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Ronda

OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave.- Los enterados aseguran, y no les vamos a discutir su buen gusto, que Ronda es el pueblo más bello de toda España. Lo recorrimos durante un día, lo cual es insuficiente, a pesar de ello lo disfrutamos a plenitud.
Para ubicarnos, dice las Enciclopedias, que Ronda, más que un pueblo, es una ciudad española perteneciente a la comunidad autónoma de Andalucía, situada en el noroeste de la provincia de Málaga, a unos 100 kilómetros de la ciudad del mismo nombre. Es la cabeza del partido judicial homónimo y la capital de la comarca de la Serranía de Ronda.

Llegar a al pueblo o a la ciudad, según se quiera, por intricadas pero bien trazadas carreteras que han dominado la abrupta serranía, es de inicio todo un gran espectáculo. puesto que se pierden en la nada del infinito el negro del asfalto, el marrón de sus montañas y el azul de su cielo, que se confunde con el verdor de su campos, no obstante que nuestro periplo fue en invierno.

Ronda en materia de densidad poblacional ha tenido un comportamiento contrario al común, puesto que de 40 mil habitantes, después de 7 años a estas fechas, ha descendido a un poco más de 36 mil. Su término municipal se extiende sobre una meseta conocida como depresión de Ronda y por las sierras que la circundan. Tiene una superficie de 481,31 kilómetros cuadrados.

Entramos en automóvil y apenas transponíamos sus primeras calles, lo importante era localizar un estacionamiento, aquí les llaman aparcamientos, para iniciar el recorrido a pie. Calles y callejuelas de trazos anárquicos, plazas y plazuelas bucólicas, palacios y palacetes hoy convertidos en hoteles, hostales y en sedes gubernamentales. Un antiguo aristócrata permanece a las puestas de su propiedad para invitar, según su selección, a visitarla. Mobiliario, candiles y cortinajes intocados. Invita un trago y se conforma con la venta de sus licores.

Ronda tiene su origen en la Arunda romana que se constituiría a partir de asentamientos ibéricos existentes. Los visigodos le dieron continuidad hasta la llegada de los musulmanes, quienes consolidaron su papel de cabecera comarcal y su entidad urbana. Su emplazamiento facilitó la defensa de la ciudad y la puso en una situación estratégica para dominar los pasos y caminos hacia la Baja Andalucía. Esto y la disponibilidad de tierras aptas para la agricultura le concedieron finalmente una importancia histórica notable.

La ciudad se asienta sobre una meseta rocosa a 723 metros sobre el nivel del mar, dividida en dos partes por un cañón conocido como el Tajo de Ronda, por el que discurre el río Guadalevín afluente del río Guadiaro. El tajo se extiende además sobre el valle de los Molinos.

La vista desde el Puente Negro desde donde se admira el Río, El Tajo, sus edificaciones medievales, la serranía y el valle, es tonificante por excelsa. Lo mismo ocurre cuando nos adentramos en las páginas de su historia gloriosa.

Terminamos este apunte de viaje con su Plaza de Toros, que a la igual que la de Madrid lleva el nombre de la Maestranza, aunque en este caso obedece a que en 1572 se funda la Real Maestranza de Caballería de Ronda con fines de entrenamiento para la defensa y las guerras del reino y que aún persiste.

La visitamos toda: su ruedo o redondel, su callejón y su barrera, que es la primera que conocemos de piedra, sus burladeros si son de madera. Su gradería y sus puertas de cuadrillas y de toriles, llegamos inclusive a sus corrales y chiqueros, su enfermería, capilla y su museo. Nos quedamos con el recuerdo, con la estatua del Torero de Ronda, Antonio Ordoñez quien tuviera tardes de triunfo en ruedos mexicanos.




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