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Sara Ferrer (enfermera): La guerra en Siria ha dejado durante años a miles de menores sin vacunar

El país en conflicto necesita programas preventivos de vacunación y más campañas de choque ante casos de infecciones, sobre todo para los más pequeños. Desde que en 2012 la guerra se intensificó, la gran mayoría de niños están sin vacunar.


MSF

Sara Ferrer (Barcelona, 1954) es enfermera de profesión y ha trabajado casi diez años en nuestra organización. Empezó su carrera en República Democrática del Congo, “un auténtico campo de entrenamiento”, según confiesa.

Allí, los brotes repentinos de enfermedades como el sarampión, cólera o la meningitis nos obligaban a intervenir de urgencia y con rapidez.

Tras un recorrido profesional por varios países africanos así como Yemen, actualmente coordina nuestros proyectos en la gobernación de Alepo, en el norte de Siria.

¿Por qué es tan importante centrar esfuerzos en vacunar a la población infantil en Siria?

La guerra en Siria nos ha dejado estampas terribles a causa de la violencia, pero también efectos secundarios graves que pasan desapercibidos. Desde que se intensificó el conflicto en 2012, la gran mayoría de los niños que han nacido en muchas partes de Siria están sin vacunar y esto es muy preocupante. Entre que ha habido desplazamientos masivos de población de un lugar a otro y que las autoridades médicas y organizaciones no gubernamentales (ONG) no han podido centrar sus esfuerzos en estas actividades o no tienen recursos para ello, lo máximo que han recibido algunos niños son una o dos dosis en campañas aisladas. La población infantil siria no está preparada para toda una serie de enfermedades que se pueden prevenir como el sarampión, la rubeola, el tétanos o la neumonía.

Antes de la guerra se vacunaba con normalidad en Siria. Sin embargo, ahora nos encontramos ante un problema bastante generalizado, sobre todo en las zonas controladas por la oposición donde trabajamos y que son las que mejor conocemos. En estos momentos no tenemos acceso a zonas controladas por el Gobierno de Siria a pesar de haber solicitado permiso pero, según las autoridades médicas con operaciones allí, sí que hay alguna campaña. En cambio, en las zonas controladas por el Estado Islámico, la información que hemos obtenido tras supervisar el estado de los niños desplazados procedentes de algunas zonas que estuvieron bajo su control es que no están vacunados. No sabemos si se trata de algo generalizado.

¿Hay muchos casos de estas infecciones? ¿Tan preocupante es?

Se han documentado casos, aunque faltan datos consolidados y, de momento, han sido tratados a tiempo. El EWARN (Sistema de Alertas Tempranas, dependiente de las autoridades de Sanidad) reporta casos por todo el país (en las gobernaciones de Raqa, Idlib, Alepo, zonas rurales de Damasco…). De momento, son limitados pero ocurren en muchas zonas. El riesgo que corremos es que se junten factores como una falta generalizada de inmunización y desplazamientos masivos de población, ya que algunas de estas infecciones se transmiten por el aire. Si fuera el caso, las infecciones se expanderían en forma de epidemia y no las podríamos controlar. Durante el invierno, la gente opta por no moverse mucho debido al frío; pero con la llegada del buen tiempo se espera que intenten regresar a sus lugares de origen, allí donde el conflicto ha cesado. Es el caso de la ciudad de Alepo o a zonas de Al Bab cuyo control está cambiando de manos en el marco de una ofensiva.

¿Qué está haciendo MSF?

Por un lado, en nuestro hospital de Al Salamá (distrito de Azaz, gobernación de Alepo) llevamos a cabo desde hace varios años un programa ampliado de inmunización expandida (PAI) que tiene lugar una vez por semana. En julio de 2016 empezamos también a enviar equipos a los campos de desplazados del norte para frenar el riesgo de brotes de infecciones. Nos concentramos en una zona donde estimamos que viven actualmente unas 200.000 personas, de las cuales el 17% son menores de 5 años(unos 34.000). Es un proceso que incluye tres rondas. Aún trabajamos en ello en colaboración con otros actores humanitarios que se encargan de implementar la vacunación. Nosotros suministramos las vacunas, asegurarmos el mantenimiento de la cadena de frío mediante un proceso de supervisión y entrenamos al personal vacunador. Por otro lado, en el último año hemos lanzado dos campañas específicas de vacunación de sarampión, la última de ellas en enero después de que se confirmaran siete casos en el campo de Shamareek. Lideramos la vacunación, a cuya campaña se sumó también la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto con organizaciones médicas locales. En doce días vacunamos a 6.540 niños menores de 15 años, el 93% del objetivo.

Ahora estudiamos la posibilidad de ampliar nuestras acciones a otros lugares. En tres distritos de la zona rural del norte de la gobernación de Alepo donde trabajamos, estimamos que hay unos 143.000 niños menores de 5 años.

¿Con qué problemas se encuentran nuestros equipos a la hora de vacunar?

Nos hemos topado con algo de resistencia en algunas comunidades que creen que vacunar no es bueno. Por tanto, el trabajo de los equipos de promoción de salud es fundamental: hablar con las madres para que comprendan los beneficios de estas medidas preventivas en sus hijos. Por lo general, la aceptación es buena y aquellas familias que tienen varios hijos y ya han pasado por esto se suman rápidamente y comprenden la necesidad.

¿Por qué no hay más organizaciones vacunando en Siria?

Son programas caros y que cuestan mucho a nivel de recursos humanos. Tampoco es fácil conseguir las vacunas ni mantener la cadena de frío, necesaria para que no se estropeen. Esto nos sucedió en la ciudad de Alepo, por ejemplo. Entre julio y diciembre de 2016, era imposible introducir allí vacunas por el estado de sitio. Y aunque hubiéramos podido, no teníamos un supervisor especializado capaz de garantizar el mantenimiento de la cadena de frío y, por tanto, la calidad de las vacunas.

¿Qué se debería hacer?

Creemos que la OMS, otras agencias de la ONU y otros actores médicos deberían presionar para que aumentara la cobertura de población en las vacunaciones. Se están dando pequeños pasos, como un programa de inmunización para niños menores de 1 año en las gobernaciones de Hama e Idlib. Pero no es suficiente. Los niños sirios se merecen una mayor protección ante un futuro complicado. Y actualmente este es un campo donde tenemos un valor añadido.

Entre julio de 2016 y febrero de 2017, hemos vacunado un total de 35.907 niños menores de 5 años en cuatro distritos de la gobernación siria de Alepo, en el marco de un programa ampliado de inmunización expandida (PAI). También 5.733 mujeres en edad de procrear (entre 15 y 45 años de edad) han sido vacunadas de tétanos. Además, llevamos a cabo otras campañas de vacunación en otras gobernaciones de Siria.




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