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La Mecánica del Miedo

CLASIFICACIÓN MUNDIAL 2019 de la Libertad de Prensa de RSF

La edición 2019 de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa que elabora Reporteros Sin Fronteras (RSF) muestra que el odio a los periodistas degenera en violencia, lo que hace que aumente el miedo. Sigue reduciéndose el número de países que se considera seguros –aquellos en los que los periodistas pueden ejercer su oficio sin correr peligro–, mientras que crece el control que ejercen los regímenes autoritarios en los medios de comunicación.

 


La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, que evalúa cada año la situación del periodismo en 180 países y territorios, revela la instauración de una mecánica del miedo muy perjudicial para el ejercicio del periodismo. La hostilidad hacia los periodistas, e incluso el odio transmitido por dirigentes políticos en numerosos países, ha dado lugar a actos violentos cada vez más graves y frecuentes, lo que incrementa los peligros que afronta la prensa y causa unos niveles de temor inéditos en algunos lugares.

“Si el debate político cae de forma encubierta o manifiesta en un ambiente de guerra civil, en el que los periodistas se vuelven víctimas expiatorias, los modelos democráticos corren un gran peligro”, advierte Christophe Deloire, secretario general de RSF. “Para las mujeres y los hombres de buena voluntad, comprometidos con las libertades adquiridas a lo largo de la historia, es urgente acabar con esta mecánica del miedo”, añade.

En la Clasificación 2019, Noruega conserva el primer puesto por tercer año consecutivo, mientras que Finlandia (+2) ocupa el segundo, superando a los Países Bajos (4º, -1), donde dos periodistas especializados el crimen organizado deben vivir bajo protección policial permanente. Por su parte, Suecia (3º) baja una posición debido al recrudecimiento del acoso en internet. Hay buenas noticias en el continente africano: Etiopía(110º, +40) y Gambia (92º, +30) registran avances significativos.

Algunos regímenes autoritarios descienden en la Clasificación. Es el caso de Venezuela (148º, -5), donde los periodistas se enfrentan a detenciones y agresiones por parte de las fuerzas del orden. También el de Rusia (149º, -1), donde el gobierno incrementó las presiones que ejerce sobre los medios de comunicación independientes y el control de internet, valiéndose de detenciones, registros arbitrarios y leyes liberticidas. Vietnam (176º), seguido de China (177º, -1), también pierde una posición. En el Cuerno de África, Eritrea permanece en el antepenúltimo lugar (178º), a pesar del acuerdo de paz que firmó con Etiopía. Turkmenistán (180º, -2) ocupa ahora el último lugar de la Clasificación, en lugar de Corea del Norte (179º, +1).






Solo un 24% de los 180 países y territorios registran una situación “buena” (zona blanca) o “más bien buena” (zona amarilla); mientras que el año pasado era un 26%. En Estados Unidos (48º) se registra un clima aún más hostil, más allá de las agresiones verbales de Donald Trump contra la prensa, por lo que el país baja tres posiciones en 2019 y se sitúa en la zona “naranja”, lo que indica que la situación es problemática. Nunca los periodistas estadounidenses habían recibido tantas amenazas de muerte ni habían tenido que recurrir a empresas privadas para garantizar su seguridad. La aversión a los medios de comunicación es tal, que un hombre disparó a los trabajadores de The Capital Gazette de Annapolis (Maryland) y asesinó a cinco de ellos. Antes de cometer el crimen, el asesino había expresado abiertamente en las redes sociales su odio a este diario local.

Las amenazas, los insultos y las agresiones forman ahora parte de los “riesgos del oficio” periodístico en muchos países. En la India (140º, -2), donde seis periodistas fueron asesinados en 2018, quienes critican la ideología del nacionalismo hindú son calificados de "antinacionalistas" en campañas de acoso por internet. En Brasil (105º, -3), desde la campaña electoral, la prensa se ha convertido en blanco de los partidarios de Jair Bolsonaro, tanto en el espacio digital como en el mundo real.

El coraje de los periodistas de investigación perseguidos

En este ambiente de hostilidad generalizada, se requiere de valor para seguir investigando la corrupción, la evasión fiscal y el crimen organizado. En Italia (43º, +3), el ministro del Interior, Matteo Salvini, amenazó con quitarle la protección policial al periodista Roberto Saviano por sus críticas a la política migratoria italiana. A esto se suma el hecho de que, en todo el mundo, y en particular en Argelia (141º, -5) y en Croacia (64º, +5), los medios de comunicación y los periodistas se enfrentan a un creciente acoso judicial.

