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“Desde la lástima nada, desde la dignidad, todo”

“Es imposible dignificar el empleo del hogar si no hacemos cambios en la construcción social de los cuidados y para ello necesitamos dar voz a las empleadas del hogar y cuidados”.
 Red Estatal de Trabajadoras de Hogar y de Cuidados



Gloria López. Madrid, 04 abril. 19. Amecopress. No hay una solución única para acabar con la discriminación y precariedad que viven las empleadas del hogar, pieza clave en la reorganización de los cuidados. Entre otras cosas porque “es imposible dignificar el empleo del hogar si no hacemos cambios en la construcción social de los cuidados”. Para ello, es fundamental dar voz a quienes trabajan en el sector, mujeres en su mayoría, muchas migrantes, con y sin papeles. Ayer tomaron la palabra, claras, fuertes y convencidas de la importancia de la labor que realizan. Lo hicieron en la I Jornada de incidencia política: ¿Para cuándo todos los derechos en empleo de hogar y cuidados?, que se celebró en la Escuela de Relaciones Laborales de la Universidad Complutense de Madrid. Y esta vez el mantel de la mesa lanzaba un claro mensaje: “Desde la lástima nada, desde la dignidad, todo”.

#Para Cuándo? Es el título de una campaña que está circulando por redes e inspirando distintas acciones. “No es una queja”, advertía la abogada Arantxa Zaguirre, moderadora de la primera mesa, “queremos fechas concretas”. De hecho, uno de los objetivos de la jornada fue el identificar cuestiones que requieren transformaciones urgentes en el empleo del hogar y cuidados, caracterizado entre otras cosas, por estar sujeto a un “contexto jurídico bastante indeterminado”, tal y como expuso Jorge Torrent, director de la Escuela de RRLL en la inauguración del evento.

La primera mesa estuvo formada por mujeres activistas de diversas asociaciones y redes del ámbito del trabajo del hogar y de los cuidados. Todas ellas manifestaron la urgente necesidad de incorporar a las trabajadoras del hogar en el Régimen General de la Seguridad Social, como cualquier persona trabajadora por cuenta ajena y tener los mismos derechos.

Actualmente muchas de las mujeres que realizan estos trabajos son inmigrantes que, cuando llegan a nuestro país, topan con la ley de Extranjería, ven cómo todos sus estudios y saberes quedan anulados y “no te queda otra que trabajar con empleadas del hogar”, según el testimonio de Marcela Bamol, de la RETHOC (Red Estatal de Trabajadoras de Hogar y de Cuidados). “Tenemos que aprender a trabajar como cuidadoras y limpiadoras”, explicó, desde conocer los productos de limpieza y los alimentos hasta detectar situaciones de maltrato o poner un termómetro. “Nos ocupamos de la vida”, enfatizó y recordó que si ellas no hacen su trabajo “no se hacen operaciones en los quirófanos y no despega el avión”.

Marcela Bamol insistió en la necesidad de visibilizar el trabajo que las empleadas del hogar realizan y sensibilizar a una sociedad que no se da cuenta que a una mujer interna se le están vulnerando sus derechos humanos. Como tantas otras mujeres, Marcela Bamol, comprendió la necesidad de unirse y asociarse: “Cuando nos asociamos, damos importancia a lo que hacemos, sentimos la alegría de encontrarnos en la diversidad”. Por eso, vienen organizándose en redes vecinales, estatales e internacionales.
“El derecho a recibir cuidados no puede ser garantizado a costa de los derechos de otras personas”

Históricamente el sector del empleo del hogar y cuidados no ha estado regulado o, a partir del año 85, ha estado siempre bajo una legislación especial. Si bien es cierto que es un tipo de trabajo con características específicas, por quien contrata –particulares- y por dónde se realiza -en domicilios-, lo cierto es que “estas especificidades no deberían significar que no se reconozcan todos los derechos a las trabajadoras”, explicó Isabel Quintana, activista.

