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Mostrando las entradas etiquetadas como GUSTAVO DUCH

Madrid vs Barcelona, un nuevo reto

OPINIÓN de Gustavo Duch   ¿Saben aquí, en su América Indígena y Latina, que en España asistimos a una nueva competencia Madrid vs Barcelona? No es la liga de futbol ni la del baloncesto, ni la distinción por ser Capital Verde Europea. Las dos ciudades compiten estos días por recibir entusiasmadísimas e impacientes la edificación de un complejo turístico y de juego que quiere ser réplica de Las Vegas. A falta de ubicación el bautizo ya se ha oficiado: EUROVEGAS. Un nuevo duelo de nuestra clase política que, envidiosa de ronaldos y messis, se imaginan en las telenoticias con tijeras doradas cortando cintas inaugurales (costumbre también de viejos dictadores que nunca pasan de moda), pronunciando discursos grandilocuentes con fuegos artificiales de fondo mientras el público aplaudimos sus genialidades. Igual en Madrid que en Barcelona, pues de partidos políticos diferentes, sueñan sueños iguales ¿Los motivos de tal proyecto? En un admirable ejercicio de imaginación el Mausoleo La

Transgénicos, veinte años después

OPINIÓN de Gustavo Duch   La biotecnología transgénica durante estas dos últimas décadas se ha recreado explicando las virtudes de sus invenciones. Una tecnología que sólo ha alimentado debates pues su aplicación sólo ha generado hambre. La cifra actual de personas desnutridas nunca ha sido tan hiriente. Y aunque seguiremos escuchando nuevas propuestas salvadoras transgénicas, a las que deberemos responder, serán sólo pataletas. No hay mucho más que discutir, seamos claros: por un lado, la sociedad tiene una postura clara y rotunda, NO a los transgénicos; y por el otro, tantas millonadas puestas en esta ciencia apenas ha traído más que dos o tres aplicaciones. Decían que salvarían al mundo e inventaron negocios para vender venenos ponzoñosos. Un resultado-científicamente hablando- más que pobre, ridículo. Los cultivos transgénicos han fracasado:  -La transgenia comparte con la bomba atómica el mérito de ser la tecnología que más gente ha conseguido tener en contra, y el nú

Huellas (A propósito de huelgas)

OPINIÓN de Gustavo Duch   Betsabé Espinal caminaba un buen trecho para llegar a la fábrica a las seis de la mañana. Emilio Restrepo, el amo, llegaba cuatro horas más tarde en un coche tirado por caballos ingleses. Betsabé, al entrar, tenía que dejar los zapatos en la puerta porque así lo exigían las normas de la Fábrica de Tejidos de Bello Antioquia en Colombia, cerca de Medellín. Iniciaba una jornada de 12 horas. Hasta el 20 de febrero de 1920 cuando la joven campesina decidió decir y decidir. Durante 21 días las 400 mujeres de la fábrica decidieron y dijeron no trabajar más frente a las muchas injusticias en el trato laboral recibido: eran víctimas de abuso sexual en manos de los supervisores (siempre masculinos); por el mismo trabajo se les pagaba la mitad que a los hombres; se las inspeccionaba siempre al salir, consideradas sospechosas de robar pertenencias de la fábrica; y se les obligaba a andar descalzas. Pero dejaron huella. La primera huelga laboral en Colombia fue

¿Contaminación invisible?

OPINIÓN de   Gustavo Duch.-    Recientemente lo hemos podido leer en la prensa. «Una enigmática epidemia de insuficiencia renal crónica (ERC) azota a los braceros contratados por temporadas en las plantaciones de caña de azúcar en Centroamérica. Sin una conclusión científica contundente sobre su origen, Gobiernos e investigadores del área atribuyen la enfermedad a pesticidas y fungicidas (…) Los datos oficiales han revelado que, con una incidencia cercana a 10 casos por cada 100.000 habitantes, la ERC es la principal causa de muerte de hombres en El Salvador, y en Nicaragua provoca más víctimas mortales en la población masculina que el impacto combinado de VIH-sida y diabetes». Entre los diferentes pesticidas que aparecen en la lista de presentes y sospechosos anoten el nombre de uno de ellos, el glifosato. También en los últimos meses hemos leído en la prensa como en el campo argentino la disputa por la tierra fértil está generando violencia y muertes. Son varios los campesinos

