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¿Cómo se han enfrentado a la muerte los escritores?

EL SALERO -


Josep Oliver (papelenblanco.com).- ¿Cómo se han enfrentado a la muerte los escritores? Como todo ser humano, de las más diversas maneras. Irónicos, temerosos, inconscientes del momento… En esta y las siguientes entregas, veremos qué relación tuvieron algunos autores con la muerte, de mano de sus últimas palabras, sus epitafios o sus notas de suicidio. Hoy empezamos con las últimas palabras de algunos famosos escritores:
Heinrich Heine 

Emily Brontë

Si llamáis al doctor, ahora sí que estoy dispuesta a verle.”
La autora de ‘Cumbres borrascosas’ (1818-1848) no pudo disfrutar mucho tiempo de su éxito ya que su salud, que siempre había sido delicada, empeoró a causa de la tuberculosis, que finalmente se la llevaría la edad de 30 años. No quiso ser visitada por el doctor, y cuando se vio realmente enferma, ya fue demasiado tarde.

D.H. Lawrence

María, ¡no me dejes morir!”
A finales de 1917, D.H. Lawrence (1885-1930) fue obligado a dejar Cornwall debido al constante hostigamiento de las autoridades militares, que pensaban que el autor era un espía de los alemanes. La pobreza le obligó a cambiar frecuentemente de domicilio, y terminó contrayendo la tuberculosis. En los últimos momentos de su vida, el autor de ‘El amante de Lady Chatterley’ imploró a su mujer que le salvara.

Anton Chejov

Hace mucho que no tomo champán.”
El célebre escritor y dramaturgo ruso (1860-1904) tenía otra profesión: la de médico. Se sospecha que la tuberculosis que le llevó a la tumba fue contraída de un paciente. Justo antes de su muerte, le sirvieron una copa de champán, que había pedido expresamente. La bebió a pequeños sorbos, pronunció esta frase, dejó la copa en la mesilla de noche y expiró.

H.G. Wells

Vete… Estoy bien.”
El novelista británico autor de ‘La guerra de los mundos’ tuvo dos esposas y numerosas amantes, lo que no fue obstáculo para que su última esposa, estuviera a su lado hasta el día de su muerte, en su casa de Regent’s Park, Londres.

Gabriele d’Annunzio

Me aburro”.
Uno de los poetas italianos más reconocidos del fin de siglo, D’Annunzio terminó una carrera de cuarenta años en la que dominó el panorama literario de su país con la sombra de haber abrazado el fascismo de Mussolini. Éste le nombró presidente de la Academia de Italia en 1937, como reconocimiento a sus méritos durante el régimen.

Emily Dickinson

…la niebla está subiendo.”
Fue una de las poetisas más admiradas y prolíficas de Norteamérica, pese a que publicó muy pocos poemas en vida. Sus últimos años estuvieron marcados por su reclusión. Cuando murió su sobrino, su salud se deterioró rápidamente. Murió a los 56 años tras haber pasado varios días inconsciente. Su hermana descubriría más tarde más de 800 poemas inéditos en su habitación.

Sigmund Freud

Querido Schur, seguro que recuerdas nuestra primera charla. Prometiste ayudarme cuando ya no pudiera continuar. Es una tortura, y no tiene ningún sentido.”
El fundador del psicoanálisis y autor de obras fundamentales como ‘La interpretación de los sueños’ era un fumador empedernido. En 1923 se le diagnosticó cáncer. Cuando no pudo aguantar más el dolor, pidió a su médico que le administrara una sobredosis de morfina. Entró en coma y murió al día siguiente.

Lord Byron

Me voy a dormir. Buenas noches.”
Uno de los más famosos poetas de su época, tuvo que marchar de Inglaterra por sus deudas y una relación escandalosa con su cuñada. En 1823, cuando ya estaba pasando por un mal momento, se vio atrapado en una tormenta. Regresó a casa con una fiebre muy alta; el tratamiento no surgió efecto y entró en coma. Recuperó la conciencia el tiempo justo para decir estas palabras.