“El derecho a recibir cuidados no puede ser garantizado a costa de los derechos de otras personas”, sostuvo Isabel Quintana, para denunciar algunas carencias legales y exigir su inmediata transformación: el régimen de trabajo interno, los contratos “ruinosos” que no reflejan realmente las condiciones pactadas (salarios, horarios, etc.), jornadas legales de 12 horas que no tienen en cuenta la noche, prestaciones “en especie” (alojamiento y manutención), el término de contrato por desestimiento (en la práctica despido libre) o por fallecimiento por parte del empleador con indemnización de un mes (aunque la empleada haya estado contratada durante años), la cotización por tramos, el no tener derecho a prestaciones por desempleo o pensión.

Las injusticias no acaban ahí. Del 95 a 97 por ciento de las mujeres que realizan estos trabajos son mujeres inmigrantes. La ley de extranjería es un yugo: les exige tres años para regularizar su situación, tres años que pierden en su vida laboral, que “desaparecen”. La vulnerabilidad también ha generado la aparición de intermediarios como agencias privadas que se lucran a costa de las trabajadoras de un modo fraudulento. No hay prevención de riesgos laborales y la inspección de trabajo no está actuando para verificar y sancionar la violación de derechos.

Y es que el mercado laboral “funciona ocultando los cuidados”, denunció Amaia Pérez Orozco, de Colectiva XXK, y es que los cuidados son “esa base invisible en la que se apoya la desigualdad” en unas sociedades que “no ponen la vida en el centro”. Pero “si metemos mano al empleo del hogar, destapamos la olla”, advirtió.

“Es imposible dignificar el empleo del hogar si no hacemos cambios en la construcción social de los cuidados y para ello necesitamos dar voz a las empleadas del hogar y cuidados”, expuso la experta. “Queremos construir un derecho colectivo al cuidado (que se necesitan cada día)” y eso no puede darse sin corresponsabilidad, sin que el Estado se haga cargo de unos servicios públicos y gratuitos adecuados, sin unas empresas que pongan la vida en valor y sin la implicación de todas las personas. “Queremos que todo de un giro para que las cosas cambien”.
“El movimiento feminista ha sabido aclararnos el significado de los cuidados”

En su exposición, Amaia desarrolló algunas propuestas para “valorar los cuidados”, en una sociedad global: cuando una mujer pierde su trabajo aquí porque su empleador muere, hay unos niños y niñas y una familia en otra parte del mundo que deja de recibir recursos con los que subsistir. Desde profesionalizar el empleo del hogar y que deje de estar en el cajón desastre, pasando por construir cooperativas, hasta prohibir el empleo interno, pero contando con un “plan de choque” que impida que ni las familias ni las trabajadoras paguen las consecuencias.

Todo ello “es caro, relativamente”, dijo, “seguro que menos que rescatar a los bancos, o pagar las autopistas”. Los cambios propuestos por las trabajadoras del hogar nos obligan a cuestionarnos muchas cosas. Por eso, es central para el movimiento feminista.

Antes de que las mujeres inmigrantes se ocuparan de limpiar nuestras casas y de cuidar a nuestras hijas y nuestros hijos, a los abuelos y las abuelas, a las personas enfermas, eran las españolas quienes lo hacían “como una ayuda a la casa”. Ellas son ahora pensionistas. Ayer estuvieron en la primera mesa de la jornada, representadas por Concha de Frutos. “Siguen aprovechándose de ellas como antes se aprovecharon de nosotras”, dijo.

Concha de Frutos criticó el modelo capitalista, patriarcal, basado en la división del trabajo. Y aseguró que “el movimiento feminista ha sabido aclararnos el significado de los cuidados” y peraltó que la discriminación laboral que sufren las mujeres es otra forma de violencia de género.

A continuación hubo una mesa formada por representantes de diversos partidos políticos (PP, PSOE, Unidas-Podemos y Ciudadanos) a los que se les plantearon todas las reivindicaciones que se persiguen así como información del tratamiento e iniciativas que, en materia de cuidados y empleo en el hogar van a incorporar o tienen incorporados en sus programas políticos de cara a las elecciones próximas.






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