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La MedOllín Que Mata

OPINIÓN de Mauricio Castaño H., Colombia.- Sí, la MedOllín que mata. La Medellín techada de hollín. La emergencia ambiental está cobrando ocho muertes diarias relacionadas con el aire que se respira en esta ciudad. La salud pública no importa. La industria automotriz, de combustible y fabril les tiene sin cuidado cuánto contaminan. Frente a las medidas de restringir el uso del carro particular, los gremios la retrocedieron, adujeron millonarias pérdidas en el comercio, más de veinte mil millones de pesos diarios. El alcalde, como regañado, salió y se disculpó por las medidas tomadas y a renglón seguido notificó la suspensión de las mismas. Los gremios se imponen, se impusieron, el alcalde demostró su obediencia, demostró a quién se debe, de quién recibe las órdenes. Y la ciudadanía en general en desconcierto, está doblegada a tragar un aire mortífero.



El epidemiólogo Elkin Martínez “reveló que en los últimos 30 años han fallecido unas 65.000 personas por afecciones respiratorias vinculadas a la contaminación del aire. En 2016, la cifra de víctimas mortales asociadas a esta problemática ascendió a 3.000, es decir, un promedio de ocho muertes por día; una cada tres horas.” Una cifra que supera la violencia homicida. El material particulado en la ciudad no cumple con los estándares internacionales, las escalas son las siguientes: Bueno: 0 a 12.4 microgramos por metro cúbico, Moderado: 12.5 a 35.4 microgramos por metro cúbico, Dañina a grupos sensibles: 35.5 a 55.4 microgramos por metro cúbico, Dañino: de 55 microgramos por metro cúbico en adelante. Y Medellín o mejor MedOllín ha alcanzado los 125.

Los gremios, pusieron el grito en el cielo, tumbaron la regulación pública para el bienestar general, y aducen que el esfuerzo debe ser particular, de cada quién, a conciencia individual: “las medidas deben ser voluntarias y no impuestas. Y todos los actores debemos asumirlas,” Fenalco. Impusieron el principio de la filosofía de mercado: el mercado hasta donde sea posible el Estado hasta donde sea necesario. La posibilidad del mercado es abierta, lo que más se pueda abarcar, mientras que el Estado es restringido a lo necesario, es cerrado, tendiente a achiquitarse. Cada vez las sociedades son vistas como un gran mercado en donde todo se vende y todo se compra, y el Estado apenas es su apéndice, por eso los gobernantes cada vez son más arrodillados a los grandes empresarios, son ellos quienes ponen las reglas, quienes ponen y quitan políticos acorde a sus intereses.

La dirigencia de esta ciudad es miope, priman sus ganancias egoístas y no cuidan el entorno, el hábitat de todos, el oikos, nuestra casa común. Desprecian a quienes cuidan de los bienes comunes, por eso el alcalde Gutiérrez desautorizó a sus funcionarios rigurosos por hacer las mediciones técnicas que activaron las alertas rojas ambientales. Los empresarios no quieren renunciar a sus ganancias sin importar las afectaciones a la salud de los ciudadanos y la destrucción del medio ambiente. Es una dirigencia inescrupulosa, nunca le ha importado un desarrollo equilibrado del territorio, de la ciudad. Su mayor preocupación es hacer el mayor dinero posible al menor costo. Por eso la ciudad cada día es un caos: la empresa privada capta el recurso público para las megas obras, para echar cemento, muchas obras millonarias inoficiosas, incentivan la industria automotriz con tecnologías nada limpias, la peor gasolina y el peor diesel se consume en esta ciudad, las fábricas pasan por alto las normas que las regulan.

Nos parece poco conveniente esta filosofía de poner el énfasis en el cada quién cuando se trata de medidas públicas regulatorias de la emergencia ambiental, de acudir a la esfera privada, a la autorregulación ciudadana cuando el problemas no es privado sino público, el mayor problema es la industria automotriz que sigue produciendo carros con combustible sucio, contaminante, el mayor problema es de los negociantes que no quieren cambiar la tecnología. No es elegante salirse por la tangente, y mucho menos elegante es poner el énfasis en las ganancias y no en las vidas humanas y su entorno, pues una actitud ética reprobable es ensuciar el territorio que no habito. Saco las ganancias y contamino en donde no vivo. Sus residencias están a las afueras de lo contaminado, en otra ciudad, en Llano Grande, lejos de los peligros ambientales, lejos de la inequidad y la inseguridad delincuencial. Nuestra moraleja: La industria está por encima de la Política, ella le dicta su quèhacer, no importa si va contra el interès comùn, contra la salud de la población. Ciudadanos de todo el mundo, solidaridad, resistencia civil, no venir a MedOllín mientras esté el aire que mata.




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