En países como Francia y Malta (77º, -12) se emprenden procesos judiciales “mordaza” contra periodistas de investigación, a fin de agotar sus recursos financieros, e incluso para que sean encarcelados. También es el caso de Polonia (59º, -1), donde los periodistas del diario Gazeta Wyborcza podrían ser condenados a penas de prisión por haber cuestionado a un dirigente político implicado en un polémico caso de construcción. Asimismo, en Bulgaria (111º) la policía detuvo a dos periodistas independientes cuando investigaban el desvío de fondos europeos. Además de las presiones judiciales, los periodistas de investigación se enfrentan a múltiples tipos de intimidaciones cuando su trabajo saca a la luz irregularidades o casos de malversación. En Serbia(90º, -14) incendiaron la casa de un reportero. En otros países, como Malta, Eslovaquia (35º, -8), México (144º, +3) y Ghana (27º, -4), los periodistas son asesinados a sangre fría.

La persecución de los periodistas que molestan a los gobiernos parece que ya no tiene límites. El sórdido asesinato del columnista saudí Jamal Khashoggi, cometido en el consulado saudí en Estambul (Turquía), en octubre de 2018, envió un escalofriante mensaje a los periodistas más allá de las fronteras de Arabia Saudí (172º, -3). Por miedo a ser asesinados, muchos periodistas de la región se autocensuran o, simplemente, dejan de escribir.

Gran deterioro en regiones que antes gozaban de una buena situación

En lo que respecta a la puntuación regional, este año la zona que registra el mayor deterioro es América del Norte y del Sur (+3,6%). Este mal resultado no solo se debe al pésimo desempeño de Estados Unidos, Brasil y Venezuela. Nicaragua (114º) pierde 24 puestos, uno de los descensos más significativos de 2019. Los periodistas nicaragüenses que cubren las manifestaciones contra el gobierno de Daniel Ortega –considerados opositores– sufren agresiones a menudo. Muchos de ellos se han visto obligados a exiliarse para evitar la cárcel y las acusaciones de terrorismo. En este continente también se encuentra uno de los países más mortíferos para la prensa: México, donde al menos diez periodistas fueron asesinados en 2018. La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia ha calmado un poco las tensiones entre el gobierno y la prensa mexicana, pero la violencia continúa y los asesinatos de periodistas permanecen en la impunidad, por lo que en marzo de 2019 RSF recurrió a la Corte Penal Internacional (CPI).

El segundo mayor deterioro se registra en la zona de la Unión Europea y los Balcanes (+1,7%). Esta región sigue siendo, en principio, la más segura, y aquella en la que más se respeta la libertad de prensa. Sin embargo, ahora los periodistas deben enfrentarse a las peores amenazas: asesinatos en Malta, Eslovaquia y Bulgaria (111º); agresiones verbales y físicas en Serbia y Montenegro (104º, -1), o un grado de violencia sin precedentes en las manifestaciones de los “chalecos amarillos” en Francia(32º, +1), hasta el punto de que muchos equipos de televisión ya no se atreven a mostrar el logotipo de sus medios de comunicación ni a cubrir las protestas si no van acompañados de escoltas. La estigmatización de los periodistas se expresa ahora sin complejos: en Hungría (87º, -14), los dirigentes de la Unión Cívica Húngara (Fidesz) –partido del primer ministro, Víktor Orbán– se niegan a responder a las preguntas de los periodistas que no trabajan para medios de comunicación considerados “amigos de Fidesz”. En Polonia, los medios de comunicación públicos se han transformado en instrumentos de propaganda con los que se presiona a los periodistas, a veces con intensidad.

Aunque este año se registra un deterioro menor en el índice regional de Oriente Medio y África del Norte, esta sigue siendo la zona donde es más difícil y peligroso ejercer la profesión periodística. Aunque en 2018 se redujo un poco el número de periodistas asesinados en Siria (174º, +3), este país, al igual que Yemen (168º, -1), sigue siendo muy peligroso para la prensa. A las guerras y las crisis profundas, como las que se viven en Libia (162º), se suma otro gran peligro: la detención arbitraria y el encarcelamiento. Irán (170º, -6) es una de las mayores cárceles de periodistas del mundo. También en Arabia Saudí, Egipto (163º, -2) y Bahréin (167º, -1) decenas de reporteros se encuentran entre rejas, en ocasiones, sin siquiera haber sido juzgados. En Marruecos (135º) tienen lugar procesos penales interminables. En medio de este sombrío panorama, Túnez es una excepción (72º, +25) y las agresiones a la prensa han disminuido de forma notable en el país.