Capitalismo a cielo abierto

OPINIÓN de Gustavo Duch    Se oyen los primeros rugidos. Las aves parten en vuelos urgentes sin ruta planificada. Los mamíferos corren en círculos muy desorientados. Los topos y topillos se entierran lo más hondo que pueden, y se llevan las manos a unos ojos llorosos que nunca vieron (son casi ciegos) nada igual. Las gentes del lugar se abrazan a los árboles. Un par de jóvenes se han encadenado a dos de ellos. No importa, el primer bocado llega puntual, y la excavadora traga media tonelada de bosque, fauna y flora. Así, bocados de excavadoras y explosiones de dinamita hasta cavar en el mismo ombligo del planeta Tierra una fosa de casi dos kilómetros de diámetro y por lo menos 800 metros de profundidad. ¿Por qué un bombazo así a nuestro globo terráqueo? ¿Qué pretenden enterrar? ¿No temen que de su interior emane el fuego del averno y les carbonice? ¿Cavan su tumba? ¿No les asusta poder ser tragados en un pliegue del terreno? No, el interés del capital y su necesidad de multiplic

¡Pesca-loca!

OPINIÓN de Gustavo Duch    En abril del 2011 un equipo científico de EEUU, Australia y China ofrecieron un resultado sorprendente: si alimentas a las truchas arcoíris con piensos compuestos de carne de pollos y huevos, crecen hermosos como si eso fuera su dieta habitual, o mejor. También se calificó de avance, unos años antes, cambiar la ideología vacuna. Si todas ellas siempre quisieron y fueron vegetarianas, se les forzó a alimentarse de subproductos cárnicos. Del vegetarianismo al canibalismo, sin comerlo ni beberlo. Y claro está que se volvieron locas; por no llorar, fue su forma de protestar. Sin necesidad de animales transgénicos, ni del Dr. Frankestein, podrán pescarse truchas multicolores que cantan al amanecer, incuban sus huevos y aprenden a revolotear. Y les llamaremos las truchas majaretas, cuando sólo querrán escapar de un Planeta de locos. Las vacas comían vacas y las truchas comerán pollos. Luego nos dirán que los animales se vuelven locos. ¿No será que será que

8 de marzo: aquí estamos

OPINIÓN de Gustavo Duch    Las calles de Bellprat son casi todas un sube y baja, curioso en un pueblito que descansa sobre un llano de trigos y cebadas. No cabrán, ni apretadas, más de 50 familias en él, pero aquel día tan significativo, autocares y coches trajeron a centenares de personas. Como en muchos lugares de Catalunya era día de construcción de ‘castellers’. Un entramado de seres humanos engarzan cuerpos y brazos formando una piña que sostendrá parejas o tríos de más hombres y mujeres, hasta alcanzar alturas de siete, ocho, nueve o diez cuerpos. Abajo los troncos más resistentes, en lo más alto niñas y niños ágiles y ligeros que tienen pues las mejores perspectivas para otear el futuro. No se hicieron aquel día las torres más altas ni las más dificultosas, pero sí las más merecidas. Por segunda vez en la historia, perfectas torres de mujer sobre mujer germinaron para decir: ¡aquí estamos! Abajo –los visitantes- con el cuello estirado y la espalda curva las mirábamos e

¿Salvar un matadero?

OPINIÓN de Gustavo Duch     Los erraldetxos se pueden comprar por toda Bizkaia. Son unas hamburguesas con valor agregado que, por ese motivo, resultan un poco más caras que las sospechosas hamburguesas que encontramos en cualquier gran superficie o las que nos ofrecen en los fast food. Pero se comercializan sin problemas, bien en unas 300 carnicerías del territorio, bien en algunos restaurantes locales. ¿Por qué las y los consumidores pagan un poco más? ¿Será porque regalan algún cachivache para las niñas y niños? Pues no, no es ese su valor agregado, las gentes que consumen los erraldetxos saben que pagan el alimento y algo más. La carne de estas hamburguesas ha sido producida por ganaderos y ganaderas locales, los cuales han recibido un precio justo por su laborioso trabajo, y su resultado se distribuye en las pequeñas carnicerías locales que ofrecen productos frescos con garantías de calidad y salubridad a la población cercana. Es decir, un alimento sano y sabroso que genera vida

