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Mozambique a un mes del ciclón Idai

De la emergencia a la recuperación

En Mozambique, el ciclón Idai arrasó con la ciudad portuaria de Beiray los distritos circundantes, durante la noche del 14 de marzo. Los fuertes vientos e inundaciones que desató el ciclón se cobraron la vida de al menos 602 personas en el país y dejaron a muchos más heridos. Miles de hogares, escuelas y centros de salud, así como infraestructura esencial, fueron dañados o destruidos. Muchas familias quedaron sin hogar y sin acceso confiable a refugios, agua potable, electricidad o alimentos, reporta la organización Médicos Sin Fronteras.

En un desastre natural de tal magnitud, nuestra respuesta se planificó de urgencia y abordó el tratamiento a la víctimas durante las primeras horas. La anticipación a una posible epidemia de cólera y el refuerzo inmediato en asegurar agua potable para la población fueron clave.

A medida que la tormenta que iba a convertirse en el ciclón Idai cobró fuerza sobre el océano al este de Mozambique, nuestro equipo en Beira comenzó a prepararse para lo peor. Los medicamentos se apilaron en los estantes para que no fueran destruidos por las inundaciones, y se colocaron bolsas de arena alrededor de los contenedores de suministros para mantenerlos seguros y secos. La farmacia, el almacén, las oficinas y las viviendas estaban preparados por si acaso.

“Ninguno de nosotros realmente tenía idea de lo que se avecinaba", explica Gabriele Santi, coordinadora de nuestro proyecto en Beira.

Las noticias de la devastación comenzaron a aparecer días después, cuando se restableció parcialmente el servicio de telefonía móvil. Solo entonces, nuestro equipo internacional, que había sido evacuado de Beira solo para quedar atrapado por las inundaciones en Chimoio, a unos 200 kilómetros de distancia, comenzó a recibir mensajes enviados por sus compañeros de equipo durante el ciclón. Un integrante del equipo había pasado la noche sobre una mesa de plástico con toda su familia porque las aguas de la inundación entraron a través de su casa, el techo de otro voló completamente, y un tercero estaba atrapado en la capital, Maputo, temiendo que su familia en Beira hubiera muerto.

Tan pronto como el aeropuerto de Beira reabrió sus puertas el 16 de marzo, enviamos un equipo de emergencia desde Maputo para asegurar de que nuestro personal estuviera bien y evaluar las necesidades de la comunidad en general; y desplegamos rápidamente a personal médico y logístico adicional, además de enviar suministros desde Maputo, Bruselas y Dubai.

Temor a una epidemia de cólera

Durante muchos años, los residentes de Beira han sufrido brotes de cóleraque se presentan hacia el final de las temporadas de lluvia. Dado el daño estructural al sistema de agua y las inundaciones masivas provocadas por el ciclón Idai, esta vez fue casi inevitable un brote. Al saber esto, el 21 de marzo empezamos a trabajar rápidamente con el Ministerio de Salud para aislar y atender a los pacientes con casos sospechosos de cólera en dos centros de salud de la ciudad.

“Al principio, tratábamos hasta 200 pacientes al día en una sola unidad de tratamiento del cólera", relata Quezia Monteiro, nuestra especialista en enfermedades infecciosas.

“En esos primeros días, el área de triaje estaba constantemente llena de personas que se habían desmayado debido a la deshidratación. Nuestras enfermeras trabajaron sin parar, buscando las venas de los pacientes, asegurándose de que cada uno de ellos tuviera la rehidratación que necesitaba para salvarse. Los más afectados fueron, como siempre, los más vulnerables: niños, mujeres embarazadas y ancianos. Nuestros pacientes más enfermos también tenían VIH, así que necesitaban tratamiento para ambas enfermedades".

Para cuando el brote de cólera en Beira se declaró oficialmente el 27 de marzo, ya se estaban construyendo tres centros de tratamiento de cólera especialmente diseñados, con una capacidad combinada de aproximadamente 350 camas, además de dos unidades de tratamiento de cólera. Más tarde, se instalaron unidades más pequeñas en la remota ciudad de Buzi, Dondo, Mafambisse, Matua y Tica, en la carretera entre Beira y la ciudad de Chimoio. Estos centros fueron diseñados no solo para atender a los pacientes existentes, sino también para prepararse para un posible aumento exponencial en los nuevos pacientes que contrajeran cólera.

"El cólera es muy infeccioso y puede propagarse increíblemente rápidoen un área urbana sobrepoblada como Beira", explica Anja Wolz, nuestra coordinadora de emergencias en Beira. “Junto con el Ministerio de Salud, planeamos tener al menos 350 camas disponibles rápidamente y poder hacerlas llegar hasta 1.000 si es necesario. Teníamos que prepararnos para lo peor, sabiendo que si hacíamos las cosas correctamente, y en colaboración con la comunidad, era probable que lo peor nunca llegara nunca”.

Nuestros equipos y el Ministerio de Salud han tratado, hasta el momento, a más de 3.400 pacientes de cólera en la región afectada por la inundación.

