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Argentina: Infancias trans, las posibilidades de ser

Las Infancias trans es un tema hoy mediatizado pero que comenzó a debatirse en Argentina antes de que se sancionara, en el año 2012 la Ley de Identidad de Género. Luana y su mamá Gabriela Mansilla, afrontaron este debate, sus propios prejuicios y la violencia institucional que juzgaba la diferencia y la libertad de elección.


Eluney Aguirre. Buenos Aires, Laizquierdadiario. - Luana es la primera niña en el mundo que logró cambiar su género en su documento de identidad (auto percibida). Esto se logró mediante la lucha que dio su familia junto a otras organizaciones y profesionales.


Las infancias trans constituyen un tema complejo que interpela la concepción binaria del género, aún más cuando las instituciones del Estado lejos de dar una respuesta a los niños y niñas que problematizan su sexualidad, legitiman y reproducen la norma.





Ellas y ellos se encuentran desde sus maneras de ver el mundo con todas las contradicciones propias de este sistema y se enfrentan a una sociedad regida por el binarismo como única forma de constituirse identitariamente. Esta concepción es ancestral e intencional. Conlleva maneras, signos, mandatos, normas específicas.

Hay un lugar asignado para las mujeres y un lugar asignado para los varones, tanto político, social, y económico que es funcional a la sociedad capitalista patriarcal.

Se hace necesario aclarar, de manera sintética la diferencia entre orientación sexual e identidad de género. La primera refiere al deseo, gusto, ganas que una persona siente hacia otra, ya sea del mismo sexo o no. La orientación sexual también está normalizada y la heterosexualidad es la socialmente aceptada, ya que tiene una finalidad importantísima que es la perpetuación y reproducción de la humanidad.

Por otro lado, la identidad de género es la forma biológica que asignan a las personas, según la genitalidad, es decir “vagina: mujer” y “pene: varón”.

Con esta última nos interesa discutir. Las personas trans, no necesariamente son homosexuales, se auto perciben de otra manera que no es la asignada biológicamente. La identidad de género no define la orientación sexual ni la orientación sexual a la identidad.

La identidad auto-percibida es la manera que una o uno se siente pero en esta sociedad donde prima el binarismo, no hay muchas opciones: o sos mujer o sos varón. Al contrario de esta dicotomía que plantea la norma, estas niñas y niños nos interpelan y nos dicen que no les asignaron un cuerpo equivocado y que son niñas o niños trans. ¿Podemos decir que sienten de una manera y sus genitales son diferentes? Pues sí; es más comprensible cuando conocemos experiencias concretas.

Nos acercamos a San Martín de los Andes, donde nos encontramos con "L", mamá de "P", una niña transgénero. Entramos a su casa, y en un cálido ambiente nos contó su historia, la de "P", sobre cómo transita hoy su maternidad y la importancia de estar organizada y en contacto permanente con otras familias que viven la misma experiencia a lo largo y ancho del país.

"L" nos cuenta que "P" a los dos años le dijo: “mamá cuando el médico te dijo que era varón se equivocó”. Al principio creía que su hijo era “afeminado” pero cuando lo escuchó le respondió sin pensar “si, hija, se equivocó” Comprendió que a partir de ese momento su hijo “se sintió más libre”. Se contactó con otras familias y otras experiencias de niños y niñas transgénero para acompañar a su hijo en la transición.

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"P", ahora tiene 5 años y junto a su familia se enfrentan no sólo a los prejuicios del “pueblo” sino a la violencia institucional del Registro Civil, la Defensoría del Pueblo, al silencio cómplice de los medios de comunicación: “Es una lucha que no termina”, nos dice "L".

Si bien dieron un paso muy importante y lograron que "P" tenga un documento acorde a su identidad auto-percibida, la igualdad ante la ley no es igualdad ante la vida. "L" nos cuenta que no fue fácil este camino. Tuvieron que pelearla con “la ley en la mano”, enfrentarse al desconocimiento y prejuicios de las instituciones, y sabe que la pelea sigue “cuando "P" empiece la escuela primaria”, cuando sea adolescente, cuando tenga que insertarse en el mercado laboral. “Yo lo único que quiero es que sea feliz”, nos dice.

En la conversación, pasamos de dudas, a mitos, a contar experiencias personales. “Luchamos todos los días, para que nuestras niñas y niños quieran sus cuerpos”, esta es la consigna que para "L" sintetiza esta pequeña lucha, que inspira a otras a re-pensar, des-hacer, y des-armar nuestras prácticas en los diferentes ámbitos educativos, de salud, medios de comunicación y culturales.

La historia de "L" y la capacidad de acompañar la identidad auto percibida de su hija, su cuerpo, por fuera de todo determinismo biológico, es un pequeño ejemplo pero no es la realidad que viven todas las personas transgénero en nuestro país. Hoy, la expectativa de vida de las personas trans sigue siendo hasta los 35 años, no tienen igual acceso a la salud, a la educación ni al trabajo.
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Como dice Leslie Feinberg “Ninguna persona será libre hasta que no hayamos forjado un sistema económico que satisfaga las necesidades de cada persona que trabaja. Como las personas trans, no seremos libres hasta que luchemos y ganemos una sociedad en la que no haya clases, que se beneficia de fomentar el odio y los prejuicios, donde las leyes que restringen el sexo y el amor humano serán impensables”.

Fotos: La Izquierda/Diario.




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