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De regreso

OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave, México.- Vinimos nuevamente a estas tierras ibéricas para cumplir con el cometido, por ser jurados, de testimoniar la entrega a Eduardo Mendoza Garriga del máximo Premio de Literatura en Lengua Castellana “Miguel de Cervantes”, de manos de Felipe VI en la muy ilustre Universidad de Alcalá de Henares.
Todo ello en anteriores entregas lo narramos, sin disimular la emoción de nuestra participación, honor que debemos a nuestra querida Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP. Después nos tomamos unos días sabáticos haciendo adobes.

Esta última etapa, la dedicamos a conocer Cantabria, su capital Santander y muchos otros municipios, algunos muy pequeños pero todos con el encanto de ubicarse en las comarcas campiñas ganaderas, agrícolas y no se diga de las marítimas, algunas de ellas son todo.

Algo que llama la atención es que muchos de estos pueblos son, desde tiempo inmemorial, paso obligado de peregrinos que tiene como destino final y de esperanza, Santiago de Compostela en el País Vasco. Por donde quiera surgen los paradores de todo tipo, pero todos adecuados y con alta atención de sus dueños y empleados.

Santander es una ciudad capital y puerto de gran dinamismo y desarrollo. En su plaza principal con un gran monumento se conmemora el Levantamiento del Dos de Mayo de 1808, esa protesta popular de los madrileños que intentaron reprimir a las fuerzas napoleónicas intervencionistas y que prendieron por todo el país, con dicha indignación y los llamamientos públicos, la insurrección armada que desembocaría en la Guerra de Independencia Española.

Los héroes de mayor graduación de aquella jornada fueron los capitanes Luis Daoíz y Torres, que asumió el mando de los insurrectos por ser el más veterano, y el cántabro, Pedro Velarde y Santillán. Ambos ofrendaron sus vidas por la independencia y el decoro español.

También frente al puerto el busto de Juan de la Cosa, el navegante y cartógrafo español conocido por haber participado en siete de los primeros viajes a América y por haber dibujado el mapa más antiguo conservado en el que aparece el continente americano.

De estos ayuntamientos se puede decir todo, se habla mucho en el mundo de los caseríos vascos, es el caso que los cantábricos no se quedan atrás; en una amalgama de insuperable belleza estética se conjugan los conjuntos de las bellas casucas, sus sembradíos, sus hatos ganaderos y todo bañado por el Mar Cantábrico límite del Océano Atlántico, que regala al paladar los especies más sofisticadas que hayamos disfrutado.

Nos alojamos en un parador de Santillana del Mar, visitamos entre otros pueblos, Comillas, donde se puede visitar el Capricho de Gaudí, o Villa Quijano, por su propietario, que sólo la disfrutó ocho días, ya que le sorprendió la muerte. Esta que es una de las tres construcciones que Antoni Gaudí, construyera fuera de su natal Cataluña. Es una casona de exotismo polícromo que representa el comienzo modernista del joven arquitecto.

San Vicente de la Barquera, con sus impresionantes paisaje. Después en Herrerías, Valdáliga y Rionansa, en la sierra de Arnero, donde se localiza la Cueva del Soplao, una gruta imponente, cuya cavidad está considerada una de las grandes maravillas de la geología, atesorando una inusitada variedad de espeleotemas, desde las formaciones céntricas más habituales: estalactitas, estalagmitas y últimamente el descubrimiento de un tesoro: un enorme yacimiento de ámbar azul.

Antes de iniciar el retorno, respetados lectores y radioescuchas déjenme decirles que en estos pueblos se canta, se baila y se ríe. En Santillana del Mar, en Casa Quijano, donde se elaboran los más ricos panes fabricados con su exquisita leche. En su portada en una azulejo se lee la siguiente leyenda, es común que las mujeres tiren del ingenio para salir adelante: Doña Leonor Fernández quien heredo de su madre el puesto, que tiene como lema: Quien no se tomase un vasuco de leche y un bizcocho no se casaba. Ella consciente de que no hay tal, le agregó la siguiente leyenda, Santillana del Mar, es la localidad de las tres mentiras. Ni es santa, ni es llana y ni tiene mar. Lo que si atesora es una de las mejores leches de España y un bizcocho, que absorbe la leche como si fuera vampiro, porque es esponjoso y tiene una “receta secreta” que sin duda lo hace sumamente especial. No vemos en México.




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