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23 de noviembre: Por el derecho a una vivienda digna

Día europeo de las personas sin techo

400.000 personas carecen de un techo en Europa, 40.000 de ellas en España, país en el que hay 3.443.365 viviendas vacías

"Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación". Artículo 47 de la Constitución Española

Cada año el 23 de noviembre, muchas organizaciones nos recuerdan que es el Día Europeo de los sin techo, esas personas con las que nos topamos a diario y que apenas parece que las notáramos.

Cualquier persona puede verse en esta situación
Ser una persona sin techo no es sinónimo de vago, loco o criminal. En realidad, cualquier persona podría terminar viviendo en las calles, vagando de un lugar a otro, pidiendo para comer y hasta dando las gracias por un abrigo viejo, que ante nuestros ojos nadie usaría.

Las personas sin hogar están atravesando una situación difícil en sus vidas, algunas lo tenían todo y lo perdieron, otras nunca han gozado de la abundancia y por ende, no han podido adquirir un hogar propio.

Se estima que en toda Europa hay más de 400.000 sin techos y la meta, es que todos consigan un hogar.

El verdadero problema de fondo
El verdadero génesis de los sin techos es la pobreza extrema. Muchas de estas personas no cuentan con un empleo, porque sencillamente no tienen un sustento diario en alimentación y medicina, que les permita contar con la entereza para trabajar. Otros ya son demasiado viejos y los niños, no tienen la posibilidad de siquiera pensar en estudiar y formarse, para en el futuro entrar en el mercado laboral.

Lo verdaderamente irónico, es que en muchos países hay cientos, tal vez hasta miles de hogares nuevos totalmente deshabitados, que se mantienen como inversión económica. Además, en muchos lugares el mismo sistema no incluye a estas personas sin hogar en la seguridad social. Por lo que se podría concluir que ser pobre es una característica excluyente dentro de los sistemas de gobierno.

La intención del Día Europeo de los sin techo, es procurar una vida digna para todas las personas y esto solo se logrará si se toman acciones contundentes para que los indigentes puedan ser incluidos en el sistema, para empezar a vivir.




https://www.diainternacionalde.com/ficha/dia-europeo-de-los-sin-techo



 
"Vivir en la calle, mata": el drama de los sintecho se agudiza en España
Por Karen Méndez Loffredo (Sputnik)

Cada 23 de noviembre se conmemora el día europeo de las personas sin techo, una cruda realidad que, según el último estudio oficial, viven en torno a 40.000 personas en España, la cuarta economía de la Unión Europea. 





"Muchos de ustedes tenéis mantas que no usáis y nunca bajan a tapar al que tiene frío. Nadie quiere hacer nada y menos que eso les cueste sacrificio. Cuando te quedas sin nada, nadie te permite estar a su lado, nadie quiere que estés en su cueva y el cerebro se empieza a romper. Entonces unos buscan refugio en el alcohol y el cerebro se rompe aún más y empiezas a vivir la peor crueldad de la sociedad. Imagínate cómo se sienten sin nada. Todos necesitamos una cueva y una piel para cubrirnos". Son palabras de Carmelo, un hombre que desde hace varios años se sienta en la misma esquina de la calle Larios en Málaga, al sur de España, para pedir limosna y con eso poder vivir y ayudar a personas en situación de calle. Carmelo cuenta que dejó de estar en la calle hace ya un tiempo gracias a la ayuda que recibió primero de unos turistas que le pagaron una pensión y luego por uno de esos giros que da la vida. Una noche estando en la pensión, un desperfecto eléctrico hizo que se fuera la luz. Los dueños llamaron a la compañía eléctrica, pero nadie pudo solucionarlo. Él, que asegura que en sus mejores años fue ingeniero de minas, se ofreció a solucionarlo y así lo hizo. Desde ese día, Carmelo vive en esa pensión a cambio de encargarse del mantenimiento del lugar.

