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La lección musical de Turquía

Jorge Zavaleta Alegre /Nueva York.- La música turca es, al igual que la árabe y la persa, uno de los principales “dialectos” del lenguaje musical propio de los países musulmanes. Música popular como la de Zara Zamani Gelda o de Mozart, con la Marcha Turca, expresan la inmensa riqueza musical de este país.


Cuando uno escucha a Zara Zamani Geldi, cantante y actriz turca, quien ganó la Mariposa de Oro por "Mejor Cantante de Música Popular Turca" , cualquier latinoamericano debería sentir cuan poco o nada realizan los países de esta parte del planeta para promover su rica tradición musical, salvo Argentina, Cuba, Colombia, Bolivia o Chile.

Zara Geldi es considerada como una artista representativa de la música de su país. La música popular tradicional (Türk halk müziği), menospreciada e ignorada durante siglos, ha sido recuperada por musicólogos y folkloristas. Representa la esencia de tradición nacional, es de origen asiático y no conserva elementos de la antigua Grecia. En ella encontramos una parte profana, que aún hoy suele interpretarse al aire libre con instrumentos ruidosos, en unos casos el davul y en otros, la zurna, y otra religiosa.

Zara Geldi o Nese Yilmax confiesa a los periodistas en un teatro de Nueva York que fue estudiante en el conservatorio estatal de la universidad técnica de Estambul. Fue en el departamento de la música vocal, cuando ganó un concurso nacional de la escuela secundaria de la música y de la danza popular como solista musical turco del folk del sexo femenino.

Ella nació en Estambul, Turquía,  y estuvo casada solo cinco años con el propietario de la compañía de grabación İskender Ulus. Su talento se pone en evidencia cuando interpreta la música tradicional turca, la cual recibe constantemente numerosas influencias culturales, que se superponen a las islámicas más ancestrales y a las propias de Anatolia, y entre ellas no faltan, por supuesto, las modernas aportaciones de la música Europea.

Albert Lázaro-Tinaut explica que algunos juglares interpretan la música con instrumentos de cuerda pinzada. La mayor parte de estos instrumentos, como veremos más adelante, se usaba en el antiguo Imperio otomano.

La música profana encuentra su más alta expresión en las bodas, ceremonias que pueden llegar a durar hasta una semana. La música religiosa, en cambio, es más discreta y queda relegada, sobre todo, a algunas cofradías sufíes.

En las regiones de Esmirna, Aydin y en algunas zonas montañosas, es frecuente que estas danzas sean interpretadas por grupos folklóricos asociativos. Mustafa Kemal Atatürk planeó incluso establecer una danza nacional basada en el zeybek para la Turquía republicana, de la que es considerado fundador en 1923.

Las influencias de la música clásica otomana son muy diversas, al igual que las de la música popular: bizantina, turca, árabe, persa, armenia e incluso zíngara. Esta variedad de inspiraciones hizo que los otomanos fueran los primeros en utilizar una notación musical sistemática en el mundo musulmán.

Según musicólogos turcos, habría que buscar los orígenes de la música otomana en la época del Imperio selyúcida (entre los siglos XI y XIII), aunque su refinamiento tendría lugar más tarde en las grandes ciudades, sobre todo en Constantinopla, de donde le vendría esa condición elitista. Mientras tanto habría evolucionado de algún modo a través de la música popular anatolia relacionada con el ámbito religioso y militar (de ésta procedería la mehter takımı, la música marcial otomana).

Albert Lázaro-Tinaut, en una profusa investigación de la música, destaca el artículo de Mario Scolas “Les musiques en Turquie” (en Last night in Orient, 25 de diciembre de 2007) y habla en plural cuando se refiere a las músicas turcas, porque ratifica que hay diversos elementos que han ido surgiendo a lo largo de los siglos para configurar el conjunto de la cultura musical popular del Asia Menor.

Al hablar de Asia Menor encuentra elementos procedentes de otros pueblos del antiguo Imperio otomano, que van desde la música persa hasta influencias balcánicas, o que son herencia del aún más antiguo Imperio bizantino. En Turquía también son muchos los tipos de danza tradicional que se conservan.

Estambul (las antiguas Bizancio y Constantinopla) puede considerarse, en cierto modo, la síntesis de esa diversidad. Puesto que el Imperio otomano se extendía por los territorios de treinta y cinco estados actuales, y que en Constantinopla, su capital, había gentes procedentes de todos ellos. Estambul continúa siendo tan cosmopolita como antes, y quienes llegan a ella actualmente proceden de todos los rincones de Turquía, pero también de los Balcanes, el Cáucaso, el Asia central turcófona y el Próximo Oriente.




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