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Cuba, la isla donde el tiempo se detuvo

OPINIÓN de Joan del Alcàzar.- Recibí esta semana un correo desde un diario digital argentino, Infobae.com, pidiéndome respuestas a un cuestionario sobre lo que llaman elecciones municipales en Cuba, del domingo 26 de noviembre. No sé si hay expertos en elecciones cubanas, pero yo no me cuento entre ellos desde luego. No obstante, como el cuestionario era amplio y no se ceñía a la cita electoral, respondí con gusto.

Antes de hacerlo visité la web del diario oficial Granma, el diario opositor que dirige desde el interior de la isla la opositora Yoani Sánchez –14ymedio.com-, así como el portal de noticias Cibercuba, que se edita desde Estados Unidos. Como casi siempre que me acerco a la actualidad interna de Cuba, la realidad supera a la ficción.

Descubrí que el 25 de noviembre se ha cumplido el primer aniversario de la muerte de Fidel Castro y la efeméride aparece reflejada en los tres medios consultados, con diferente énfasis, claro está. En el Granma, órgano oficial del PCC, el recuerdo al líder desaparecido lo inunda todo, literalmente. No me causa sorpresa, sin embargo, que la referencia a la cita electoral municipal sea apenas testimonial. En 14ymedio.com la realidad informativa es muy distinta en cuanto al dirigente muerto y similar por lo que hace a elecciones. Cibercuba, por su parte, ignora la cita en las urnas, pero ofrece dos perlas sobre el aniversario de la muerte de Castro. Una es una noticia de una comparecencia de Francois Hollande en Madagascar, con motivo de una cumbre francófona, con un titular que impacta: “Presidente de Francia envía al pueblo cubano sus condolencias por la muerte de Fidel”. Emmanuel Macron no ha llegado al Eliseo todavía, a lo que parece.

La otra perla informativa de Cibercuba es un vídeo en el que unos niños, pertenecientes a la Organización de Pioneros José Martí (OPJM), plataforma oficialista que agrupa a los estudiantes desde la enseñanza primaria, declaman el poema Canción a Fidel de la poetisa Carilda Oliver Labra. El titular de la noticia es: “Pioneros cubanos recitan "Canción a Fidel", el "novio de todas las niñas que tienen el sueño recto". Efectivamente, el poema es en sí mismo surrealista, todavía más recitado por niños de diez u once años: Ese Fidel insurrecto / respetado por las piñas, / novio de todas las niñas /que tienen el sueño recto / (…) Gracias por ser de verdad, / gracias por hacemos hombres, / gracias por cuidar los nombres / que tiene la libertad… / Gracias por tu dignidad, / gracias por tu rifle fiel, / por tu pluma y tu papel, / por tu ingle de varón. / Gracias por tu corazón, / ¡Gracias por todo, Fidel!

Uno de los muchos homenajes, incontables, que aparecen en el Granma es una canción, con el vídeo de la grabación con diversos cantantes, jóvenes todos ellos. El título es bien expresivo: “Cabalgando con Fidel”, y el subtítulo de la noticia, también: “El pueblo cubano continúa el rumbo marcado por su guía”. Destaquemos una de las estrofas, cantada por una muchacha de preciosa voz: “Hoy no quiero decirte comandante / ni barbudo ni gigante / todo lo que sé de ti / Hoy quiero gritarte, padre mío / no te sueltes de mi mano / aún no se andar bien sin ti”.

Pareciera que en Cuba el tiempo se detuvo. Pero seguramente no es exactamente así, sino simplemente lo que ocurre es que resulta más fácil hablar y recordar el pasado que abordar los problemas y la realidad del presente.

Por ello, cuando el periodista argentino me preguntaba si, en mi opinión, las elecciones de este domingo marcan el inicio del proceso de sucesión de Raúl Castro, mi respuesta fue extensa. Hablar de elecciones en Cuba es algo que conduce a error, porque éstas no responden en absoluto a lo que en Occidente entendemos por comicios democráticos. Los ciudadanos eligen entre una oferta limitada de candidatos que ya forman parte del sistema castrista. No se diferencian por ofrecer propuestas distintas, ni defienden algo que se parezca a un programa político y, en última instancia, todos los que finalmente accedan a los cargos habrán de ser miembros del mismo partido, el PCC. Por lo tanto, hablar de elecciones en Cuba exige usar muchas comillas. Constituyen, en realidad, el procedimiento del régimen castrista para renovar parcialmente a sus cuadros dirigentes en los distintos niveles. Raúl Castro y el PCC, junto a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, FAR, buscan un relevo suave y seguro para la gerontocracia dirigente que nada cambie. El actual mandatario es un anciano, como en general buena parte de la dirección política del país. La mayoría de los dirigentes están más allá de los ochenta años. Los motivos, pues, son simple y puramente biológicos. ¿Criterio para elegirlo? Uno fundamental, que sea de probada fidelidad castrista, y que no tenga veleidades reformistas más allá de las que permitan mantener el régimen en pie contra viento y marea.

La última de las preguntas del cuestionario me resultó la más amarga de responder: ¿Qué podría cambiar en Cuba tras la salida de Raúl Castro del poder? Contesté lo siguiente: Soy extremadamente pesimista respecto a la evolución de Cuba en los próximos años. Con Obama en la Casa Blanca hubo un tiempo de esperanza, pero tras la llegada de Trump aquella se desvaneció en la niebla. El régimen cubano fracasó socialmente hace más de un cuarto de siglo. Concretamente desde que cayó la URSS, su socio y amigo generoso. El socialismo cubano no provee a la mayoría de sus ciudadanos ni siquiera de la alimentación básica y necesaria; los servicios educativos y sanitarios, que décadas atrás dieron merecida fama al régimen, padecen los drásticos recortes presupuestarios así como carencias de todo tipo que se arrastran desde finales de los años ochenta; además, en el mundo interconectado en el que vivimos, los cubanos −particularmente los profesionales, los estudiantes y la juventud en general− carecen no solo de las libertades fundamentales, sino también de algo tan imprescindible en nuestra época como el acceso a Internet, limitación que los margina del mundo global y que lastra, también, la capacidad formativa en sus escuelas y sus universidades. La llamada generación de “los nietos de la revolución” está hastiada y desesperada por su falta de futuro, por eso buena parte de los que −por uno u otro motivo, por una u otra vía− consiguen salir del país hacen lo imposible por no volver. Son ellos, creo, quienes con más fuerza expresan ese pesimismo existencial del que me hago eco.

Verdaderamente, viendo y leyendo lo publicado con motivo del aniversario de la muerte de Fidel Castro, parece que en Cuba el reloj está absolutamente parado.




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