"Ahí vivo y aquí, en esta esquina, paso 9 horas al día (pidiendo dinero). Cuando llega la noche me voy a casa, cocino y les reparto comida y ropa. Nadie los atiende y es un mendigo como yo, el que tiene que cuidar de ellos, Yo, con lo que recibo como mendigo les compro comida, agua, ropa. Yo mismo les preparo la comida, casi siempre les hago cremas de verduras, alimentos fáciles de digerir y que les hidraten. Busco o les compro ropa para que ellos puedan cambiarse. A ellos hay que ayudarlos de verdad, no humillándoles dándoles sobras", resalta Carmelo.

Pero no todos han corrido con la misma suerte de Carmelo, que pudo encontrar un techo seguro. En Madrid y en muchas otras ciudades de España, solo basta un breve recorrido para constatar el drama que viven muchas personas que están en situación de calle.
Testimonios de los sintecho

Pablo y Emilio son dos ancianos que se dedican a barrer la entrada de la Basílica de la Concepción de Nuestra Señora, en la calle Goya de Madrid, a cambio de un par de monedas que reciben de los transeúntes.

Emilio, de 68 años, cuenta que lo perdió todo cuando "murieron mis padres. No podía pagar el alquiler y me quedé en la calle". Asegura que no tiene hermanos, hijos, familiares ni nadie que le ayude.

Explica que cuando cae la noche, él y los sintecho se resguardan en algún portal y se cubren del frío con los cartones que encuentren. Confiesa que lo más difícil de vivir en la calle es el miedo a los otros.
"El miedo a que otras personas te puedan hacer algo. A mí me pegaron una paliza unos chavales jóvenes que venían de fiesta", recuerda.

Su amigo Pablo, de 66 años y con más de 30 viviendo en la calle, dice que él sí tiene familia, pero que "no quieren saber nada. Yo tengo mis hijas, mi exmujer, pero después de que me divorcié se perdió todo", confiesa.

A poco más de un kilómetro de donde estaban Pablo y Emilio, deambulaba con su manta en la mano por la Gran Vía, Martín Balbusano, un hombre de 45 años en situación de calle.

Martín, que dice ser de las islas canarias, explica que lleva "muchos, muchos años en la calle". Cuando se le pregunta por qué él responde "problemas familiares, dificultades. Ya eso quedó en manos de otra persona", dice.

—¿Y tu familia sabe que estás en la calle?

-Si.

—¿Y te han intentado ayudar?

-No.

—¿Tienes problemas de adicciones?

-No (y luego hace un gesto con la mano confesando que un poco).

—Y ¿qué quieres para tu vida?

-Salir de donde estoy.

Casi el mismo deseo que confiesa Emilio antes de despedirse.
"Yo sueño con tener un techo y ser feliz. Con eso me basta".
"No tener casa, mata"

Según se detalla en la Evaluación intermedia de la Estrategia Nacional Integral para personas sin hogar (2015-2020), publicado en 2019, existen entre 33.000 y 40.000 personas sin casa o sin techo.


"Depende de cómo miras te salen unos números o te salen otros. Hay una categoría que se llama ethos donde se establece qué es una persona en situación de calle, qué es una persona en una vivienda insegura o vivienda no adecuada, pero si nos limitamos solamente a lo que son personas en calle, la última encuesta hablaba de más de 30.000 personas en toda España. En Madrid se hizo un recuento en el año 2018 y se contabilizaron más de 3.000 personas, que son las personas que uno encuentra en la calle en ese momento y en los espacios de alojamiento colectivo. Pero hay otra serie de perfiles que no se tienen en cuenta".

"Por ejemplo, mujeres en sitios por violencia de género, personas con enfermedades mentales que no están en la red de personas sin hogar, sino más bien dentro de la red de enfermedad mental, es decir, también hay personas que estarían dentro de la exclusión residencial, pero que no se contabilizan. Entonces diríamos que, al menos, ese es el número base, pero seguramente hablaríamos de que hay bastante más personas sin hogar", explica Susana Hernández, directora de la Federación de Asociaciones y Centros de Ayuda a Marginados (FACIAM), una red de entidades que desde 1979 se dedica a atender y visibilizar la realidad de personas en situación de calle y sin hogar.


