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Millones de personas viven en un limbo, sujetas a la discriminación y al margen de la protección legal

ACNUR pide a los Estados medidas más contundentes contra la apatridia




A cuatro años del lanzamiento de una campaña para que en 2024 no haya más apátridas todavía millones de personas viven en un limbo, sujetas a la discriminación y al margen de la protección que otorgan las leyes nacionales a su ciudadanía.

En noviembre de 2014, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), en conjunto con otros organismos de las Naciones Unidas, los Estados y la sociedad civil, presentó la iniciativa #YoPertenezco(#IBelong), para erradicar la apatridia a nivel global.

Desde entonces, más de 166.000 apátridas han recibido una confirmación de nacionalidad, decenas de Estados se han sumado a las convenciones internacionales contra ese flagelo y muchos otros han reformado su legislación o adoptado planes nacionales para evitar esa condición en las personas.

Sin embargo, para 2017 se reportaron 3,9 millones de individuos apátridas en 70 países, una cifra que el ACNUR teme podría ser tres veces más alta, dada la dificultad de determinar con precisión la medida de ese colectivo.

Actuar ahora
El titular de ACNUR, Filippo Grandi, aseveró que hacen falta medidas más contundentes para erradicar la apatridia y conminó a los políticos, gobiernos y legisladores de todo el mundo a actuar ahora para alcanzar ese objetivo en seis años más.

“Es lo correcto desde el punto de vista humano, ético y político. Todas las personas de este planeta tienen derecho a una nacionalidad y a poder decir pertenezco o soy parte de”, apuntó el Alto Comisionado para los Refugiados.

Producto de múltiples factores, la apatridia encuentra una de sus causas principales en las leyes nacionales, a menudo discriminatorias. El impacto en las personas y en las familias es inmediato y funesto porque se traduce en una vida sin nacionalidad con todo lo que ello implica.

Una vida sin derechos
Ser apátrida puede representar una vida sin educación, sin servicios médicos ni empleo legal. En ocasiones puede significar no poder casarse, no tener una casa, no tener libertad de movimiento y vivir en los márgenes de la sociedad sin expectativas ni esperanza.

Grandi recordó que los apátridas aún afrontan barreras para ejercer sus derechos humanos.

“Erradicar la apatridia requiere eliminar la discriminación de las leyes y prácticas nacionales”, apuntó.

Agregó que Kenya, Kirgizstán y Tailandi son algunos de los Estados que han demostrado con voluntad y compromiso político puede transformase la vida de miles de personas mediante la obtención de la nacionalidad.

Los datos de ACNUR indican que 25 países todavía tienen leyes según las cuales las mujeres no pueden garantizar la nacionalidad a sus hijos del mismo modo que los hombres.




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