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Hay que darle la vuelta al calcetín o nos estrellamos

OPINIÓN de Xavier Caño Tamayo.- El gobierno del Partido Popular no cesa en su cansino autobombo de lo bien que lo han hecho, cuanto empleo crean y como el país ha superado la crisis y se ha recuperado con largueza. Nada que ver con la realidad, porque esa pretendida recuperación económica no llega a la gente. No significa una vida mejor para la ciudadanía ni tampoco la reducción de la pobreza ni la disminución de la creciente desigualdad. Al contrario, según el último informe de Oxfam Intermón aumentan desigualdad y pobreza . La presunta recuperación solo alcanza a unos pocos.

La recuperación suele asociarse al crecimiento y la historia reciente está plagada de casos de países con buen crecimiento económico y pauperación progresiva de amplias capas de población. Ahí están los casos paradigmáticos de Brasil o México en el siglo pasado con excentes tasas de crecimiento y cada vez más pobres. Hoy, España es el segundo país de la Unión Europea donde más ha crecido la desigualdad. Por tanto, no hablemos de recuperación en tanto no beneficie a la mayor parte de población. Que no es el caso. Como botón de muestra, en España más de tres millones de pensionistas perciben menos de 600 euros, lo que significa que están en el umbral de la pobreza.

Que haya siete mil nuevos millonarios en este Reino es prueba de recuperación para el Partido Popular. Pero esos nuevos ricos son unas gotas de agua en un vasto océano de más de 46 millones de habitantes entre los que avanza implacable la desigualdad. Es tanta esa desigualdad que, según Oxfam, solo tres personas (Amancio Ortega, su hija y Joan Roig, dueño de Mercadona) suman tanta riqueza como 14 millones de personas que constituyen el tercio de población más pobre del país.

Oxfam explica además que de 2008 a 2014 los salarios más bajos bajaron un 28% más, una de cada cinco personas en edad de trabajar no encuentra empleo y, si lo encuentra, es precario con un salario 9% menos que en 2008. Lo más grave es que este desconsolador panorama para la gente común puede empeorar. Así lo escribe Alejandro Inurrieta quien afirma que 2017 será un mal año para una parte considerable de la población. Pues, a pesar de los ditirambos triunfalistas del gobierno del Partido Popular, no se han abordado los verdaderos problemas del Reino de España: debilidad del tejido productivo, escasa tecnología avanzada en las empresas, políticas económicas caciquiles y de amiguetes, incesante corrupción que resta riqueza a las admistraciones pública, floja demanda interna… El empleo no mejorará este año, los salarios no permitirán vivir con dignidad a gran parte de la población y habrá más familias al borde de la exclusión. Situación agravada con el más que previsible aumento de la inflación, según varios indicadores (como la inestabillidad de los precios del petróleo) que podría ser del 2%, tras tres años de tasas negativas.

España continúa siendo un país de trabajadores mal pagados (que se traduce en floja demanda interior), muchas empresas demasiado pequeñas y poco eficaces y un gobierno al servicio de una minoría. A lo que añadir un sistema fiscal regresivo y nada redistributivo que hace de España uno de los países europeos con menor capacidad para reducir desigualdades. En desigualdad solo nos ganan Letonia, Bulgaria, Estonia y Lituania, los últimos de la fila europea.

Que el actual sistema de impuestos es injusto y regresivo lo demuestra que, aún con desempleo crónico, bajos salarios y precariedad laboral, son las familias quienes aportan la mayor parte de ingresos al Estado: 84% de la recaudación, en tanto que las empresas solo abonan un 13%. Con el agravante de que el gobierno y el partido que lo sostiene no tienen la menor voluntad política de acabar con el agujero de los ingresos del Estado para poder redistribuir la riqueza con algo más de justicia. Sin olvidar que es probable una desaceleración de la actividad económica en 2017 porque turismo y exportaciones serán más flojos por factores externos. Y eso ocurre con una patronal que cree que solo se puede reducir el paro creando “empleo de baja calidad”. Así lo ha dicho sin el menor rubor el presidente de la Comisión de Economía y Política Financiera de la CEOE, José Luis Feito. De lo que cabe concluir sin temor a errar que con tales empresarios estamos bien apañados en pobreza y desigualdad.

No va a ser facil, ciertamente, pero la situación es tan vulnerable que, si no se le da la vuelta al calcetín, esto no hay quien lo salve.




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