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Rara “dictadura” bolivariana: hace los comicios libres nº 22

OPINIÓN de Emilio Marín.- Este domingo son las elecciones a gobernadores en los 23 estados de Venezuela. Es la elección número 22 desde que Hugo Chávez abrió el ciclo bolivariano. Eso también desmiente, amén de otros hechos, la calumnia de que allí impera una “dictadura”.

Por decisión de la Asamblea Nacional Constituyente, órgano supremo del poder político, el 15 de octubre serán los comicios para elegir gobernadores en los 23 estados. La campaña comenzó el 23 de septiembre y duró hasta el 12 de octubre. Y 18.9 millones de ciudadanos están convocados a ejercer su derecho y designar a los gobernadores. Actualmente el oficialismo cuenta con 20 mandatarios estaduales y la oposición variopinta de la Mesa de Unidad Democrática tiene tres: Miranda, Lara y Mérida.

Según sondeos, el abanico unido bolivariano tiene chances de ganar en Apure, Guárico, Portuguesa, Barinas, Trujillo, Nueva Esparta, Sucre, Monagas, Delta Amacuro, Yaracuy, Cojedes, Falcón, Amazonas y Vargas.

En cambio, son parejas las posibilidades en Carabobo, Anzoátegui, Zulia, Aragua y Bolívar. Allí podrían ganar uno u otro de los bloques en pugna, aún por poco margen.

En Miranda, Lara, Táchira y Mérida tienen más posibilidades los opositores: en el primer caso por el prolongado gobierno de Henrique Capriles, de Primero Justicia, y en Mérida por los votos de Voluntad Popular, del político preso Leopoldo López. Este fue proyectado internacionalmente como una “víctima de la represión chavista” aunque está condenado por la justicia debido a su violenta campaña “La Salida” del año 2014 que provocó 43 muertos.

Todo es según el cristal con que se mire. Los opinólogos ligados a la oposición dicen que la MUD podría ganar en 13, 18 y hasta 20 estados, sobre todo si la afluencia de votantes resultara muy masiva.

Y a lo sumo “abren el paraguas” para criticar que el Consejo Nacional Electoral hubiera dispuesto, igual que el 30 de julio, cuando se votó para los 545 miembros de la Asamblea Nacional Constituyente, el cambio de lugares de votación de zonas muy castigadas por la violencia opositora que -cabe recordar- llamó al boicot de la ANC.

Según esos críticos, esos cambios de lugares afectan a 400.000 electores, pero éstos tienen la información de dónde deberán votar en esta ocasión, seguramente el mismo del 30 de julio. Esa crítica suena a excusa opositora. Tratan de preparar el terreno para explicar un resultado menos grato del que esperan conseguir.

Maduro, más fuerte

En una elección no se sabe el ganador hasta que se cuente el último voto. El aserto se confirmó el 13 de agosto en Argentina, cuando el macrismo proclamó una victoria en Buenos Aires que no era tal, antes de contar todos los sufragios.

Por eso, hasta la noche del 15 de octubre, cuando el eficiente sistema electoral venezolano proclame los resultados, no se sabrá quién ganó y quién perdió.

En la previa se puede afirmar que quien viene ganando la pulseada política es el gobierno de Maduro, por varias razones.

Primero, porque su administración fue la víctima de la campaña golpista de la oposición, que causó al menos 147 muertos (nótese, 3.41 veces más que los de 2014). El presidente siempre quiso que esa oposición negociara políticamente, abandonara las guarimbas y la violencia, y participara de elecciones, que es lo que está sucediendo ahora.

Segundo, porque desde el 30 de julio, cuando el 42 por ciento del total del padrón acudió a votar por la ANC, pese al boicot y extrema violencia, tales expresiones de violencia callejera fueron mermando hasta casi desaparecer.

Tercero, la Constituyente comenzó a operar como poder supremo, por encima del Ejecutivo, pacificando el país y quitando argumentos a la campaña adversa promovida por la MUD pero ante todo por la administración Trump y sus socios menores de la OEA. En agosto un grupo de 12 miembros de ese “Ministerio de Colonias de EE UU” (excanciller cubano Raúl Roa dixit) calificaron a Venezuela como dictadura. Eso dijeron los cancilleres de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú. El fortalecimiento de Maduro lo hizo un hueso imposible de roer, aún para roedores como Macri y Temer.

Cuarto, las sanciones de Donald Trump contra Venezuela, el 25 de agosto y el 24 de septiembre, no dieron resultados. Con la primera afectó financieramente a Caracas, impidiendo el giro en dólares de sus exportaciones petroleras y actividades de su filial Citgo en EE UU. La segunda impidió entrar a EE UU a funcionarios de Maduro y sus familias. Ambas, más la amenaza de Trump de invadir Venezuela, pronunciada el 12 de agosto pasado, realinearon a muchos venezolanos en defensa de la soberanía, dejando aislados a los traidores a la Patria de Simón Bolívar.

