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Muchos interrogantes a pocas semanas de la largada oficial

OPINIÓN de Emilio Marín, Argentina.- En pocos días más los partidos políticos deberán inscribir sus alianzas y luego presentar sus listas de precandidatos. En algunos casos, no todos, irán a internas en agosto y otros directamente a la competencia de octubre.
La Argentina está entrando en la campaña propiamente dicha, con vistas a las elecciones legislativas nacionales de octubre.

Y son muy importantes, por los temas que estarán en debate y que hacen a la vida de los más de 40 millones de argentinos, por más que en muchos casos se banalicen a puro marketing y promesas a incumplir por una buena parte de los candidatos.

A propósito, todavía se recuerda la consigna de Mauricio Macri en octubre y noviembre de 2015, de “pobreza cero”. Después de ganar y convertirse en presidente aclaró que hacían falta veinte años de crecimiento sostenido para llegar a las puertas de ese ideal. Y en la práctica se verificó un aumento de la pobreza, al punto que el Indec y el Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina estimaron en 1.5 millón de nuevos argentinos caídos en esa triste condición en el primer año de su presidencia.

Al margen de esos resultados adversos para los votantes, incluso para una parte de los del PRO-Cambiemos, la compulsa electoral de octubre será necesaria no sólo para cumplimentar trámites legales sino, sobre todo, para tratar de retomar una senda de crecimiento económico y más derechos. Que se logre o no, eso está por verse, y sobre todo la cuestión de quiénes pueden ser los mejores para ese objetivo, en términos personales y partidarios.

Para el oficialismo, las elecciones son la oportunidad para consolidar su victoria de dos años atrás. Al interior del frente que gobierna, el sector macrista procura expandir su fuerza propia en detrimento de aliados menores como los radicales y otros de gravitación provincial.

La oposición, en cambio, quiere poner un freno a las medidas de Macri, juzgándolas perjudiciales. Alienta la idea de ganar mayorías en el Congreso para frenar leyes afines al neoliberalismo y votar otras con sentido popular. Y en el fondo, ven las legislativas como una pelea de semifondo pensando en la revancha de 2019, cuando sean las presidenciales.

En esa oposición está el peronismo en un sentido amplio, con todas las diferencias habidas y por haber entre la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el kirchnerismo más convencido, de una parte, y diversas fracciones del Partido Justicialista oficial e incluso el sector de Florencio Randazzo, quien parece dispuesto a disputarle a Cristina las candidaturas en tierra bonaerense.

Por momentos navegando a dos aguas entre el gobierno y la oposición está el Frente Renovador de Sergio Massa y su aliada del GEN, Margarita Stolbizer, con socios menores como Libres del Sur. Busca terciar en esta ocasión con 1P, Un País. Su idea, que no debería ser subestimada, es supuestamente transitar una “avenida del medio” o del centro, entre macrismo y kirchnerismo, alejada de las banquinas extremas del populismo y del neoliberalismo, según su sesgada presentación.

Fechas a tener en cuenta

El 15 de marzo pasado la Cámara Nacional Electoral aprobó el cronograma para las elecciones nacionales. Estableció que las Primarias, Abiertas, Simultaneas y Obligatorias (PASO) serán el 13 de agosto y los comicios generales el 22 de octubre.

El 14 de junio es la fecha tope para solicitar el reconocimiento de alianzas transitorias y confederaciones para los comicios. Eso es la próxima semana, lo que da una idea de la inmediatez de los plazos, lo que está obligando a los dirigentes de los diversos partidos a andar a las corridas para anudar o romper acuerdos.

La otra fecha importante es el 24 de junio, cuando vence el plazo para la presentación de las listas de precandidatos ante las juntas electorales partidarias.

Si el 14 se sabrá qué fuerzas pudieron congeniar al punto de presentar alianzas, diez días más tarde se conocerá la lista o listas de precandidatos. Si hay más de una querrá decir que se irá a las PASO, cuya fecha fue establecida por la Cámara Nacional Electoral para el 13 de agosto.

El 14 de julio comenzará oficialmente la campaña hacia esas internas, pero es obvio que los diferentes protagonistas no respetarán esa fecha porque la han iniciado mucho antes. Es una formalidad que nadie respeta.

Tras las PASO, las legislativas se realizarán el 22 de octubre, con quienes hayan ganado las PASO o las hayan evitado con lista única. Y el 17 de septiembre será el inicio formal de la campaña electoral que al igual que la relativa al inicio de la campaña por las PASO también será un saludo a la bandera porque la campaña está lanzada.

