OPINIÓN de Ileana Alamilla, Guatemala.-Temas como la desigualdad, la pobreza, las relaciones de poder que subordinan, convirtiendo las diferencias en desigualdades y que se presentan en aspectos relativos a personas de distinto género, grupos étnicos, condición social, entre otras, generan, aún en este siglo y en nuestro país, reacciones hepáticas y de negación a esta realidad. El abordaje no debe ser visto como un asunto de solidaridad, se trata de derechos humanos. El Estado, esta entelequia que se está desbaratando, tiene como prioridad al ser humano, como sujeto y fin del orden social, es responsable del bien común como su fin supremo y compromete la subordinación de gobernantes y gobernados a las normas del Derecho, entre las que se incluyen sus compromisos internacionales. La igualdad es un principio de la democracia, es imprescindible en un estado democrático de derecho, pero aquí no somos tan iguales, las brechas se mantienen, a pesar de los discursos y aparentes buenas inte