África registra el menor deterioro regional en la edición 2019 de la Clasificación, pero también algunas de los mayores movimientos. La alternancia de poder en Etiopía (110º), donde los periodistas encarcelados recuperaron la libertad, ha permitido que el país diera un salto espectacular de 40 posiciones. El cambio de régimen también ha propiciado que Gambia (92º, +30) experimentara uno de los mayores progresos en la Clasificación. Sin embargo, los cambios políticos en el continente no siempre son benéficos para los periodistas. En Tanzania(118º, -25), desde la llegada a la presidencia de John Magufuli, apodado “Bulldozer”, en 2015, se han registrado ataques sin precedentes contra la prensa. Otra caída significativa es la de Mauritania (94º, -22): el bloguero Cheikh Ould Mohamed Mkheitir había sido condenado a muerte por apostasía, pero la pena le fue conmutada por una sentencia de dos años de prisión. Este bloguero debería haber quedado en libertad hace más de año y medio, pero las autoridades mauritanas lo mantienen detenido en un lugar secreto. En África, continente de contrastes, también continúan registrándose los peores casos: República Democrática del Congo (RDC), que permanece en el lugar 154, es el país africano en el que RSF registró más atentados contra la libertad de prensa en 2018; mientras que Somalia (164º) sigue siendo el país de la región más mortífero para los periodistas.

Europa del Este y Asia Central sigue siendo, año a año, la penúltima zona en la Clasificación, a pesar de que se aprecia una ligera mejora en el índice regional y de que la zona experimenta cambios dispares. El indicador que evalúa la calidad del marco legal señala que esta es la región en la que existe mayor deterioro en este aspecto. Más de la mitad de los países de esta zona aún se sitúan en torno al puesto 150 de la Clasificación o en una posición inferior. Los dos pesos pesados de la región, Rusia y Turquía (157º), siguen reprimiendo a la prensa independiente. Turquía, la mayor prisión del mundo para los profesionales de los medios de comunicación, también es el único país del mundo en el que se ha juzgó a un periodista –la reportera Pelin Ünker– por haber participado en la investigación de los “Papeles del Paraíso” (Paradise Papers). En esta parte del mundo en la que todo está paralizado, se han dado unos pocos ascensos en la Clasificación que merecen ser señalados. Uzbekistán(160º, +5) deja de formar parte de la zona “en negro”, en la que se encuentran los países con la peor situación en términos de libertad de prensa. Los periodistas que fueron encarcelados bajo la dictadura de Islam Karimov han quedado en libertad. Armenia (61º, +19), donde la “Revolución de Terciopelo” ha permitido reducir el control que ejercía el gobierno en el servicio audiovisual público, da un gran salto, un progreso importante si se considera que se sitúa en una zona muy volátil de la Clasificación.

En la zona Asia y el Pacífico se concentran todos los males que obstaculizan el ejercicio del periodismo: propaganda totalitaria, censura, intimidaciones, violencia física y ciberacoso. El índice regional se mantiene estable y la zona continúa en los peores lugares. El número de periodistas asesinados fue muy elevado en Afganistán (121º), India y Pakistán (142º, -3). La desinformación también se ha convertido en una plaga en la región. En Birmania, la instrumentalización de las redes sociales ha contribuido a que se trivialicen los mensajes de odio contra la minoría rohinyá; además, dos periodistas de Reuters fueron condenados a siete años de prisión por haber intentado investigar el genocidio del que es víctima esta comunidad. Bajo la creciente influencia de China, la censura se expande en Singapur (151º) y Camboya (143º, -1). En medio de esta difícil situación, los 22 puestos ganados por Malasia (123º) y Maldivas(98º) ilustran hasta qué punto la alternancia política puede cambiar de forma radical el ambiente en que trabajan los periodistas y de qué manera el ecosistema político de un Estado influye directamente en la situación de la libertad de prensa.