Agua potable, la clave para la salud

Las autoridades locales en Beira se apresuraron a concentrar su energía en restaurar el suministro de agua potable. Aunque esta decisión salvó innumerables vidas en la ciudad, el agua potable no llegó a todos los residentes de Beira. Por ello, para complementar el agua suministrada por las autoridades, instalamos una unidad de tratamiento de agua en Chingussura, un suburbio al norte de Beira. Nuestras instalaciones brindan hasta 7.500 litros de agua limpia por hora para el centro de salud local y la comunidad local.

También estamos trabajando en las áreas afectadas por las inundaciones para deshacernos del agua de las inundaciones en los pozos poco profundos, desinfectar las fuentes de agua infectadas y asegurar que las áreas de mayor riesgo tengan el cloro que necesitan para mantener su agua potable segura.

Sobreviviendo al ciclón, un mes después

Ahora, un mes después del ciclón, la vida ha vuelto a la normalidad en Beira de muchas maneras. Las calles están llenas de pequeños quioscos que venden bebidas frías, ropa y comestibles. En algunos vecindarios, unos cuantos tejados sueltos y árboles que fueron despojados de sus hojas son los únicos recordatorios de la destrucción que el ciclón Idai llevó a la ciudad. Sin embargo, en otras zonas, especialmente en los asentamientos informales que se encuentran en toda la ciudad, las casas permanecen completamente destruidas y es imposible vivir en ellas, mientras que sus residentes luchan por encontrar comida o refugio, y no pueden acceder a la atención médica y otros servicios.

Durante la última semana, los cuatro centros de cólera gestionados por MSF y el Ministerio de Salud de Beira han tratado a unos 100 pacientes nuevos por día. Muchos de los pacientes también viven con VIH, así que tienen un sistema inmunológico debilitado y una recuperación más lenta.

También brindamos apoyo logístico, técnico y de planificación al Ministerio de Salud para realizar una campaña de vacunación contra el cólera en Beira, Dondo, Buzi y el distrito de Nhamatanda. Los equipos de MSF fueron responsables de ayudar a garantizar que las vacunas se almacenaran y transportaran correctamente, que llegaran a los sitios de vacunación a tiempo, y que los equipos tengan todo lo que necesitan. Hasta el momento, casi 750.000 personas han recibido la vacuna.

Una respuesta enfocada a la comunidad

En cualquier brote, trabajar con la comunidad para explicar la enfermedady ayudar a las familias a protegerse de ella es absolutamente esencial. En Beira, nuestros equipos de promoción de la salud dirigen grupos de teatro callejero y van de puerta en puerta para informar a las personas sobre cómo pueden protegerse contra el cólera y cómo pueden acceder a la atención médica en caso de enfermarse.

"Después de que desastre de esta magnitud, no solo se trata de una buena estrategia, sino también de buenos modales", asevera Gabriele Santi. "Queríamos mostrar a la comunidad que estábamos aquí y buscando formas de ayudarlos después de la tormenta".

Al mismo tiempo, nuestro equipo de alcance médico ha establecido puntos de rehidratación oral en Beira para brindar a los residentes soluciones de rehidratación oral para evitar una deshidratación grave, y los servicios de una enfermera para ayudar a las personas con casos sospechosos de cólera u otras enfermedades graves cerca de sus hogares.

Estos equipos comunitarios también están aprovechando la oportunidad para establecer un sistema de vigilancia que pueda detectar rápidamente casos de malaria y desnutrición. Ambos podrían emerger como problemas serios durante las próximas semanas y meses, dada la gran cantidad de agua estancada y la enorme destrucción de cultivos que dejó el ciclón Idai.

Más allá de la destrucción de Beira

Las aldeas y los pueblos costeros de las provincias vecinas de Manica y Sofala (que incluyen a Beira) se vieron muy afectadas por las inundaciones y vientos que azotaron a la región durante las semanas previas, mismos que se convirtieron en el ciclón Idai.

En Buzi, al sur de Beira, más de siete metros de agua de las inundaciones envolvieron a la ciudad. Muchos residentes lo perdieron todo. Para ayudarles a recuperarse, establecimos una unidad de tratamiento del cólera y estamos ayudando a rehabilitar el centro de salud. Nos estamos enfocando en los servicios de maternidad, que permitirán a las madres de Buzi dar a luz de manera segura, y al departamento de pacientes ambulatorios, para que las personas puedan acceder de nuevo a una atención médica de rutina, que incluya el tratamiento del VIH.

Hemos distribuido artículos de higiene clave a alrededor de 5.000 familias de Buzi para ayudar a prevenir la propagación de enfermedades transmitidas por el agua como el cólera, y también hemos brindado educación y asesoramiento a miembros de la comunidad para ayudarles a comprender cómo el trauma del ciclón y las inundaciones podría estar afectándolos psicológicamente.

Al oeste de Beira, en Dondo, donde también gestionamos un centro de tratamiento del cólera, familias enteras están enfermando. Esto es común, pues el cólera se propaga a través de alimentos y agua contaminados, y es una muestra de que se necesita hacer más trabajo en la comunidad para educar a las familias sobre la importancia de la higiene.


"Durante un brote de cólera, una familia que come junta se enferma junta", dice Esperanza Santos, nuestra coordinadora de Emergencias en Dondo. "Afortunadamente, los casos en Dondo se concentran en áreas específicas y nuestros equipos de agua y saneamiento ya están viendo cómo pueden hacer que las fuentes de agua sean seguras".




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