Hernández explica que hay varios factores que llevan a una persona a quedar en situación de calle. Uno es el factor personal "porque a veces uno toma decisiones que pueden ser equivocadas". Otro puede ser un factor de contexto social "como una crisis económica o sanitaria, como ahora, que ha provocado también una exclusión social", y un tercero, es un elemento estructural que involucra directamente a las administraciones públicas.
"Por ejemplo, en España, el hecho de que la vivienda pública sea muy minoritaria y los precios de la vivienda sean muy altos, hace que la vivienda sea de difícil acceso. Hay un dato en España y es que el 16% de los trabajadores son pobres, es decir, personas que tienen trabajo, pero que no llegan a fin de mes. Eso significa que hay algunas personas que trabajan y que al final tienen que irse a alojamientos colectivos de personas sin hogar porque no pueden pagar un alojamiento, no es porque no quieran trabajar, porque tengan problemas de adicción o porque tengan una enfermedad mental, sino porque la estructura y el contexto no favorece que tengan un hogar, una vivienda digna", indica Hernández.

"Las entidades estamos trabajando ya no solo en la atención directa de las personas sin hogar, sino también en esa parte de sensibilización para que entiendan que, efectivamente, la persona que está en la calle no está porque quiere. Este sinhogarismo no es una cuestión personal, sino que es una cuestión social y de voluntad política, de cambiar algunas cosas en las estructuras para que el sinhogarismo pueda, no sé si llegar a ser erradicado porque quizá es una utopía muy a largo plazo, pero sí muy reducido. No se puede seguir pensando que el sinhogarismo es culpa de la persona, sino que es una responsabilidad social y de las administraciones", remarca Hernández.
¿Quédate en casa?

La directora de Faciam también alerta que han detectado que el número de personas en situación de calle ha aumentado durante la pandemia de coronavirus.

"Hemos visto que muchas personas que vivían en una situación precaria y que estaban en la línea de caer en el lado de la exclusión, personas que vivían en pensiones y que tuvieron que cerrar, mujeres que trabajaban como internas, una serie de perfiles que vivían en precariedad, se quedaron en la calle, perdieron su alojamiento, perdieron su trabajo y se encontraron con tener que ir a los alojamientos colectivos que tienen las entidades o que las administraciones pusieron a disposición", explica Hernández.



"Entonces, una de las cosas que ha ocurrido desde que empezó la primera ola, se declaró el estado de alarma y se confinó a todo el mundo, es que el mensaje del Estado era "quédate en casa" para protegerte y proteger a los demás. Pero claro, ¿cómo te puedes quedar en casa si no la tienes? Entonces, vivir en la calle es estar desprotegido ante esta pandemia, tener que ir a un alojamiento colectivo donde quizá el riesgo de contagio puede ser mayor. Toda esta situación hace que vivir en la calle mate. Además, hay un dato que, a lo mejor, a mucha gente le sorprendería y es que vivir en la calle reduce la esperanza de vida en unos 15 años. Ya no es solo por la pandemia, el hecho de vivir en la calle, mata. Tener un hogar protege de muchas cosas, principalmente la vida", reflexiona Hernández.

Hernández insiste que el problema del sinhogarismo tiene solución y está en manos de todos, tanto de los ciudadanos como de los que tienen responsabilidades de Gobierno. Es un deber colectivo lograr que esas personas que cayeron en el nivel más dramático de la exclusión puedan ser reinsertados en la sociedad.




"Lo primero es poner a la luz que hay una realidad de exclusión residencial, que no solo afecta a personas solas, sino a familias enteras. Hay que sacarlo a la luz para conocer la situación, ver el problema, ver todas las causas que lo provocan. Segundo, las entidades intentamos trabajar a partir de cubrir necesidades básicas de alojamiento, etc, pero también de devolverle la dignidad a cada una de estas personas porque cuando una persona vive en la calle se vuelve invisible, es rechazado. Entonces, hay que volver a acogerles de forma que ellos sientan que su situación de estar sin hogar no tiene nada que ver con su dignidad y con sus derechos. La sociedad lo que tiene que hacer es un poco facilitar, quitar esa nieve, esa maleza del camino para que las personas en exclusión sientan que esta sociedad los quiere dentro. Eso también es importante. Aparte de esto, hay que hacer todo lo que se pueda a nivel de políticas de vivienda y en políticas de prestaciones públicas", concluye Hernández.




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