España en la Clasificación Mundial 2019 de RSF

España ocupa el puesto 29 en la tabla de 2019. Aunque suba dos puestos respecto a la Clasificación de 2018 y esté en la zona amarilla (situación satisfactoria), este ascenso no representa una mejora absoluta, sino un deterioro relativamente menor que otros vecinos de tabla.

Al igual que en otros países democráticos occidentales, el odio a los periodistas se ha hecho presente en España. Por un lado, RSF observa una clara mejora de la situación en Cataluña, que era muy tensa, aunque esta región sigue siendo un terreno hostil para los reporteros de radio y televisión. La extrema polarización de la política catalana acabó por contagiar a los medios de comunicación y a sus audiencias; así, los periodistas se han convertido en una de las principales víctimas de las hostilidades. En los últimos 18 meses RSF ha registrado en Cataluña cerca de 40 casos de ataques a periodistas, que van de los insultos a las agresiones físicas.

La reforma de la Radiotelevisión Española (RTVE), que fue aprobada en 2017 para poner fin a la manipulación del gobierno de Mariano Rajoy, fue una buena noticia para la libertad de prensa en España. Sin embargo, ésta aún no se ha puesto en práctica porque los partidos políticos no se han puesto de acuerdo respecto al proceso de renovación del presidente y del consejo de administración del grupo audiovisual.

Por otro lado, en 2018 se dictaron condenas por delitos como: hacer apología al terrorismo, insulto a la corona y ofensa "a los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa”, lo que creó un clima perjudicial para la libertad de información.

En el otoño de 2018 se registró un caso grave de intento de violación al secreto de las fuentes de información periodísticas: la policía española requisó los teléfonos y ordenadores portátiles de dos periodistas que investigaban un caso de corrupción para identificar quién había filtrado la información.

En lo que respecta a la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como la “ley mordaza”, la tan esperada reforma sigue sin realizarse, por lo que esta ley continúa representando una fuerte amenaza para la libertad de prensa.

SOBRE LA CLASIFICACIÓN MUNDIAL DE RSF

La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, publicada cada año por RSF desde 2002, permite conocer la situación y la posición de 180 países en términos de libertad de información. La metodología de la Clasificación (https://rsf.org/es/metodologia-detallada) mide el desempeño de un país en base al pluralismo, la independencia de los medios de comunicación, el ambiente de trabajo y grado de autocensura de los periodistas, el marco legal, la transparencia y la calidad de las infraestructuras para la producción de información. No se trata de evaluar las políticas gubernamentales de los países.

Los índices globales y regionales se calculan a partir de la puntuación de cada país, que se obtiene a partir de un cuestionario –traducido a veinte idiomas–respondido por expertos de todo el mundo, al que se suma un análisis cualitativo. Cuanto mayor sea el índice, peor es la situación. El reconocimiento de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa hace de esta una herramienta esencial de defensa y promoción.

La Clasificación Mundial de RSF es uno de los informes clave de la organización, junto con el Balance (que se publica a final de cada año y presenta las cifras periodistas muertos, secuestrados, encarcelados y desaparecidos a lo largo del año), y el Informe Anual, elaborado por la Sección Española y que analiza la evolución en materia de libertad de prensa, país por país, durante un año.


África subsahariana: La libertad de prensa a la hora de los grandes cambios 

África subsahariana no es ajena al nuevo deterioro mundial de la libertad de prensa. El odio a los reporteros, las agresiones a los periodistas de investigación, la censura –sobre todo en internet y las redes sociales–, las presiones económicas y judiciales, contribuyen a debilitar la producción de una información libre, independiente y de calidad en un continente en el que la libertad de prensa experimentó importantes cambios en 2018.

Existe un gran contraste entre la situación de países como Namibia (23º), que vuelve a ocupar el primer lugar de África en la Clasificación, Burkina Faso (36º) y Senegal (49º), cuyos paisajes mediáticos son de los más pluralistas, respecto a los agujeros negros de la información que constituyen países como Eritrea (178º) y Yibuti (173º), donde no se autoriza trabajar a ningún medio de comunicación independiente. Al igual que en 2017, de los 48 países de África subsahariana, 22 están en rojo (situación difícil) o en negro (situación muy grave) en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras (RSF).

