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Violencia urbana y respuesta humanitaria

El devastador efecto de la violencia urbana en la vida de las personas y sus medios de subsistencia, además del sufrimiento que causa, es una de las principales preocupaciones del CICR en muchos de los contextos en los que trabaja alrededor del mundo.

Este tipo de violencia –que suele ser una manifestación de la presión socioeconómica relacionada con una rápida urbanización, la expansión demográfica y los movimientos de población a gran escala– será una de las características que definirán el siglo XXI y, a la vez, uno de sus principales desafíos.

Violencia urbana y respuesta humanitaria del CICR
© CICR / J. Cornejo



Se calcula que, para el año 2050, dos tercios de la población mundial vivirá en zonas urbanas –muchas de ellas, megaciudades en expansión–, por lo cual las autoridades deberán enfrentar cada vez más dificultades para atender las necesidades de la población urbana, que incluyen vivienda, infraestructura, empleo y acceso a los servicios básicos, como la salud y la educación.

Muchas de las grandes ciudades de Asia Meridional, África y América Latina ya padecen las consecuencias de una expansión rápida y sin control, que se hace más visible en los barrios pobres de los suburbios, afectados por la violencia y el olvido. Sin duda alguna, la relación entre la urbanización y la violencia es compleja, dado que son muchos los factores que intervienen, como la inequidad social, la distribución desigual de los recursos, la falta de inversión, los bajos niveles de educación y el alto desempleo.

En muchas de las grandes ciudades, existen zonas que son muy inseguras tanto para la población como para los organismos estatales o las organizaciones de la sociedad civil que intentan trabajar allí. Los enfrentamientos de pandillas y actores armados con las fuerzas de seguridad estatales, sumado a las luchas entre esos grupos por el control de los barrios y los recursos económicos, hacen que algunas zonas urbanas sean consideradas territorios descontrolados y prácticamente ingobernables.

En muchos casos, la respuesta del Estado consiste en reprimir la violencia, generalmente mediante métodos para mantener el orden público, en lugar de abordar las causas subyacentes. Esta postura tiende a perpetuar la inestabilidad y fragilidad de estas zonas urbanas.

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