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Pastos más productivos y ecosistemas más sanos en los Andes tropicales

Photo by UNEP / Lisa Murray

En medio de una espesa hierba en las montañas de la provincia de Pichincha, en Ecuador, Georgina construye un potrero para garantizar un pasto verde y exuberante a sus 13 preciosas vacas. Clava varios postes y los rodea con una gruesa cinta blanca que sirve como cerca eléctrica.

Esta es ahora una rutina diaria para la agricultura de 46 años. Han pasado solo ocho meses desde que comenzó a restringir las áreas de pastoreo, pero la mejora en la salud del ganado y el pasto ya es notable.

Hace menos de un año, la hierba seca y escasa había reducido la productividad de los animales. La familia se vio obligada a vender parte de su rebaño y alquilar tierras adicionales para alimentar al resto.

“Hemos tenido que hacer muchos sacrificios. No debería ser así", dice entristecida al recordar cómo lucharon para pagar las matrículas escolares y universitarias de sus hijos.

La situación de la familia ha comenzado a mejorar desde que adoptaron las prácticas de gestión sostenible de la tierra impulsadas por el proyecto Multiplicando los beneficios ambientales y de carbono en ecosistemas Alto Andinos.


"Hemos visto una mejora en nuestro pasto y hemos aprendido la importancia de observar todo el ecosistema, mantener los árboles y conservar el agua", dice Georgina mientras muestra la rica hierba que ahora llena sus campos.

Georgina y su hija instalan una cerca eléctrica portátil para controlar dónde puede pastar su ganado. Foto de ONU Medio Ambiente / Lisa Murray



La ganadería converge con la restauración

Las tierras de Georgina, ubicadas en medio de un mosaico de cultivos y bosque nublado, son una de las muchas áreas en los Andes tropicales que sufren una larga historia de prácticas agrícolas insostenibles, pastoreo extensivo de ganado, erosión del suelo, contaminación hídrica y deforestación.

Los Andes tropicales conforman una columna de 4.100 km que se extiende por el noroeste de América del Sur. Sus montañas albergan una diversidad biológica extraordinaria, proporcionan servicios ecosistémicos cruciales y son un depósito de carbono importante, aunque frágil.

A través del proyecto, Georgina conoció a Juan Carlos, cuya finca ganadera funcionaba como un sitio de investigación para demostrar cómo la gestión sostenible de la tierra puede mejorar la productividad, evitar la deforestación, restaurar suelos degradados y reducir la presión sobre las fuentes de agua cercanas.

Cambios locales, beneficios globales

Como parte del proyecto piloto, Juan Carlos aplicó un sistema de pastoreo rotativo, mejoró su pasto con estiércol y fertilizante orgánico de una unidad de biogás, plantó árboles nativos en un área degradada e instaló un nuevo sistema de agua para su ganado, con lo cual evita que los animales pisoteen el bosque ribereño y contaminen las fuentes de agua locales.


"La calidad de la capa superior del suelo ha mejorado, es mucho más profunda que antes y el color ha cambiado de un marrón claro a uno más oscuro", dice Juan Carlos, mientras masajea un puñado de tierra negra y húmeda en la palma de su mano. "El césped es mucho más grueso y también es más rico en color", añade.

Estas prácticas de gestión sostenible también aumentan el almacenamiento de carbono en el suelo y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. Ahora Juan Carlos es capaz de secuestrar 16,74 toneladas adicionales de CO2 equivalente por hectárea cada cuatro años -las mismas emisiones que libera un vehículo de pasajeros promedio durante tres años.

Juan Carlos está seguro de que la gestión sostenible de la tierra ha hecho más que ayudar a aumentar sus rendimientos. Además de duplicar la producción diaria de leche, las nuevas medidas han reducido la presión sobre el medio ambiente circundante, lo que ha permitido designar áreas para la restauración y el retorno de la vida silvestre.

Juan Carlos muestra las mejoras del suelo gracias a las nuevas prácticas de gestión sostenible en su finca. Foto de ONU Medio Ambiente / Lisa Murray



Diseñar nuevas políticas

El esposo de Georgina fue uno de los 50 agricultores en Pichincha que comenzó a replicar estos métodos innovadores después de unirse a las visitas de aprendizaje organizadas en toda la provincia.

"Al principio estábamos escépticos, pero mi esposo estaba asombrado de lo que estaba haciendo Juan Carlos. ¡Cuán verde y saludable era el pasto! Nunca habíamos visto algo así", relata Georgina.

Con prácticas probadas y replicables, el siguiente paso ha sido trabajar con las autoridades locales para que las lecciones aprendidas sean incluidas en el Plan Nacional de Restauración de Ecuador.

Habiendo visto los beneficios con sus propios ojos, Juan Carlos está entusiasmado con la idea de que aún más agricultores adopten las nuevas técnicas que él ha ayudado a compartir.

"Con este conocimiento, en lugar de degradar las tierras, talar árboles y extraer recursos del bosque, los agricultores pueden implementar prácticas más sostenibles y mejorar la productividad", asegura.

El proyecto “Multiplicando los beneficios ambientales y de carbono en ecosistemas Alto Andinos”, de cuatro años de duración, trabaja en Ecuador y Perú para poner a prueba prácticas de gestión sostenible de tierras y bosques, y restauración. La iniciativa es dirigida por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en colaboración con el Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la EcoRegión Andina (CONDESAN) y socios nacionales, y es financiada por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial(GEF).

Hasta la fecha, el proyecto ha ayudado a incorporar más de 54.000 hec




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