Grandes progresos, preocupante deterioro

Etiopía (110º), que solía ubicarse en lo más bajo de la Clasificación, dio un salto espectacular y avanzó 40 lugares gracias a un cambio de gobierno: los periodistas y blogueros encarcelados fueron puestos en libertad; cientos de sitios web y medios de comunicación que estaban prohibidos pueden volver a trabajar; se están realizando reformas al marco legal, que era muy represivo con la prensa. Las medidas a favor de la libertad de prensa tomadas por el nuevo primer ministro, Abiy Ahmed, han sido tan rápidas como prometedoras. A finales de 2018 no había ningún periodista encarcelado en el país; es la primera vez en más de diez años. Gambia (92º) ascendió 30 lugares, lo que confirma la excelente dinámica emprendida desde que el dictador Yahya Jammeh dejó el poder. En el país se han creado nuevos medios de comunicación; periodistas que estaban exiliados han regresado y la difamación se declaró anticonstitucional.

Angola (109º), que también vivió un cambio de régimen en 2017, registró un avance moderado. El derecho a informar fue reconocido por las autoridades judiciales, que absolvieron a dos periodistas que habían sido demandados por el antiguo fiscal general. No obstante, el precio exorbitante de las licencias de radio y televisión, así como la falta de voluntad política para abrir el sector audiovisual a nuevos operadores, perjudica el pluralismo de los medios de comunicación e impide que el país avance más rápidamente en la Clasificación. Desafortunadamente, los cambios de régimen no siempre son sinónimo de progreso. En Zimbabue (127º, -1), donde Emmerson Mnangagwa fue elegido como sucesor del presidente Robert Mugabe, las fuerzas de seguridad conservan sus malos hábitos y RSF ha registrado agresiones a periodistas, en ocasiones muy violentas.

Desde que Tanzania (118º, -25) cambió de presidente, en 2015, se ha registrado una serie de ataques a la prensa sin precedentes, por lo que el país continuó su preocupante descenso en 2018. John Magufuli, apodado “Bulldozer”, está a punto de unirse al club de los predadores de la libertad de prensa. Los periodistas son agredidos con toda impunidad; las autoridades no han realizado ninguna investigación seria para encontrar al periodista Azory Gwanda, que desapareció en noviembre 2017. En cambio, en 2018 detuvieron y expulsaron a dos activistas defensores de la libertad de prensa que investigaban lo sucedido con este periodista tanzano.

Mauritania (94º, -22) también sigue cayendo de forma vertiginosa en la Clasificación debido a que las autoridades aún no han puesto en libertad al bloguero Cheikh Ould Mohamed Mkheitir, defendido por RSF. El bloguero había sido condenado a muerte por apostasía en 2014, pero las autoridades conmutaron esta pena por una sentencia a dos años de prisión. Debería haber sido puesto en libertad en noviembre de 2017, pero aún se encuentra detenido en un lugar secreto, oficialmente por razones de seguridad. Fue juzgado por un texto en el que denunciaba la instrumentalización de la religión para justificar la esclavitud, que es ilegal, pero aún se practica en este país. Un tema tabú que, por segundo año consecutivo, le valió la expulsión a un periodista extranjero (un fotógrafo) en 2018.

Al igual que en 2017, Somalia (164º) sigue siendo uno de los países africanos más peligrosos para los periodistas. En 2018 fueron asesinados tres profesionales de la información, víctimas del grupo terrorista Al Shabab y de las fuerzas de seguridad. El otro país más peligroso del continente es la República Centroafricana (145º), que perdió 33 lugares en la Clasificación debido al asesinato de tres periodistas de investigación rusos que indagaban la presencia de mercenarios rusos en la República Centroafricana.

Se persigue al periodismo de investigación

La investigación periodística sigue siendo una labor muy peligrosa en África subsahariana. En la República Centroafricana los periodistas han padecido de lleno los estragos que ocasionó la guerra civil. Ghana (27º), que el año anterior se ubicó en el primer lugar de la Clasificación, perdió su liderazgo regional porque no protegió a un equipo de periodistas de investigación que enfrentaba amenazas debido a un documental que reveló un escándalo de corrupción de la Asociación de Fútbol de Ghana. Un diputado del partido en el poder mencionado en el reportaje amenazó a uno de estos periodistas; el reportero fue asesinado a tiros en plena calle en enero de 2019.