Unidad bolivariana

Quinto, el gobierno ha mantenido un alto grado de cohesión, aún en medio dificultades y maniobras adversas digitadas desde Washington. Una muestra de ello es que va a las urnas con candidatos unificados, con la excepción del Estado de Apure, donde además del candidato del PSUV oficialista concurre Vitico Castillo apoyado por el Partido Comunista de Venezuela.

En contraste, la oposición está muy fragmentada porque realizó internas que dejaron muchos “heridos”. La mayor parte de los ganadores fueron candidatos del viejo partido Acción Democrática, dirigido por Henry Ramos Allup, en detrimento de las formaciones surgidas en los últimos años.

En la MUD hubo una dura pelea intestina para dirimir si iban a participar o no de comicios para gobernador. La AD quería intervenir, pero agrupaciones como Vente Venezuela, de la exdiputada golpista María Corina Machado, y Alianza Bravo Pueblo, del intendente capitalino Antonio Ledezma, político preso en domiciliaria, se blindaron en el abstencionismo. Para éstos, participar de las elecciones sería legitimar la “dictadura”. Apuestan a volver a la violencia callejera, a que las sanciones de Trump provoquen más daño económico-social y masifiquen los reclamos, y así conseguir que el país se parezca a Libia o Siria. Ese final trágico demandaría la intervención militar extranjera, una perspectiva a la que no le hacen asco. El actual titular de la opositora Asamblea Nacional, Julio Borges, mantuvo en mayo una reunión con el general H.R. McMaster, el Consejero de Seguridad Nacional de Trump.

Ya planean formar un Tribunal Supremo de Justicia juramentado en el extranjero. ¿Dónde? En Washington, obvio.

La mayoría de los opositores va a la pelea electoral apoyando a sus candidatos que resultaron ganadores en esas internas, sin garantizar la inclusión de quienes fueron derrotados en esa instancia. Y habrá que ver hasta qué punto influye el abstencionismo de Machado y Ledezma, que no desean ver fortalecida la autoridad política y moral de Maduro y la ANC presidida por la excanciller Delcy Rodríguez.

Rara dictadura

El hermano de Delcy, Jorge Rodríguez, recordó que éstas serán las elecciones número 22 desde que Hugo Chávez entró al palacio de Miraflores en 1999. Rodríguez encabeza los diálogos con la oposición en República Dominicana, hasta ahora infructuosos.

De esa serie, la fuerza bolivariana sólo perdió el referéndum constitucional de 2007, por 1.5 puntos, y las legislativas de 2015, con admisión de la derrota casi instantánea a la difusión de los resultados por el CNE. En cambio la oposición, como Coordinadora Democrática o MUD, muchas veces impugnó guarismos más que contundentes de sus derrotas, denunciando fraudes inexistentes. ¿Qué hará el domingo?

Por la cantidad de elecciones, la limpieza de las mismas, la excelencia de mecanismos electorales, encomiados por la Fundación Carter y otros veedores internacionales, la caracterización del gobierno como una dictadura es calumniosa.

A esos detractores les duele que Chávez y su sucesor hayan movilizado a su población, elevado su nivel de vida y cultural, recuperado el petróleo y otros recursos, y sobre todo, terminado con la semicolonial IV República de adecos y copeyanos siempre subordinados al imperio. Les dolió la orientación tercermundista de Venezuela, integrada al ALBA junto a Cuba y con diálogo con Rusia y China, como el que mantuvo Maduro con Vladimir Putin el 4 del corriente.

Ese gobierno debe corregir muchos fenómenos de burocratismo y de corrupción; en el rubro petróleo se sospecha que en sólo 10 contratos con sobreprecios hubo coimas por 200 millones de dólares.

Go Home

A Maduro no lo quieren voltear por esos límites sino por sus logros, que en política tiene a la Asamblea Nacional Constituyente como una perla. A la MUD la puso furiosa la última declaración presidencial a la estatal VTV: todo aquel que vote el domingo estará reconociendo a la ANC y los gobernadores electos deberán juramentarse y subordinarse a dicha Asamblea. “Misteriosamente desaparecimos de la prensa y los medios internacionales, no hablan de Venezuela mientras ha durado la campaña electoral, han silenciado que tenemos una campaña ejemplar con la participación de la derecha, con cientos de candidatos. Ellos quieren vender al mundo puras noticias negativas, falsas y decir que en Venezuela hay una dictadura”, dijo el presidente. Agregó que el pueblo dirá “Yanquis go home”.

El gobierno bolivariano ganó la partida política. Falta saber, y no es poca cosa, cuántos gobernadores propios y cuántos ajenos deparará el domingo.




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