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China irrespirable: las empresas contaminantes tendrán que pagar




Ana Isan. Ecología Verde.- Decretar la alerta roja por contaminación atmosférica es ya un lugar común en China y precisamente por ello están tomándose medidas excepcionales desde hace un tiempo, si bien no están solucionando el problema. Esta vez, se mejorará la legislación para que las grandes compañías paguen impuestos por contaminar, pero sigue siendo una medida insuficiente.

La situación desesperada que sufre el país a nivel ambiental solo se entiende teniendo en cuenta que estamos ante un mal endémico que ha convertido la calidad del aire en un problema de primer orden. Sobre todo, en las grandes ciudades, con Pekín a la cabeza.

Y es que la densa polución en la capital china sigue ocasionando estragos, especialmente en el norte del país. Si bien decretar la situación de alerta por esta cuestión es común en multitud de urbes de dicha área, afectando a decenas de millones de personas, Pekín concentra la mayor parte del problema desde hace años.

El toque de queda voluntario es una de las consecuencias prácticas más limitantes, y no resulta extraño que también las autoridades recomienden no salir a la calle. Si ya vimos hace un año hasta qué punto la contaminación del aire era un gravísimo problema en China, ya antes lo era, y a día de hoy la situación sigue siendo dramática.


La peor crisis de contaminación de la historia del país está durando demasiado. En otras palabras, no se ve el modo de atajarla. Mientras los niveles de contaminación son irrespirables, exponiendo a la población de forma continuada a un riesgo para su salud que resulta alarmante, se van tomando medidas que no atacan el problema de raíz y, por lo tanto, tienen todas las papeletas para resultar ineficaces.
Las compañías habrán de pagar

No en vano, la calidad del aire de Pekín es la peor del mundo, o casi. Dependiendo del año en el que se realizan las mediciones, los estudios la sitúan en primer, segundo o tercer lugar, liderando tan fea lista o solo por detrás de Nueva Delhi o Moscú.


Sea como fuere, son niveles de polución que suponen un importante riesgo para la salud pública, que dispara las enfermedades y provoca decenas de miles de muertes prematuras cada año en todo el país.


Con el objetivo de reducir esta polución extrema, esta vez sí atacando el problema en su origen, China aprueba una ley que aplicará nuevos impuestos a la polución ambiental a partir de enero de 2018. Una medida votada el 25 de diciembre en el Parlamento chino.

Como aspectos positivos, por fin se intenta acabar con la permisividad reinante al respecto. La normativa actual se aplicaba de manera laxa, aprovechando lagunas jurídicas para perdonarles los impuestos ambientales a las grandes compañías.

Combatir la contaminación con eficacia exige acabar con esta situación, pues aun recaudando millones de yuanes anuales por tasas que gravan las emisiones contaminantes a las empresas desde 1979, el sistema era ineficaz. Finalmente, empujados por una situación insostenible, se ha dado el paso definitivo para reemplazar este sistema por una normativa mejor.


Si las expectativas creadas se cumplen, la nueva normativa será “clave en la lucha contra la contaminación”, apunta el director del departamento de política fiscal del Ministerio de Finanzas, Wang Jianfan.
Impuestos que excluyen el CO2

Pero no todo son buenas perspectivas. No pueden echarse las campanas al vuelo, fundamentalmente, por una razón de peso: el CO2 no está incluido en la lista. Es decir, el principal gas de efecto invernadero responsable del calentamiento global, a la par que tóxico en altas concentraciones, se ha excluido de la lista.

Sí se incluyen polucionantes especialmente nocivos, como el dióxido de azufre o el dióxido de nitrógeno. Cada 0,95 kilos de dióxido de azufre, por ejemplo, supondrá una tasa de 1,2 yuanes (0,16 euros), y también se deberán pagar 1,4 yuanes (0,19 euros) por kilo de demanda química de oxígeno, utilizada para medir el grado de contaminación de las aguas residuales industriales.


Además de gravar a las centrales térmicas con 25 yuanes por tonelada de cenizas, las empresas mineras deberán pagar 15 yuanes por casa tonelada de residuos y cuando éstos sean peligrosos puede subir hasta los 1.000 yuanes. Por otra parte, también se excluyen los desechos nucleares, otro talón de Aquiles de la medida.

Se espera que la medida resulte disuasoria, obligando a las diferentes compañías a contaminar menos mediante la inversión en nuevas tecnologías y, en todo caso, ayudará a llenar las arcas del Estado para dotar de más recursos al Ministerio de medio ambiente.
Protestas de la industria

Como era de esperar, los lobbies industriales de sectores tan influyentes en la economía como la siderurgia, el carbón y el cemento han puesto el grito en el cielo. Aunque han alertado del riesgo de pérdida de competitividad, desde el gobierno se les ha recordado que el objetivo no es hacerles pagar tasas sino conseguir una necesaria transformación.


Contaminar menos deber ser para ellos, por lo tanto, un objetivo prioritario. El mensaje es claro. A estas alturas, habida cuenta de la situación insostenible que sufre el país a nivel ambiental, conseguir un aire más limpio es urgente.
Quizá no sea suficiente

Por lo tanto, los principales emisores no pueden seguir sin pagar tasas por la polución emitida, al margen de que muchos queden fuera, como el tráfico rodado o los hogares, ya que recurren al carbón para la calefacción.

Los activistas consideran que se trata de una medida demasiado tibia. Aun celebrando el cambio de actitud de las autoridades chinas, consideran que luchar contra la tremenda polución que padece el país exige medidas más contundentes. Habrá más vigilancia y recaudación, sí, pero podría no ser suficiente. Y, por supuesto, fomentar las energías limpias sigue siendo la gran tarea pendiente.



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