencia de Creative Commons
©Desde 2002 en internet
Otra información es posible




AI FREE: DIARIO LIBRE DE INTELIGENCIA ARTIFICIAL