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VENEZUELA - La difícil tarea de escribir


02.10.13. OPINIÓN de Héctor Bello Silva.-   En la Universidad venezolana se viene presentando desde hace bastante tiempo el famoso síndrome de “todo menos tesis” (TMT) (Lanz, 2009). Este fenómeno se refiere a la imposibilidad de la producción escrita en buena parte de los estudiantes de distintos grados y posgrados, la cual tiene su máxima expresión en un acumulado de personas con culminación de cursos, asignaturas o unidades curriculares, quienes no llegan a obtener la titulación porque se “bloquean” para plasmar sus pensamientos en torno a un planteamiento teórico y/ o práctico.

Un lugar común viene a ser la baja actividad lectora de quienes aspiran el reconocimiento de una titulación universitaria. Una contradicción a todas luces, pero que nos llama a reflexionar sobre las causas de tal situación. Nos damos cuenta que de la Universidad se ha construido una cierta representación referida a una “fábrica de títulos”. Entonces, el título se vuelve algo “imprescindible” para “ser alguien”, mientras que la pasión por el saber y el conocimiento se trivializa. Esto resquebraja la ética en el quehacer universitario, a la vez que cuestiona la pertinencia de la Universidad. El sentido de la investigación se soslaya y se constituye una práctica acrítica cargada del plagio, siendo reflejo de una ignorancia ilustrada.

Sin embargo, esta problemática ha sido atajada desde la “metodología”, bajo el criterio instrumentalista de la escritura. Así se reparte entre cursos, talleres y publicaciones, la “solución” a la dificultad de plasmar por escrito argumentos en la construcción del conocimiento. Se venden artilugios y fórmulas que por arte de magia producen escritores en breve tiempo. Pero la verdad es que el proceso de la escritura requiere del arte de leer, en el sentido de Freire (2204). Eso quiere decir que la escritura debe ser parte de un estilo de vida y de relacionarse con el mundo, desde un sentido crítico y comprometido. La escritura es, a su vez, la condensación de miradas y vivencias, de prácticas y sueños, de ideas que emergen y de otras que se asientan. De allí que si una nueva Universidad busca vincularse a las necesidades sociales debe asumir la formación investigativa como eje y praxis liberadoras, donde los estudiantes puedan concretar sus aportes por escrito, pero que para ello debe haber militancia íntegra en el amor a los textos, no como fetiches, sino como salvaguarda del encumbramiento de la producción cultural universal y particular. La lectura se convierte entonces en el reconocimiento entre nosotr@s, con nuestras diferencias y nuestras semejanzas, siempre a mano para el debate. En tal sentido, el estudiante, además de ser lector, deberá volcarse en ser escritor como parte de su función intelectual, dando respuesta a una crisis cultural que hasta pone en juego a la vida humana sobre el planeta.

Desmitifiquemos a la lectura como el hábito monástico de congregaciones academicistas. La lectura nos abre las puertas a un universo para pronunciarnos, para descubrir, para declararnos irreverentes frente a la realidad socionatural que amenaza hasta las generaciones futuras. La construcción de una sociedad ecosocialista requiere una tarea que sistematice las ideas y su debate colectivo, con sentido científico, complejo y comprometido. Nada ha de ser ajeno en esa tarea. Pero es necesario escribir, porque al no hacerlo reproducimos lo instituido y no podemos liberarnos, o mejor dicho en otras palabras: para liberarnos es imprescindible reconocernos, y no podremos reconocernos si no nos leemos en el texto y la realidad natural y social en la que sobrevivimos.

Mientras el manto del neoscurantismo de la Universidad corporativizada vele la producción del conocimiento en pequeños círculos científicos, un nuevo feudalismo se mantiene. Es por ello que en nuestra rebeldía revolucionaria nos toca la difícil tarea de escribir para replantearnos el mundo injusto y degradado. Escribir para producir teoría, teoría parida al calor de la fragua de una transición que reclama más ideas y mejor ciencia, con sentido de responsabilidad social y comprensión integral de los procesos sociales y ecológicos.

Hoy se siente el agotamiento de la academia ensimismada. Hoy sentimos el agotamiento de un modelo educativo que masificó el “corta y pega”, castrando la expresión liberadora de la curiosidad y la posibilidad de ejercitar la interrogación permanente. Poco supieron nuestros profesores en la escuela tradicional enseñarnos a pensar organizadamente. Nos quedó el mal pensar (Lanz, 2009). Ahora debemos juntar las ganas de pensar de manera abierta y ordenada, para escribir claramente siquiera el intento de construcción de nuevos paradigmas. Atrevernos a pensar, atrevernos a escribir, será una tarea difícil pero liberadora, como una vía superadora de nuestra crisis cultural que no da más. Transformémonos para escribir, escribamos para transformar. Como decía Lanz (2004): “...Estamos en un momento en donde inventar puede ser la condición para salir de la crisis...”.




* Cs. para el Desarrollo Estratégico. Área de Conocimiento: Gestión en Políticas Públicas. Universidad Bolivariana de Venezuela - Aragua


Bibliografía:
- Freire, Paulo. La importancia de leer y el proceso de liberación. Siglo XXI Editores. México. 2004.
- Lanz, Rigoberto. “El arte de pensar sin paradigmas”, en: Enl@ce: Revista Venezolana de Información, Tecnología y Conocimiento, Año 4, N° 3, Septiembre – Diciembre 2007. Maracaibo.
- “Mal escrito, mal pensado”, en El Nacional, 11 de enero de 2011. Caracas. [Consultado en: http://yenilyalmeida.wordpress.com/2011/12/31/mal-escrito-mal-pensado­rigoberto-lanz-2/, el 10/07/2013].







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