Heinrich Heine

Escribir… lápiz… papel…”
Heine (1797-1856) fue un poeta alemán que pasó sus últimos años en París. En 1845 contrajo una enfermedad que le postró en la cama. Poco antes de morir dijo “Dios me perdonará, es su profesión”. Pero al parecer murió sin poder dejar por escrito su último mensaje.

J.W. Von Goethe

Abre la otra ventana… para que entre más luz.”
El famoso autor romántico fue el más destacado autor del movimiento Sturm und Drang. Murió en 1832, le había precedido su esposa en 1816 y su hijo en 1827. Está enterrado junto a Friedrich Schiller.


Henrik Ibsen

Al contrario”.
El autor teatral que nos legó ‘Casa de muñecas’ sufrió un ataque de apoplejía en 1900, al que sucedieron otros que fueron debilitando su salud hasta postrarlo en cama totalmente paralítico. El día de su muerte, escuchó a su cuidadora decir a una visia que se encontraba mucho mejor. Esto fue lo que espetó Ibsen antes de morir.

Karl Marx

¡Vamos, fuera! ¡Las últimas palabras son para estúpidos que todavía no han hablado lo suficiente!.”
El economista, filósofo y escritor de ‘El capital’ sufrió un grave resfriado tras la muerte de su esposa. La enfermedad se agravó y derivó en bronquitis, y finalmente una pleuresía acabó con su vida. Mientras esperaba la muerte en su lecho, su criada le preguntó si tenía algunas últimas palabras que compartir.

Yukio Mishima

¡Larga vida al emperador!.”
Novelista japonés extremadamente conservador y patriota, personalidad terriblemente atormentada, Mishima nos dejó libros como ‘Confesiones de una máscara’ o ‘El pabellón de oro’. En 1970 cometió ‘seppuku’ (suicidio ritual japonés) en público, tras fracasar en su intento de convencer a los militares para acabar con el gobierno civil de posguerra del país.

Tomás Moro

Fíjese en que mi barba ha crecido en la cárcel; es decir, ella no ha sido desobediente al rey, por lo tanto no hay por qué cortarla. Permítame que la aparte.”
Santo Tomás Moro (o Thomas More, en inglés), autor de ‘Utopía‘, fue decapitado por orden de Enrique VIII a raíz de no querer prestar el juramento antipapista en 1534. Se le practicó un juicio sumario y fue condenado a muerte por el delito de alta traición.

Michel de Notre Dame (Nostradamus)

Mañana ya no estaré aquí.”
El críptico profeta cuyos versos sobre el fin del mundo han sido estudiados durante siglos también dio una pista sobre su propio deceso. Esto fue lo que contestó a su criado cuando éste se despidió de él preguntándole si se verían al día siguiente.

Edgar Allan Poe

¡Que Dios se apiade de mi pobre alma!”
El gran poeta romántico americano llevó una vida disoluta a causa de su feroz alcoholismo. El 3 de octubre de 1849 se el encontró por las calles de Baltimore, desvariando y vestido con ropas que no eran suyas. Fue trasladado al hospital, donde opuso resistencia al personal médico.

Sócrates

Crito, le prometí una gallina a Asclepio. ¿Te acordarás de pagarle?”
El gran filósofo griego murió a los 70 años de edad, aceptando su condena a muerte por no reconocer a los dioses atenienses y corromper a la juventud. El método elegido por él mismo de entre los que le ofrecieron fue el de ingerir cicuta.

Leo Tolstói

Incluso en el valle de las sombras de la muerte, dos y dos no hacen seis.”
El escritor ruso, autor de ‘Guerra y paz’, basó su vida en el pacifismo y el ascetismo, rehusando las enseñanzas de la Iglesia ortodoxa. Mientras moría, rechazó a los amigos que le invitaban a reconciliarse con la Iglesia.

Lousie May Alcott

Entonces, ¿no es meningitis?”
La autora de ‘Mujercitas’ había tenido una salud muy precaria desde que sufrió un envenenamiento por mercurio al ser tratada para el tifus. Su hermana murió de meningitas, y ella siempre sospechó hasta el último momento que era lo que padecía, pero lo que provocó su muerte fue un cáncer intestinal.


