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Macri y “lo invisible”, ¿una parodia de Saint Exupéry?

OPINIÓN de Emilio Marín.- El presidente inauguró las sesiones del Congreso con un discurso polémico. A tenor de lo leído viviríamos en un país en crecimiento y pletórico de justicia. La realidad es otra. ¿Lo esencial como invisible a los ojos de la mayoría?

Son pocas las coincidencias sobre el mensaje de Mauricio Macri del 1 de marzo ante la Asamblea Legislativa. Apenas se puede rescatar en esas coincidencias que fue la apertura del 136 período de sesiones ordinarias del Congreso. Y que la pieza, lectura mediante, insumió 40 minutos (algunos dijeron 42, otros 43, otros 40 clavados, como para corroborar que la unanimidad no existe, ni siquiera en el cronómetro).

Todo lo demás fue subjetivo, comenzando por el propio mandatario, porque su expresión que “lo peor ya pasó” no tiene forma de comprobación. El ni nadie tiene la bola de cristal para adivinar el futuro, para saber que será más benigno que los dos años y sesenta y ocho días transcurridos. Esa fue expresión de anhelos, cuya repetición en 2016, 2017 y ahora, como quedó escrachado por el archivo, no da cuenta de su calidad.

Quizás tres conceptos pudieran integrar lo único con virtual consenso, aunque en ese Congreso no faltan los especímenes capaces de romper con el mismo.

Uno, su homenaje a las 44 víctimas del ARA San Juan, y promesa de seguir buscándolos, puesta en tela de juicio por la realidad pues esa búsqueda ha cesado o caído en un nivel bajísimo.

Vinculado al submarino desaparecido el 15 de noviembre pasado y que deja en falta al gobierno y la Armada por las defectuosas condiciones técnicas y de navegabilidad del mismo, hay que decir que MM fue el primer presidente que en una ocasión como la inauguración de sesiones del Congreso omite decir siquiera una palabra sobre la soberanía argentina en Malvinas. Theresa May, muy agradecida. La OTAN, ídem.

Sobre el aborto

Las otras dos partes favorables del mensaje tuvieron que ver con la mujer.

Una, en un tema tan importante como el derecho legal a interrumpir un embarazo no deseado, tabú por décadas en ese recinto y en otros que hacen al poder político, como Tribunales. Aunque el orador aclaró rápidamente que él está a favor de la vida (sic), como si el derecho al aborto fuera sinónimo de la muerte, fue bueno que diera luz verde a sus legisladores para tratar este asunto clave para las mujeres y la sociedad, incluidos los hombres. Si el debate va a ser “maduro” y “responsable”, con todas las voces, como planteó, depende en buena medida del PRO-Cambiemos.

La oposición ya hizo su contribución, al aceptar no tratar su proyecto el 8 de marzo en el Día Internacional de la Mujer, y comenzar su tratamiento en las comisiones de Diputados. Se verá si la intención del oficialismo era sincera y ese debate llega a término en un plazo razonable de dos meses, o si por el contrario quiere estirarlo más y más para evitar una solución democrática.

Varios de los legisladores macristas, en particular de la fracción que estaría de acuerdo con la despenalización, pusieron al presidente en una elevada cumbre. Falso. Que sólo en este punto MM tenga una actitud más permisiva que la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (ayer ausente inexplicablemente en la sesión), no le da patente de nada. Fueron las mujeres de varias generaciones, desde muchos años atrás, del país y el mundo, las que pusieron este punto en consideración de la sociedad, para que finalmente entrara en el temario del Legislativo. En especial fueron decisivos los paros y demandas del colectivo “Ni una menos”, y un paulatino cambio cultural de parte de la sociedad, obviamente no de toda porque otra sigue cautiva de sus prejuicios, de los inoculados por la religión y la Iglesia, y de la mala educación sobre cuál el rol de la mujer como mera paridora, etc.

Difícil igualación

Y ligado a esta cuestión política del aborto, otro concepto presidencial que el jueves fue aplaudido con razón fue la necesidad de igualar los salarios y demás condiciones laborales de la mujer, respecto al hombre.

Esa desigualdad es muy injusta, aunque el género no le da derechos en abstracto a nadie. A la vicepresidente Gabriela Michetti el cronista no le daría un aumento de sueldo sino que lo rebajaría, por lo hecho en esos años pero también por sus expresiones captadas ayer de “ayudame boludo que no me dan bola”. La rebaja de sueldos también alcanzaría a su interlocutor, Emilio Monzó, titular de Diputados, por su conducta represora durante las escandalosas sesiones de diciembre por el latrocinio previsional.

En las condiciones del atrasado y dependiente capitalismo en Argentina tal igualación es utópica en el peor sentido de la palabra, distinta a la planteada por Eduardo Galeano.