Deportivamente, Sr. Ministro

OPINIÓN de Gustavo Duch   Distinguido Ministro de Educación, Cultura y Deportes. Leo en su currículum que le une una buena relación con el BBVA. En concreto y por varios años ha ejercido de adjunto al presidente y como director de Relaciones Institucionales. Giran las puertas giratorias incesantemente. Desde esa cercanía, me consta, estará perfectamente informado de algunas acusaciones que la sociedad civil hace a dicha entidad bancaria. Las más destacadas denuncian las inversiones del BBVA en armamento (por ejemplo, inversiones en Indra, una empresa de aplicaciones militares para el Eurofighter, la fragata F-100, el helicópteros Tigre y otros cachivaches asesinos); la financiación de empresas involucradas en proyectos con graves impactos medioambientales (como la planta de celulosa que la empresa española Ence construye en Uruguay, el Oleoducto de Crudos Pesados de Ecuador, que con 503 km. une las concesiones petrolíferas de la Amazonía con el puerto de Esmeraldas y que du

Reparaciones

OPINIÓN de Gustavo Duch   Con el ojo detrás de la cámara centró el objetivo en aquellos libros escolares desparramados por el patio. Su filmación tenía que recoger el funcionamiento del sistema educativo que el Movimiento de las y los trabajadores Sin Tierra (MST) del Brasil desarrolla en los asentamientos y campamentos donde habitan. ―Millones de personas ―explica Agustí― han salido de la pobreza gracias a la doble estrategia de este movimiento: ocupar y hacer productivas tierras del latifundio y la agroindustria junto con una educación centrada en los valores del compromiso y la justicia social. Con el zoom atrae los rostros de las niñas y niños que en corro rodean a los libros tomadores de Sol. La maestra, percatándose que el visitante nada entendía se acerca y le susurra ―antes de entrar a las aulas dejamos que los libros se impregnen de la sabiduría de la tierra. *** Ya dentro del aula, en la clase de los más menudos, Agustí filma como aprenden a leer sus primeras sílaba

Cosechar más, comer menos

OPINIÓN de Gustavo Duch     En cuestión de comer, poco o mucho, una cosa está clara; cada vez todo es más homogéneo. Hemos perdido sabores y saberes paralelamente al desarrollo de una agricultura intensificada centrada en muy pocos cultivos. Lo que ahora llamamos así, agricultura intensificada, es el resultado de la llamada revolución verde que en los años 60 –y con financiación de la Fundación Rockefeller– introdujo cultivos por casi todo el mundo en base a semillas mejoradasque crecían rápido en suelos tratados con fertilizantes minerales. África quedó excluida de este modelo agrícola hasta que, primero en 2003 con el Programa Detallado para el Desarrollo de la Agricultura Africana, después en 2006 con la Declaración de Abuja en el marco de la Cumbre de África sobre fertilizantes, y finalmente ese mismo año con la creación del AGRA (Alianza para una Revolución Verde en África) por parte de la Fundación Rockefeller (otra vez) y la Fundación Bill y Melinda Gates, llega la hora

Teoría del caos

OPINIÓN de Gustavo Duch     Según nos quieren convencer padecemos de una crisis gigantesca: los bancos de inversiones se arruinan, las cajas de ahorros están vacías y las bolsas descienden -y con ellas los beneficios de quienes juegan en estos terrenos. Por salvarles sus traseros, el Estado arrastra a la pobreza al pueblo al que en realidad debería proteger, aumenta el número de parados, eliminan servicios públicos y sólo saben decirnos que en pocos años un nuevo y mejor capitalismo nos habrá salvado. Con tanta operación salvavidas se hundirá toda Europa, los Estados Unidos y Japón, y sin su capacidad económica el nuevo capitalismo prometido funcionará con los fondos frescos que llegarán de la China, Rusia o de otras potencias emergentes dispuestas a dirigir la orquesta. Preguntémonos: si el capitalismo que hasta ahora ha funcionado bajo modelos llamados democráticos nos ha llevado a las hambres más numerosas, a las pobrezas más paupérrimas, a las contaminaciones más antiecoló