En la República Democrática del Congo (154º), que fue el país del continente africano en el que RSF registró más atentados contra la libertad de prensa en 2018, el director de un documental sobre la expropiación de un terreno del expresidente Joseph Kabila y un camarógrafo que participó en él debieron huir de sus casas para escapar de sus persecutores. En su discurso de investidura, el nuevo presidente, Félix Tshisekedi, electo a inicios de 2019, dijo que quería que los medios de comunicación se convirtieran “verdaderamente en el cuarto poder” en el país. Para que esto sea posible, la protección de los periodistas y la reforma del marco jurídico, que sanciona con penas de prisión los delitos de prensa, deberán ser dos prioridades de su mandato.

En Liberia (93º, -4) se despenalizaron los delitos de prensa, sin embargo, el país experimentó un descenso porque las autoridades a menudo persiguen a Front Page Africa, diario de investigación de referencia en el país. En abril de 2018 detuvieron a la redacción y a finales del año un ministro amenazó a su fundador con encarcelarlo porque el diario reveló varios casos de corrupción en los que estaba implicado el gobierno. En Nigeria (120º) un periodista del gran diario Premium Times fue interrogado varios días por la policía, que quería conocer sus fuentes informativas. En Mozambique (103º, -4) el gobernador de una provincia del noreste del país, que padece una insurrección islamista, advirtió a los periodistas que en adelante estaba prohibido cubrir los ataques y los actos de violencia que se viven en la región. La orden fue ejecutada de inmediato. Así, en diciembre de 2018 las autoridades detuvieron a un reconocido periodista de investigación (más tarde lo pusieron en libertad) y desde inicios de 2019 tienen detenido a un reportero de un medio de comunicación local.

Impedir que circule información sobre las elecciones

En las últimas elecciones algunos gobiernos africanos intentaron impedir por diversos medios que la información circule: periodistas detenidos, bloqueo de las redes sociales, corte de internet. En Camerún (131º, -2), las elecciones que llevaron a la reelección de Paul Biya por un séptimo mandato se vieron empañadas por numerosos casos de intimidación, agresión y amenaza a periodistas (sobre todo aquellos vinculados a la oposición). El exdirector de la Radiotelevisión de Camerún (CRTV, pública), Amadou Vamoulké, se encuentra detenido arbitrariamente desde 2016. Durante las elecciones presidenciales en la República Democrática del Congo las autoridades le quitaron la acreditación de prensa a la corresponsal de Radio Francia Internacional (RFI) y privaron de señal de difusión a este medio de comunicación internacional de referencia –muy escuchado en el país–. También bloquearon el acceso a internet.

La suspensión de medios de comunicación, sobre todo internacionales, sigue siendo un arma muy empleada para impedir la difusión de información crítica y el debate de ideas. Dos radios extranjeras, la BBC y VOA, seguían prohibidas en Burundi (159º) a inicios de 2019; empezaron a ser suspendidas seis meses antes de que se realizara el referéndum constitucional (mayo de 2018). Por otro lado, el gobernador de Bamako cerró ilegalmente una radio local entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Malí (112º).

Sudán (175º) vive desde finales de 2018 multitudinarias manifestaciones, sin precedentes, con las que se pide la dimisión del presidente Omar al Bashir, en el poder desde hace más de treinta años, y que celebren nuevas elecciones. Según datos de RSF, cerca de cien periodistas han sido detenidos y decenas de medios de comunicación, confiscados. Los servicios de seguridad y de inteligencia no dudan en incautar las ediciones impresas de los diarios para asfixiarlos económicamente.

Nuevas presiones económicas

Violencia, detención de periodistas, suspensión de medios de comunicación: es el tríptico empleado tradicionalmente para amordazar a la prensa, el cual ahora suele complementarse con presiones económicas cada vez más asfixiantes. En Tanzania se aprobó una ley que obliga a pagar en promedio 900 dólares al año para registrar un blog o un sitio web; un precio exorbitante con el que se busca limitar al máximo la difusión de información en línea. En la vecina Uganda (125º), el presidente Yoweri Museveni –quien insultó constantemente a los periodistas en 2018– creó un impuesto diario para las redes sociales, el primero en su tipo en el continente. Con el pretexto de luchar contra los “chismes y cotilleos”, esta medida encarece el acceso, el intercambio y la producción de información, perjudicando a periodistas y blogueros, quienes emplean frecuentemente esta herramienta. En Zambia (119º, -6) se anunció un proyecto para crear un impuesto similar. En Benín (96º) se contempló emprender esta medida, pero finalmente las autoridades renunciaron a ella. Las mayores presiones se viven en Mozambique, donde a un año de las elecciones generales, las autoridades decidieron aumentar el precio de las acreditaciones de prensa; los costos son prohibitivos. Los permisos para realizar un reportaje en el país o trabajar en él como corresponsal cuestan miles de dólares. Esta medida, cuya aplicación aún se debate, podría hacer de Mozambique el país más caro de África para realizar reportajes.


