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“Centenares de personas refugiadas sursudanesas han sido víctimas de violencia sexual en los últimos meses”

La organización Médicos Sin Fronteras ha puesto en marcha sendos programas de atención médica y psicológica para las víctimas de violencia sexual y de violencia de género en los campos de personas refugiadas de Bidi Bidi e Imvepi, en Uganda. Marie-Anne Henry, matrona de Médicos Sin Fronteras, lleva coordinando estas actividades desde el pasado mes de abril.





¿Por qué MSF comenzó actividades de asistencia a víctimas de violencia sexual?

Muchos de los refugiados de Sudán del Sur han sufrido graves niveles de violencia, incluyendo violencia sexual. Han sido violados o agredidos sexualmente y muchos de ellos han visto cómo sus familiares corrían la misma suerte o cómo eran asesinados. Algunas personas han sido violadas repetidas veces. Es muy importante para ellos recibir primeros auxilios y tratamiento psicológico lo más pronto posible, pero para muchos de los supervivientes no es fácil hablar de lo que les ha pasado. Muchos están traumatizados y asustados. En Impevi abrimos el pasado mes de mayo una clínica de atención a víctimas de violencia sexual para asegurar un espacio seguro y neutral donde los supervivientes de este tipo de violencia puedan acceder a atención médica y psicológica a tiempo. Antes de que MSF comenzara sus actividades, cada vez que un superviviente acudía en busca de ayuda médica su caso era primero denunciado a la policía, lo que en la práctica suponía que tuviera que pasar por un largo e incómodo proceso antes de poder recibir apoyo y atención. En MSF no denunciamos los casos a la policía a menos que nuestros pacientes quieran hacerlo. Nuestra prioridad pasa por ofrecer tratamiento a las víctimas antes de que sea demasiado tarde.

¿Qué tipo de atención brinda MSF?

En nuestra clínica en el campo de refugiados de Imvepi, proveemos tratamiento de primeros auxilios y atención psicológica en cuanto los recién llegados son registrados. En la consulta realizamos una prueba de VIH y, en el caso de que el ataque haya ocurrido en algún momento dentro de las últimas 72 horas, proveemos tratamiento de profilaxis post-exposición para prevenir posibles infecciones. También dispensamos anticonceptivos de emergencia para prevenir embarazos no deseados.

Si la mujer resulta estar embarazada de menos de 16 semanas y desea terminar con su embarazo, la referimos a una clínica regional para que pueda hacerlo. Si la gestación ya ha superado esas 16 semanas, dado que la interrupción no puede ser realizada, la referimos a la clínica de cuidados prenatales que gestionamos en Bidi Bidi. Tenemos matronas entrenadas específicamente para el cuidado de víctimas de violencia sexual, así como psicólogos y consejeros. También tenemos una colaboración muy estrecha con la clínica de salud mental de MSF en Bidi Bidi, ya que muchos de nuestros pacientes necesitan atención en salud mental para tratar sus síntomas, que van desde el desorden de estrés post-traumático a la depresión. La mayoría de los pacientes son mujeres, pero también recibimos algunos hombres. Los casos complicados y los niños son referidos a nuestro centro de referencia central en Bidi Bidi. Allí comenzamos las actividades en marzo; un par de meses antes que en Impevi.

Ya que es importante para las víctimas el acceder a tratamiento tan pronto como sea posible, también realizamos capacitaciones al personal sanitario de los centros de tránsito, desde donde parten los autobuses hacia los asentamientos de refugiados. Realizamos donaciones de medicamentos y les formamos para que sepan cómo monitorear, identificar y asesorar a las víctimas antes de referir los casos a Imvepi.

Lo que estamos haciendo es construir un camino para la gente reciba atención médica especializada desde su llegada a Uganda hasta su re-locación en los campos de refugiados.

¿Cuántos pacientes han tratado hasta el momento?

Hasta el momento hemos tratado a 49 pacientes, incluyendo 3 hombres y 20 niños menores de 18 años. El paciente más joven que atendimos fue un niño de 5 años que fue violado y agredido físicamente en varias ocasiones en Sudán del Sur. Entre nuestros pacientes, el 33% experimentó violencia sexual en Sudán del Sur, el 23% durante su viaje a Uganda, el 19% en la zona fronteriza y el 18% en el asentamiento o en el centro de recepción de refugiados.

¿Cómo encuentra MSF a las víctimas de este tipo de violencia?

En el centro de recepción de Imvepi estamos realizando una encuesta para recopilar información acerca de dónde provienen los refugiados, los motivos por los que huyeron y si han presenciado o han experimentado violencia. Es posible identificar supervivientes de violencia sexual y de género a través de este estudio. También hacemos una ronda diaria con las otras organizaciones humanitarias para conocer si han encontrado casos de violencia sexual y de género.

Otra forma de localizar a los pacientes es el boca a boca, ya que aquellos que visitan nuestra clínica les cuentan a su comunidad acerca de nosotros. Además, implementamos actividades de sensibilización cada dos semanas con personas clave de la comunidad, a quienes les pedimos que se involucren y nos ayuden a  difundir nuestros servicios. Por otra parte, el hecho de trabajar tan estrechamente con nuestros equipos de vigilancia de salud también nos ayuda, ya que ellos se encuentran con estos casos durante sus actividades de recopilación de información médica sobre desnutrición, morbilidad y mortalidad.

¿Cuáles son los principales desafíos que está enfrentando MSF?

Para prevenir el VIH y los embarazos no deseados, los pacientes deben ser tratados dentro de las 72 horas posteriores a la agresión. Si las personas fueron violadas en Sudán del Sur o en la frontera, esas 72 horas transcurren fácilmente durante su viaje o cuando realizan el registro y monitoreo. Incluso una vez que llegan al centro de recepción, tienen que hacer fila para el registro y para la distribución de alimentos y de artículos no alimentarios. Ir a la clínica donde se brinda atención en violencia sexual y de género no siempre es considerado una prioridad.

Otro desafío es el seguimiento de los pacientes una vez que se han establecido. Los asentamientos de refugiados son enormes y como algunas personas se desplazan de una zona a otra, es difícil saber quién se encuentra en cada lugar. Ahora estamos trabajando con nuestros equipos de vigilancia para mejorar nuestra capacidad de seguimiento. En términos generales, estamos viendo que no hay servicios disponibles suficientes para supervivientes de violencia sexual y de género.




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