Redefinir la soberanía alimentaria

OPINIÓN de Gustavo Duch     Quince años después de la primera definición de Soberanía Alimentaria («La Soberanía Alimentaria es el derecho de los pueblos, comunidades y países a definir sus propias políticas agrícolas, pesqueras, alimentarias y de tierra que sean ecológica, social, económica y culturalmente apropiadas a sus circunstancias únicas. Esto incluye el verdadero derecho a la alimentación y a producir los alimentos, lo que significa que todos los pueblos tienen el derecho a una alimentación sana, nutritiva y culturalmente apropiada, y a la capacidad para mantenerse a sí mismos y a sus sociedades») el concepto ha ganado en amplitud y propagación. De hecho, creo que ha sido su uso y defensa, principalmente en manos de la población campesina, lo que -como algo vivo- le ha dado y dará nuevas dimensiones. Cuando se vocifera en las marchas campesinas, es un grito de la lucha a cara descubierta frente a la sociedad capitalista y su gobernanza, convirtiéndose en una propuesta po

En las ondas

OPINIÓN de Gustavo Duch   ―Buenas tardes y gracias por atendernos por teléfono para nuestra audiencia. Hoy 13 de enero nos hemos despertado con las imágenes de un buque de la Armada española atacado por un grupo de piratas somalíes a bordo de un esquife, con el lamentable desenlace de un muerto y cinco detenidos entre los atacantes. En cambio usted afirma que la noticia es falsa. ¿En qué se basa? ―No, disculpen yo no puedo afirmar eso que dicen, para nada. Todos los medios de comunicación, como si fueran uno, como si estuvieran regidos por una misma cabeza e idénticos intereses económicos, explican de forma semejante la noticia. No puedo afirmar lo contrario porque lo contrario no existe, no hay voces del lado de los malvados ‘piratas’. ―Siento un tono sarcástico en sus comentarios. ―Disculpe, no es mi intención. Sólo analizo la información que nos llega y le doy vueltas para intentar acabar de entenderla. Leo que la agresión tuvo lugar a unas 50 millas de la capital. ¿No

Las pastillas que NO nos alimentarán

OPINIÓN de Carles Soler y Gustavo Duch Una comida de colores Contarlo era como relatar una película de ciencia ficción a un público infantil. -Llegará un día –decíamos abriendo bien los ojos- que los coches volarán por los cielos, y no habrán problemas de aparcamiento. Todas las casas, con forma de cohete tendrán su propio robot doméstico, que lavará, aspirará y planchará siempre atento a nuestros deseos. Y comeremos pastillas de colores con una satisfacción nutritiva perfectamente calculada. Las pastillas verdes será la dosis justa de verduras –y las niñas y niños oyentes ponían cara de asco-; las rojas serán los bistecs; las blancas los lácteos; y las azules serán salmones o sardinas, qué más da. Pero parece que por esta vez, acertaremos en nuestras predicciones, al menos en el capítulo alimentario donde ya casi que casi podemos enumerar a una única empresa global mandataria de uno de los colores del cuento y hacedora de las pastillas en cuestión. Pastillas y sus amos Fíje

Cinco ingredientes y una receta

OPINIÓN de Gustavo Duch    Con sólo cinco ingredientes, ni uno más ni uno menos, cualquier empresa de restauración colectiva que se precie, cualquier cocinero o cocinera con habilidades suficientes, tiene bastante para organizar menús, de lunes a viernes, sin tener que repetir ni un solo plato, fíjense: Ingrediente 1: Los precocinados. Varitas de pescado, buñuelos de bacalao, crestas de atún, croquetas de cualquier cosa. Para las empresas es un plato de bajo coste. Para la cocina una bolsa que sólo hay que freír. Alimentos de diseño, que como plastilina se moldean en todo tipo de formas y figuras. Ingrediente 2: Las ensaladas. Apunten la receta: «se corta un iceberg (esa bola compacta de hojas lechuguinas asfixiadas en plástico), abrimos unos botes de zanahoria rallada, otros de remolacha rallada y añadimos unas frescas latas de maíz y aceitunas». Ya tenemos el arcoíris completo, verde, naranja, rojo, y amarillo. Si a tanto deslatado queremos darle un punto de frescura, venden u