América Latina: el autoritarismo y la desinformación agravan la situación de la libertad de prensa 

Reporteros Sin Fronteras observó un preocupante deterioro de la situación de la libertad de prensa en América Latina en 2018. Las condiciones de trabajo de la prensa empeoraron en la mayoría de los países de la región, donde los periodistas siguen sufriendo con frecuencia agresiones violentas, presiones y la censura del Estado.

La ligera mejora observada en América Latina en la edición anterior de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras (RSF) duró poco. El ambiente en que trabajan los periodistas de la región es cada vez más hostil y quienes cubren asuntos delicados suelen sufrir violentos ataques, intimidaciones y todo tipo de presiones. En 2018, durante las elecciones celebradas en México (144º, +3), Brasil (105º, -3), Venezuela (148º, -5), Paraguay (99º, +8), Colombia (129º, +1), El Salvador (81º, -15) y Cuba (169º, +3), se registró un aumento de las agresiones a periodistas. La mayoría, perpetradas por políticos, funcionarios y militantes de partidos (a través de internet). Estos incidentes contribuyeron a crear un clima generalizado de desconfianza, y a veces de odio, hacia la prensa.

Censura del Estado y autoritarismo

Nicaragua se hunde: cae 24 posiciones y se sitúa en el puesto 114 de la Clasificación, el mayor retroceso registrado en el continente americano. La represión ejercida por el gobierno de Daniel Ortega contra la prensa independiente dio un nuevo giro en abril de 2018 al agravarse la crisis política y las grandes protestas de la oposición en el país. Las autoridades estigmatizaron constantemente a los periodistas, que sufrieron campañas de acoso y amenazas de muerte, sin contar las detenciones arbitrarias. Durante las manifestaciones, los reporteros nicaragüenses fueron agredidos con frecuencia, pues se les les consideraba opositores. Algunos de ellos se han exiliado, pues temen que os acusen de terrorismo y que los encarcelen, como a algunos de sus colegas.

La situación también es muy preocupante en Venezuela (148º), que baja cinco puestos y se acerca peligrosamente a la zona negra de la Clasificación. El autoritarismo de Nicolás Maduro, en el poder desde 2013, parece no tener límites. En 2018 se intensificó la represión contra la prensa independiente. RSF registró un número récord de detenciones arbitrarias y de actos violentos perpetrados por las fuerzas del orden y los servicios de inteligencia venezolanos. En paralelo, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones de Venezuela (Conatel) privó de frecuencia de difusión a emisoras de radio y canales de televisión que consideró demasiado críticos con el gobierno, y las autoridades detuvieron, interrogaron y expulsaron de su territorio a periodistas extranjeros. El deterioro de la situación ha empujado a numerosos periodistas a abandonar el país para preservar su integridad física, pues han recibido amenazas.

Los periodistas cubanos también optan a veces por el exilio para escapar del control permanente que ejercen las autoridades sobre la información, así como de la represión de éstas contra quienes consideran demasiado críticos. El hecho de que Cuba ascienda tres posiciones en la Clasificación se debe sobre todo a que la cobertura de internet ha mejorado progresivamente en la isla, lo que permite que las voces independientes y los blogueros sean escuchados. El régimen castrista, ahora encarnado por el presidente Miguel Díaz-Canel, sigue siendo el peor calificado de la región por 22º año consecutivo. Cuba ocupa la posición 169 en la Clasificación.

La situación de Bolivia (113º, -3) no es menos alarmante. Siguiendo el modelo cubano, el gobierno del presidente Evo Morales, en el poder desde 2006, controla la información, censura y hace callar a las voces más críticas del país, lo que genera una fuerte autocensura entre los periodistas.

