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Periodistas macristas que atacan con la furia de los conversos

OPINIÓN de Emilio Marín, Argentina.- El discurso de Alfredo Leuco al recibir el Martín Fierro da pie a reflexionar sobre la coherencia o incoherencia de periodistas. Obvio no está prohibido cambiar de parecer y hasta de ideología. Es llamativo que, tras el cambio, atacan con la furia de los conversos.
El sábado 11 América pasaba los premios Martín Fierro en radio y el de mejor conductor de programa vespertino en AM fue para Leuco, nacido como Alfredo Lewkowicz. Se llevó el discutido galardón por “Le doy mi palabra”, que va por Radio Mitre y que como buen militante de Clarín complementa con “Los Leuco”, por el cable de Todo Noticias.

El problema se armó (“Ardió Troya” tituló Clarín) porque antes de subir Leuco padre a recibir su premio se había leído un breve mensaje de Reynaldo Sietecase, premiado por “Guetap” (radio Vorterix). Como éste iba a llegar tarde, su productora Verónica Castañares leyó un breve texto que aquél le había enviado por celular. Decía: “Pedimos al Gobierno que no mire para otro lado, que se hagan cargo porque menos medios implica menos voces y menos voces implica menos libertad de expresión, hay algunos que se pasan echándole la culpa al gobierno anterior o a los empresarios que se fueron”.

La referencia crítica puede entenderse hacia lo actuado en 22 meses de gestión en las comunicaciones y los medios, por mutilación de la ley de servicios de comunicación audiovisuales y los despidos en los medios públicos. Ponía de resalto las angustias de trabajadores de C5N, Radio del Plata y Rivadavia, productoras como Ideas del Sur y DyN, etc, donde se han producido despidos y hay amenazas de muchos más.

En una situación tan crítica para comunicadores, técnicos, locutores, administrativos, etc. el llamado de Sietecase fue oportuno. Era una forma de decir: yo recibo un premio pero no me olvido de los que sufren.

Obviamente que esas crisis puntuales de los medios nombrados tienen que ver con manejos empresarios.

Leuco ataca y defiende

Y allí atacó Leuco, unos minutos más tarde, cuando replicó: “sólo me queda decirle que se olvidó de algunos nombres. Se olvidó de Sergio Szpolski, se olvidó de Electroingeniería, se olvidó de Cristóbal López, verdaderos delincuentes de los medios de comunicación que vaciaron y que vinieron a hacer política”. Añadió Leuco: “lamento mucho los compañeros que se han quedado sin trabajo, pero hay que saber elegir bien quién es el tipo que tiene que estar en los medios de comunicación”.

El contraste entre las dos posiciones arroja estas conclusiones. Uno defendió los puestos de trabajo y el pluralismo mediático. El otro atacó a determinadas patronales, no a Clarín. Uno interpeló al gobierno para que se ocupe de comunicadores en riesgo y fuentes de trabajo. El otro coincidió con el gobierno en el ataque a esos patrones como únicos responsables de la situación, como si no hubiera habido poda de pautas publicitarias ni presiones a los avisadores. Con ese diagnóstico, Leuco hacía una defensa de Mauricio Macri operando como periodista militante, categoría que usaron años para desprestigiar a gente valiosa como Víctor Hugo Morales y Horacio Verbitsky.

Por supuesto que si Cristóbal López evadió al fisco 8.000 millones de pesos percibidos al vender combustibles en Oil y así compró medios, tendrá que pagar y ser enjuiciado. No se pueden justificar las trapizondas de esos gran burgueses nacionales y lamentablemente el kirchnerismo lo hizo; Macri también, como jefe de gobierno de la Ciudad con los negocios del juego de aquel empresario.

¿Cuál es peor?

De esa polémica ceremonia en el Sheraton Hotel -no iba a ser en el Bauen Hotel Cooperativa- surgieron las críticas al empresariado de los medios.

Leuco falló por partida doble. Primero, porque enrostró a los periodistas que debían saber elegir a quiénes tenían que pertenecer los medios. Como si los empleados de Szpolski, Electroingeniería y López hubieran elegido trabajar allí y fueran corresponsables de la crisis. Esa acusación motivó una carta de Marcela Feudale, locutora de Tinelli y ningún emblema combativo, quien refutó las acusaciones y le recordó lo que padecen quienes como ella trabajan en Ideas del Sur y Rivadavia.

El segundo contrabando leucocito fue empardar las patronales. Sin defender en lo más mínimo al trío más mentado ya nombrado, no son lo peor del grado. Nadie podrá discutirle ese podio a Clarín, América, Telefé, La Nación, Infobae, etc. Los cuestionados chanchullos de Cristóbal López son cosa de niños en comparación con la actuación de Héctor Magnetto, Ernestina de Noble y Bartolomé Mitre en la apropiación de Papel Prensa durante la dictadura. Aprovecharon que los dueños (familia Graiver) habían sido secuestrados, torturados y violados en el caso de Lidia Papaleo de Graiver.