Los chiflados

OPINIÓN de Gustavo Duch     Les llamaban ‘los chiflados’ desde hacía muchas décadas, y más de un siglo. Otros eran ‘los bermellones’, no por sus vinculaciones políticas sino porque en esa familia nacían bastantes bebés pelirrojos; la familia de la plaza eran ‘los sarus’ porque la bisabuela Sara mandaba mucho más que el varón de la casa, rompiendo los cánones patriarcales; Carolina y sus hijos, todos dedicados a la huerta eran ‘los mugres’ por su ropas de trabajo… Y así todas las gentes de aquella comarca asturiana andaban bautizadas antes de nacer. Según el censo y las estadísticas de la Unión Europea estaban atrasadísimos. Eran pobres ‘per cápita’, en municipios pobres, de regiones desfavorecidas, lo que les calificó para recibir apoyos en forma de proyectos de desarrollo rural, cooperación incluyente y otras brillantes ideas. Pero ni así. ‘Los chiflados’ y el resto de vecinos y vecinas de la comarca parecía que se esforzaban en no despobrecerse. Un manchurrón en los mapas insti

Muertes globales

OPINIÓN de Gustavo Duch    Frente a la pantalla del ordenador, mientras toma su primer café, estudia los índices bursátiles. Las deudas soberanas europeas son poco fiables, la bolsa sigue en caída libre y el petróleo es demasiado inestable, han habido hallazgos inesperados. ¿Dónde invertir? Las curvas de los granos básicos están, a su gusto, demasiado planas. Toma el teléfono y en segundos las agencias de prensa ofrecen nuevos titulares: graves sequías en países asiáticos; un informe de una agencia internacional alerta de un próximo déficit de alimentos en un Planeta de 7.000 millones de personas; se constata un importante aumento del consumo de carne; en Europa se estudia incrementar el uso de agrocombustibles… Se anuda la corbata para salir al despacho a pocas calles de la central de Bolsa en Chicago, y de reojo vuelve a mirar la pantalla. Sonríe, la curva de los precios del grano apunta ya claramente hacia arriba. La misma gráfica está ya en las computadoras de todo el Plan

Costas de vida y muerte

OPINIÓN de Gustavo Duch    Nos recibe en su despacho, un pequeño bar-restaurante de Camelle, rincón gallego y marinero en la Costa da Morte. Las paredes se adornan con unas pocas fotografías del puerto en los años cincuenta y de aquél petrolero que en frente se partió. Despacho profesional, porque esa es su profesión, marinero de las profundidades. Si recorres su cuerpo doblado como los eucaliptus de los montes que visten el cabo donde nació (nunca fue más lejos que A Coruña), observas muñones donde deberían existir sólo articulaciones. Delatan la dureza de la compresión/descompresión propia y repetida del oficio de buzo recolector de erizos de mar. Al levantarse para acompañarnos hasta la costa, el bastón que le ayuda, explica sin necesidad de ver, que los pies y rodillas estarán seguro en las mismas condiciones. Paco con 57 años y tanta artrosis sigue activo. ―Me gustaría llegar a la edad de la jubilación para tener una pensión digna, ―nos explica. Aunque ―puntualiza― tengo un

TIPNIS, cuento para Evo Morales

OPINIÓN de Gustavo Duch    Siente los primeros mareos, pesadez de cabeza y todos los sentidos se le avivan. Unos compañeros lo sujetan con fuerza, pareciera que su cuerpo y alma quisieran salir volando. Ha tomado unos sorbos del cocimiento –del conocimiento– de la ayahuasca. Ya está en el aire, los primeros rodeos no le alejan mucho del poblado. Las chacras muestran sus cultivos, el río y sus meandros hacen espirales y unas viejitas encogidas cocinan cuyes. Es un buen día, es un buen vivir. El narcótico redobla su efecto y el vuelo gana altura. Será mentira, pero sobre las copas de los árboles ve descansar lagos deliciosos donde unos muchachos pescan cocos y aguacates. Lagartos y serpientes caminan de pie y se besan sin recato. Casi rozando su cuerpo unos pelícanos le gritan con malos modales: síguenos. Los hombres sienten la tensión en su cuerpo, tienen que sujetarlo con lianas, está sudando y los músculos se le agarrotan. Los pelícanos en cada aleteo se van transformando p




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