Por Gervasio Sánchez .- Hace 20 años empecé un proyecto en el que todavía estoy inmerso después de recibir una propuesta de una revista del corazón. Viajé a Angola, uno de los países más minados del mundo, y me zambullí en un mundo de horror y desolación. Durante mi estancia en Kuito fue testigo del impacto de las mina antipersonas contra la población civil. En aquella ciudad de unos 100.000 habitantes, un 3% habían perdido una pierna o ambas al pisar una de las decenas de miles que había por todas partes. Un técnico prueba la prótesis a un mutilado en el centro ortopédico de la Cruz Roja Internacional en Kuito (Angola). Fotografía de Gervasio Sánchez Ejércitos de mutilados sobrevivían entre ruinas modernas después de sobrevivir a uno de los cercos más salvajes de la historia, peor que el de Sarajevo que había cubierto durante tres años. Decidí contar la historia de un adolescente llamado Adelino Chimoco que había sufrido el accidente cuando era un niño. Su padre había muerto por culp