La política económica no hace distingos entre hombres y mujeres sino entre trabajadores y capitalistas, desprecia a las Pymes y engorda a los monopolios, e incluso entre éstos beneficia más al segmento financiero y agroexportador. Este modelo empuja hacia abajo el salario, no importa si va al CBU de un hombre, una mujer o personas de otras orientaciones sexuales. El macrismo juzga el salario como alto en Argentina y excesivo costo laboral. De allí sus esfuerzos para bajarlo, reforma laboral mediante, bautizada en el discurso como “inclusión laboral”.

Esa orientación política del PRO-Cambiemos se plasmó en los topes salariales del 9 por ciento a los bancarios, el 12 a los docentes porteños y el 15 a los bonaerenses. Cabe deducir que la “igualación” de hombres y mujeres es venta masiva de humo.

Contrabando ideológico

Entre las iniciativas informadas al Congreso figuraron la “inclusión laboral” y la extensión de la licencia por paternidad. Si fuera un partido de truco habría que aceptar lo segundo y decir no a lo primero, porque el blanqueo laboral podría tener de positivo la formalidad para muchos trabajadores, cuando la tasa de negritud está en alrededor del 40 por ciento. Lo negativo para esos mismos laburantes es que no toda su antigüedad será respetada, eso está en discusión. También será negativo para el derecho laboral y el país que los delitos cometidos por esas patronales serán reducidos o anulados, y tendrán beneficios impositivos. Otra vez ventajas para los incumplidores con las leyes laborales y el fisco.

En cambio el aumento de días en la licencia por paternidad no debería tener objetores. Por supuesto siempre habrá patrones, privados y en el Estado, que se quejen y discriminen a los padres muy dados a la paternidad. El cronista piensa que lo pasaría muy mal ese padre retratado por Ciro en su tema Caminando: “Nacimos ocho hermanos y de todos fui el menor, mi viejo venía poco sino éramos veintidós”.

“Crecimiento invisible”

A los temas omitidos olímpicamente por el orador, caso jubilados, por razones obvias, se sumaron otros de la realidad económica o que fueron apenas considerados. No podía eliminarlos porque su mensaje no hubiera sido tachado de fantasía sino de mentira y estafa.

MM planteó por enésima vez que “lo peor ya pasó”, que la inflación “está bajando” y que se crearon 270.000 puestos de trabajo nuevos.

Sí, en comparación con el 44 por ciento de 2016 y el 25 por ciento de 2017, se supone que la marca inflacionaria de 2018 será inferior, pero no del 10 ni del 15 sino de cerca del 25 por ciento. Dicho de otro modo, estábamos a 5.000 metros de profundidad del mar y nos ahogábamos; ahora estamos a 1.500 metros y también nos ahogaremos…

Además, el grueso de los asalariados perdió frente a la inflación, y el intento oficial de techos del 15 por ciento sin cláusulas gatillos supone que vuelvan a perder en 2018, aumentando el 6 por ciento perdido anteriormente.

Sobre los puestos nuevos, hay que decir que en su mayoría son contratados, precarizados y monotributistas, de salarios más bajos, en tanto la industria, en dos años, perdió más de 66.000 empleos mejor calificados.

Entre las mejores refutaciones del capítulo económico, por lo rápidas, sencillas y bien fundamentadas, el cronista se queda con la nota de Alfredo Zaiat, en Página/12 de ayer. Entre sus réplicas picantes se lee: “el déficit primario habría subido de 4,0 por ciento (2015) a 4,5 por ciento (2017) del PIB, estimó la consultora ortodoxa Economía & Regiones. El déficit financiero se elevaría a 7,1 por ciento del PIB de acuerdo a estimaciones del economista Santiago Mancinelli. ¿Las cuentas fiscales se ordenaron?”.

Entre las falsificaciones presidenciales sobre la economía, descolló ésta: “ese crecimiento invisible sucedió”. En rigor, no hubo tal crecimiento en comparación con 2015, pues se bajó en 2016 y se subió 2,8 por ciento del PBI en 2017, con resultado de cero.

¿Crecimiento invisible? ¿Será que “lo esencial es invisible a los ojos”, según Antoine Saint Exupéry, autor de El Principito? El cronista no se quiere meter a opinar sobre lo que veía y dejaba de ver el aviador francés con su corazón y sus ojos. Solamente dice que los ojos y corazón argentinos, no todos por cierto, ven lo esencial. No hace falta operarse de cataratas para advertir que el ajuste macrista está destruyendo el país. ¿Será que él no vé? Si el jueves hasta saludaba a un público inexistente y redondeaba su otro récord: la inauguración de las sesiones sin un solo argentino de a pie frente al Congreso.




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