Esas fechas, así como las vedas de 48 horas antes de los comicios, no rigen en la práctica porque los grandes partidos encuentran vericuetos para continuar su propaganda, en muchos casos disfrazada de “actos oficiales” de gobierno, de claro sentido electoralista.

De todos modos era necesario recordar el cronograma. Hoy las fechas a tener en cuenta como más urgentes son las del 14 y 24 de junio.

Como el domingo pasado hubo elecciones para intendente de la capital de Corrientes, donde ganó un radical a nombre de la boleta de Cambiemos, Eduardo Fassano, por 3.7 puntos sobre el justicialismo, el presidente, ministros como Marcos Peña y Rogelio Frigerio, y la ministra sin cartera Elisa Carrió, reivindicaron ese triunfo como anticipo de lo que ocurriría en octubre a nivel nacional.

En cambio el presidente formal del PJ, José Luis Gioja, enfatizó la victoria del peronismo en las primarias de La Rioja y Chaco, donde en poco tiempo se elegirán legisladores provinciales. Según el ex gobernador de San Juan, “Barrick Gold friendly”, esas dos provincias preanunciaron la victoria peronista en octubre.

Pros y contras

El gobierno de Macri tiene en contra la persistencia de un alta inflación, que vino a dejar en ridícula su promesa de que resolverla sería fácil. El alza de precios en alimentos, transporte y servicios, que se lleva lo fundamental de muchos sueldos, ha sido impiadoso y motiva poca predisposición a meter otra vez la boleta de Cambiemos. Su alevoso endeudamiento público, que asciende a 81.000 millones de dólares en lo que va de gestión, batió records internacionales y supone una “pesada herencia” que habrá que tomar con beneficio de inventario.

Sus peleas internas con el radicalismo, por caso en Córdoba; con Martín Lousteau y ECO, en Capital, y los cortocircuitos que genera Elisa Carrió, también liman en parte las posibilidades del macrismo.

Por el lado del peronismo se afianzó la chance de que CFK sea cabeza de lista al Senado por Buenos Aires. Ella se ha manifestado dispuesta a tomar esa responsabilidad y tiene buenas mediciones; hasta Morales Solá en “Gaceta Ganadera” reconoció que llegan al 45 por ciento de intención de voto en La Matanza. De allí que una buena cantidad de intendentes la quiera en su lista, no tanto por amor sino por espanto a perder ese caudal del que ellos dependen.

El problema es doble para la ex presidente. El último está representado por las numerosas operaciones judiciales, mediática y en definitiva políticas, movidas por el macrismo, a fin de desgastarla, desprestigiarla y eventualmente detenerla, siempre bajo acusaciones de corrupción. Las últimas dos semanas fueron abundantes al respecto.

Y el problema interno es que no todos los sectores justicialistas bendicen su candidatura; los hay que protestan por lo bajo y otros, menos, que lo proclaman públicamente y vienen cerrando filas en torno a Randazzo. Este ya presentó sus avales para participar en las PASO, una competencia que la ex presidente no quiere, lo que no deja de ser una contradicción cristinista, si se tiene en cuenta que la reforma electoral que las creó fue de su autoría. Y efectivamente sirven o pueden servir para una competencia democrática y armar listas más plurales.

Los kirchneristas e intendentes aliados, en cambio, proponen una lista de unidad y aseguran que las PASO sólo servirían a Macri para dividir la oposición, un criterio que el cronista no comparte.

En principio no habría internas dentro de 1 País, la flamante criatura de Massa y Stolbizer. Quien en 2015 compitió con el de Tigre, José M. de la Sota, se bajó de la postulación por Córdoba; según las malas lenguas podría estar tocado en poco tiempo por denuncias de negocios con Odebrecht. Despejado el camino, en Buenos Aires la dupla Massa-Margarita quiere ocupar la avenida del centro por oposición al populismo de CFK y el neoliberalismo de Macri. Que lo consigan, eso tiene otro precio, aunque las legislativas se prestan un poco más para escaparle a la polarización.

Los que sí podrían tener internas son las fuerzas trotskistas del FIT, por la pugna entre el PTS de Nicolás Del Caño y el PO de Néstor Pitrola. Lo llamativo es que estas fuerzas, que muchos creen representativas de la izquierda y los principios, no están disputando por ideas políticas ni programas sino por ver quién va primero en Buenos Aires. Tampoco pudieron ni quisieron armar un bloque único que sumara sus cuatro diputados. Quienes debieran dar el ejemplo de camaradería, de poner por delante un proyecto popular en común, están peleando como en un conventillo. O, para decirlo más políticamente, actúan como un típico partido pequeño burgués, absorbido por el sistema.




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