Miedo y autocensura

Este fenómeno se observa en muchos países de la región en los que existe un elevado grado de corrupción y de violencia. Es el caso de Centroamérica, en particular de El Salvador, que experimentó la segunda mayor caída de esta zona (-15) y se sitúa en el puesto 81 de la Clasificación. Las condiciones de trabajo de la prensa se deterioraron mucho en el país en 2018: los periodistas padecen a menudo ataques armados y presiones y los políticos suelen tratar de intimidarlos. La situación es similar en Honduras (146º, -5) y Guatemala (116º), países minados por la corrupción y el crimen organizado. Los periodistas que trabajan para la prensa de oposición y para los medios de comunicación comunitarios que se atreven a denunciar las malversaciones de funcionarios y políticos suelen ser agredidos, amenazados de muerte, e incluso pueden ser asesinados, por lo que a veces los reporteros optan por el exilio.

El país más peligroso del continente para la prensa sigue siendo México (144º); en 2018 fueron asesinados al menos 10 periodistas. La complicidad de políticos y funcionarios corruptos con miembros del crimen organizado, sobre todo a escala local, amenaza gravemente la seguridad de quienes se dedican a la información y obstaculiza el funcionamiento de la justicia a todos los niveles. La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia, el 1 de diciembre de 2018, tras una campaña electoral marcada por innumerables agresiones a periodistas en todo el país (ver el Proyecto #AlertaPrensa: RSF y Propuesta Cívica, calmó un poco la tensión entre el gobierno y la prensa mexicana. Esta transición política, acompañada de un leve descenso de la cifra de asesinatos en el país (en 2017 se registraron 11 casos, justifica el ligero progreso de México (+3).

Desinformación y ciberacoso

Brasil se acerca a la zona roja. Cae tres posiciones en la Clasificación y ahora se sitúa en el puesto 105. 2018 fue un año muy turbulento en este país: cuatro periodistas fueron asesinatos y aumentó aún más la vulnerabilidad de los reporteros independientes –sobre todo en ciudades pequeñas y medianas– que cubren temas como la corrupción, las políticas públicas y el crimen organizado. La campaña de las elecciones presidenciales estuvo marcada por la desinformación, los discursos de odio, los actos violentos contra periodistas y el desprecio a los derechos humanos. La elección de Jair Bolsonaro como presidente, en octubre de 2018, augura un periodo oscuro para la democracia y la libertad de prensa. En un país en el que dos tercios de la población se informan a través de las redes sociales WhatsApp representó una función clave en la campaña electoral: fue la principal fuente de información para la mayoría (61%) de los votantes de Bolsonaro, que desconfiaba de la prensa nacional. De esta forma, WhatsApp remplazó a las fuentes de información tradicionales. A través de este medio se difundió información falsa destinada a desprestigiar el trabajo de los periodistas críticos con Bolsonaro, así como campañas de descrédito y teorías de conspiración, que fueron ampliamente difundidas y compartidas. En medio de esta tensa situación, los periodistas brasileños se convirtieron en blanco del odio de algunos grupos de la población, como los partidarios de Bolsonaro, sobre todo en las redes sociales.

Los ataques en internet a periodistas –una tendencia al alza en toda la región– también fueron muy agresivos en Honduras, Nicaragua y Colombia (129º, +1), un país en el que las agresiones y las amenazas de muerte a periodistas, especialmente en Twitter, siguen siendo frecuentes, al igual que los secuestros. El nuevo presidente, el conservador Iván Duque Márquez, elegido en agosto de 2018, no ha dado señales que permitan pensar que la situación de la libertad de prensa mejorará en el país.

Entre los movimientos significativos en la Clasificación se encuentra el de Chile (46º), que pierde ocho posiciones. En 2018 no se respetó el secreto de las fuentes periodísticas y RSF registró numerosos casos de procesos judiciales abusivos contra periodistas que trataban temas delicados, como las reivindicaciones de las comunidades Mapuches y la corrupción de los políticos. La situación también se deterioró en Argentina (57º, -5) y Ecuador (97º, -5), donde la elección del presidente Lenín Moreno, en mayo de 2017, redujo las tensiones entre el gobierno ecuatoriano y muchos medios de comunicación privados. No obstante, este avance fue eclipsado por el secuestro y asesinato de un equipo de periodistas del diario El Comercio en la frontera entre Ecuador y Colombia. Este trágico episodio generó numerosas dudas sobre la seguridad de los periodistas y sus métodos de trabajo en estas zonas de conflicto que escapan al control del Estado.

En medio de este sombrío panorama regional, Costa Rica sigue siendo una excepción y es el país mejor calificado del continente, en el 10º lugar de la Clasificación.




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