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La prueba del talón: adiós Gabriella Morreale

OPINIÓN de Ana María De Luis Otero.- Quizá sea una de las mujeres que nunca veamos descritas; acaso un pequeño comentario acerca de sus averiguaciones y poco más. Gabriella nació en la época en la cual las mujeres no investigaban apenas; no estudiaba apenas; no eran sino mujeres de su hogar. Ella no. Inquieta, combativa y muy estudiosa fue una de esas personas nacidas para hacer que la humanidad evolucionara con su ciencia.

Así era ella. España pierde a una investigadora que transmitió su pasión por la ciencia, por la química, por la endocrinología. Nacida en Milán en 1930 se licenció en Ciencias Químicas en la Universidad de Granada. Su brillante carrera comenzó con su tesis doctoral en donde justificó la importancia del yodo en el bocio. Allí inició su carera junto a su espso, el también investigador, Francisco Escobar del Rey fallecido hace tres años. Ambos se especializaron en Leiden en el estudio de la glándula tiroidea y fundaron a su vuelta a España el Instituto de Investigaciones Biomédicas.

La profesora Morreale fue una precursora de la endocrinología y de la prueba del talón. Su mayor hallazgo fue encontrar la relación entre el metabolismo y la actividad hormonal e implantó las primeras técnicas de detección precoz del hipotiroidismo congénito mediante la TSH y la T4 en la sangre del talón de los recién nacidos; un programa que ha evitado miles de casos de cretinismo. El programa a nivel nacional de prevención de la subnormalidad la hizo ser una científica comprometida con la infancia y con la prevención de varias enfermedades; hacer que las embarazadas ingiriesen el yodo necesario durante el embarazo y primera infancia fue una investigación que la OMS recoge hoy en sus tablas y desde 1990 se aplicaría posteriormente a todo el mundo.

Luchadora incansable, hizo un esfuerzo ímprobo por convencer a las autoridades sanitarias de la necesidad de yodación de la sal común para asegurar un nivel de ingesta óptimo de yodo. Fue merecedora de galardones como el Premio Nacional de Investigación de Medicina en el año 77, Premio Severo Ochoa de Investigación Biomédica en el 89 y Premio Nacional de Investigación Gregorio Marañón en el 97 entre otros.

Gabriella, apenas la prensa refleja tu legado; quizá en el desinterés global de este país nadie reconozca nunca que personas como tú hicieron de este mundo un lugar en donde la ciencia es la que nos hace crecer y evolucionar. Gracias, inmensas gracias por tu aportación. Al nacer un niño, las autoridades sanitarias deberían considerar que la prueba del talón se debiera llamar ahora, la prueba de Gabriella.

Descansa en paz.




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