Leuco fue en los ‘70 militante de la Federación Juvenil Comunista y del Partido Comunista. En 1985 el cronista fue a llevar un comunicado político a la redacción de Clarín y fue derivado a su oficina, donde lo saludó y le dijo: “¿te acordás de los ‘70, cuando nos agarrábamos a piñas entre la Fede prosoviética y la VC maoísta?”.

Luego colaboró en tareas de prensa con el Movimiento Todos por la Patria dirigido por Enrique Gorriarán Merlo, sin ser parte orgánica del mismo. Después vino el giro total, de atacar al progresismo desde su programa en Canal 26 y Mitre, en contra de la ley 26.522 y reclamando por supuesta falta de libertad de prensa. Tras años de servicios a Clarín, donde actúa con la furia de los conversos, ganó su Martín Fierro. Esa noche su hijo Diego provocó incidentes, acusando a la producción de Sietecase de insultar al padre en términos antisemitas. No hubo tal cosa, al menos desde esa mesa. Otra fruta podrida de las tantas que vende Lewkowicz.

Lanata es otro

Otro converso es Jorge Lanata, quien en 1987 fundó el diario Página/12, ícono del periodismo progresista y de investigación, y muy abierto a los derechos humanos. También por eso mismo muy enfrentado con los monopolios de la (des) información, en especial Clarín, que llegó a acumular 240 licencias de cable y radio. Esto fue puesto en discusión con la ley de servicios de comunicación a partir de 2009.

Lanata enjuiciaba al monopolio, desde el diario, que luego dejó, y sus programas televisivos, como Día D, por canal 26, con colaboradores como Verbitsky, Tenembaum y Sietecase. Es más, mostraba imágenes con la conexión de todas esas ramas del monopolio y enrostraba su poder de fuego: “La marioneta del mapa sos vos, estos tipos manejan tus horas libres, tus deseos, simpatías políticas, ganas de consumir y tu libertad”. Decía: “es una barbaridad no podemos tener ese mapa de medios”.

Sin embargo, desde 2013 con “Periodismo para Todos” por canal 13 y Radio Mitre, pasó a comandar la escudería mediática que disparó munición gruesa contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En diciembre de 2014 el mutante encabezó los empleados jerárquicos de Magnetto que fueron a la justicia para impedir que la empresa cumpliera con la desinversión ordenada por la ley de medios y ratificada por la Corte Suprema. La causa quedó en el juzgado de Pablo Cayssials, el mismo que falló para que Gils Carbó pudiera ser destituida sin necesidad de los dos tercios de las cámaras.

Como empresario, Lanata ya había desbarrancado con “Crítica” asociado a españoles vaciadores de Aerolíneas, y muchos periodistas quedaron en el camino. Como vocero de Clarín vendió mucha más fruta podrida que su colega Leuco y además insultó a la entonces presidenta. Chorra, loca, bipolar y corrupta fueron algunos de los epítetos.

¿Tu también camarada?

Aunque hay varios casos para el análisis, el espacio obliga a poner “uno más y no jodemos más”: Jorge Sigal, ex dirigente del Comité Central de la Federación Juvenil Comunista, luego columnista político de Perfil y Radio Continental (la misma que echó a VH Morales), y directivo de la empresa Sigman que imprimía Le Monde Diplomatique.

Sigal terminó como jefe en Medios Públicos, tras su designación por el decreto 237 de diciembre de 2015, que puso a Hernán Lombardi como jefe del área con rango de ministro, y a aquel como secretario de Medios públicos, que incluye a Radio y Televisión Argentina, controlante de Canal 7 y Radio Nacional. Allí hubo despidos y una ola amarilla que a veces disimula el tono.

El equipo vulneró la ley de medios, disolvió la AFSCA, echó gente, eliminó el tope del 35 por ciento del mercado nacional para los medios y el tope de 24 licencias, facilitó negocios como los derivados de la fusión de Telecom y Cablevisión, etc.

Lo más grave, para un excomunista, fueron sus tuits del último 24 de marzo, cuando escribió en contra de los valores de Memoria, Verdad y Justicia: “No hay Verdad si se la reemplaza por un relato. No hay Justicia sin imparcialidad. Y no hay Memoria si se borra una parte de la Historia”. Los genocidas y sus socios civiles, agradecidos porque así se los ayuda para lograr reconciliación e impunidad.

El co-presidente de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, José Schulman, se lamentó que Sigal hubiera cambiado de vereda. Una foto de algunos años atrás, diez o doce, muestra a Jorge escribiendo en una oficina con una foto atrás de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao. Si esos cinco vieran ahora lo que escribe el ex rojo devenido en amarillo PRO, lo mandarían al carajo. Perdón, a juntar uva en su San Juan natal.




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