Lewis Carroll

Quíteme esta almohada. Ya no la necesito.”
El autor de ‘Alicia en el país de las maravillas’ murió de una neumonía después de sufrir una gripe. De pequeño, la tos ferina que padeció le produjo sordera en el oído derecho. Actualmente, hay biógrafos que sostienen que tomaba drogas psicoactivas.

Vicente Huidobro

¡Cara de poto!”
Cuando el poeta de vanguardia Huidobro estaba ya a las puertas de la muerte, volvió de la inconsciencia, confesó a sus cercanos que sentía miedo e hizo llorar a su amiga Henriette Petit, cuando la miró fijamente y le gritó esta expresión, que significa “cara de culo”.

Franz Kafka

¡Mátame o de lo contrario serás un asesino!”
Kafka fue un hombre de una salud frágil toda su vida: a su fobia social se le añadían migrañas, insomnio y otras dolencias, que intentó tratar con diversas terapias naturales, que quizá le provocaran la tuberculosis que finalmente le mató. Sus últimos días fueron un infierno de dolor, y suplicó a su doctor que acabara con ese sufrimiento.

Dylan Thomas

Me he tomado dieciocho güisquis. Creo que es mi récord…”
El laureado poeta galés murió como vivió: completamente borracho. La causa de su muerte fue una neumonía, mezclada con sus problemas hepáticos. Siempre estuvo orgulloso de su feroz alcoholismo, y a menudo fanfarroneaba de su aguante con la bebida.

Fernando Pessoa

No sé qué me depara el mañana.”
Una de las mayores figuras de las letras portuguesas, Pessoa escribió estas últimas palabras tras haber perdido la facultad del habla. La causa de la muerte fue, de nuevo, una grave crisis hepática, producida por años de excesos con el alcohol.

Saki

¡Apaga el maldito cigarro!”
El gran poeta y cuentista británico protagonizó una de esas muertes que parecen sacadas de ese macabro programa titulado ‘Mil maneras de morir’. Estando enrolado durante la Primera Guerra Mundial, gritó esta frase a otro soldado en una trinchera, antes de ser alcanzado por un francotirador alemán, que probablemente le había oído.

Margaret Mitchell

Sabe muy mal.”
La escritora de ‘Lo que el viento se llevó’ se quejó justo antes de morir del mal sabor de una naranja que le habían dado en el hospital donde convalecía por las heridas sufridas en un atropello.

Aldous Huxley

LSD: 100 microgramos.”
El autor de ‘Un mundo feliz’ experimentó ampliamente con las drogas una vez instalado en California, de lo que saldría su libro ‘Las puertas de la percepción’, título del que Jim Morrison se serviría para bautizar a su banda, The Doors. Antes de morir le pidió a su esposa que le inyectara dos dosis de LSD.

Víctor Hugo

Veo una luz negra.”
El autor de ‘Los miserables’ murió a una avanzada edad de una pulmonía. Años antes habían muerto dos de sus hijos y su hija Adéle había terminado en un psiquiátrico. Durante su vida había cometido muchos excesos, sobre todo con la comida. En este reciente post tenéis más curiosidades sobre Víctor Hugo.

Charles Dickens

¡Al suelo!”
El novelista inglés sufrió un ataque al corazón; su muerte se produjo justamente cinco años después del accidente de tren de Staplehurt, al que sobrevivió, y que le inspiró uno de sus mejores cuentos de terror, ‘El guardavía’, del que hablamos en este post de hace unos meses.

Gustavo Adolfo Bécquer

Todo mortal…”
Y terminamos este repaso con el poeta romántico español por excelencia, Bécquer, que falleció a los 34 años de la llamada “enfermedad romántica”, la tuberculosis, que como habréis visto, se llevó a numerosos escritores de todas las épocas. Se desconoce si esta última frase tenía o no sentido; fue pronunciada entre delirios causados por una fiebre muy alta.



Fuente | ‘El libro de los finales’, de Albert Angelo (Ed. El Aleph)




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