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Ni de García Márquez ni de Jung, pero efectivo para la multi-cuarentena

OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave

Con motivo de la entrega anterior, donde se pretendió aclarar que el diálogo del “Capitán y el chico” no era de la autoría de Gabriel García Márquez, sino del médico psiquiatra Carl Jung, les relato que mi compañera de vida, Silvia de profesión sicoterapeuta, cuando lo escuchó por radio y plataforma virtual, sin decirme nada, su rostro me demostró incredulidad.
 
A continuación me llamó el culto colega, licenciado Fernando Irala Burgos, para agradecer la referencia, minutos después otra llamada para decirme que estábamos cayendo, como muchos otros en otra fake news, le conteste: dame oportunidad, estoy revisando, en lectura dinámica, “EL Libro Rojo” de Carl Gustav Jung, en efecto no existe tal diálogo en la obra del también psicólogo y ensayista.
 
De la investigación en redes sociales, esta es la verdad, verdadera, al menos que surjan estas versiones; sin embargo de que el diálogo nos sirve para enfrentar con optimismo la maldita pandemia que nos ha tocado enfrentar y padecer, reproducimos la aclaración, que titulan: La cuarentena y el libro rojo de Jung
 
En plena época de Fake News y gracias a los lectores… alertaron de que el texto que reproducimos en este artículo, no pertenece realmente al Libro Rojo de Carl Jung, sino que es un relato, “El capitán y el mozo” del escritor italiano Alessandro Frezza. En una entrevista que concedió, explicó así el error que le ha reportado fama y notoriedad. Y no es para menos puesto que el relato, que es lo importante y no el autor, tiene un contenido brutal.
 
Alessandro Frezza explica la razón de la atribución errónea. “Se debe al hecho de que mi relato, en forma de canción, apareció en la página de Facebook “Libro Rojo de Jung” con mi nombre. Entonces el texto fue tomado por error por alguien que difundió la canción quitando mi nombre e insertando el de la escritura a la que estaba dedicada la página, Carl Gustav Jung. Se extendió como un incendio forestal tanto el relato como la atribución a Jung, que llegó a 400.000 seguidores, y finalmente se convirtió en un fenómeno viral"
 
El diálogo entre el mozo y el capitán viene de las reflexiones de Alessandro Frezza sobre la situación actual. “Me pareció útil, en este período histórico, realizar un escrito dedicado a todas las personas en dificultad. Como decían los alquimistas, te vuelves sabio cuando sacas el máximo provecho de una situación negativa, aunque estés en el suelo, elevando tu conciencia. Soy de L'Aquila, y en el período del terremoto de 2009 saqué lo mejor de lo peor que estaba pasando a mi alrededor”. A Frezza le preocupa el hecho de que se atribuya el autor correcto a esta pieza tan apreciada, porque “un día me gustaría convertirme en un escritor profesional, no dedicarme a escribir libros como una segunda actividad. Siempre me quedaré con la duda de que la cita se extendió como un incendio forestal por Jung o porque fue realmente apreciada por su contenido”.
 
Para nosotros, dice la nota aclaratoria, en meditación y psicología, no hay duda, nos ha gustado tanto el relato que seguirá publicado y desde luego nos unimos al reconocimiento a Alessandro Frezza.
 
Va de nuevo el estupendo diálogo:
 
“Capitán, el chico está preocupado y muy agitado debido a la cuarentena que nos han impuesto en el puerto”
 
“¿Qué te inquieta chico? ¿No tienes bastante comida? ¿No duermes bastante?”
 
“No es eso, mi capitán, no soporto no poder bajar a tierra y no poder abrazar mi familia”.
 
“¿Y si te dejaran bajar y estuvieras contagiado, soportarías la culpa de infectar alguien que no pueda aguantar la enfermedad?”
 
“No me lo perdonaría nunca, aún si para mí han inventado esta peste”
 
“Puede ser... ¿Pero y si no fuese así?”
 
“Entiendo lo que queréis decir, pero me siento privado de mi libertad mi capitán, me han privado de algo”
 
“Entonces... prívate aún más de algo”
 
“¿Me estáis tomando el pelo?”
 
“En absoluto. Si te privas de algo sin responder de manera adecuada, has perdido”
 
“Entonces, según usted si me quitan algo, ¿para vencer debo quitarme alguna cosa más por mí mismo?”
 
“Así es. Lo hice en la cuarentena de hace 7 años.”
 
“¿Y qué es lo que os quitasteis?”
 
“Tenía que esperar más de 20 días en el barco. Hacía meses que esperaba poder llegar al puerto y gozar de la primavera en tierra. Hubo una epidemia. En Port April nos prohibieron bajar. Los primeros días fueron duros.
 
Me sentía como vosotros. Luego empecé a contestar a aquellas imposiciones sin utilizar la lógica. Sabía que tras 21 días con un comportamiento se crea una costumbre, y en vez de lamentarme y crear costumbres desastrosas, empecé a portarme de manera diferente a todos los demás.
 
Por ello, empecé a reflexionar sobre aquellos que tienen muchas privaciones cada día de su miserable vida y luego, para entrar en la óptica justa, decidí vencer. Empecé con el alimento. Me impuse comer la mitad de cuanto comía habitualmente, luego empecé a seleccionar los alimentos más digeribles, para que no se sobrecargase mi cuerpo. Pasé a nutrirme de alimentos que, por tradición, habían mantenido al hombre en salud.
 
El paso siguiente fue unir a esto una depuración de pensamientos malsanos y tener cada vez más pensamientos elevados y nobles. Me impuse leer al menos una página cada día de un tema que no conociera. Me impuse hacer ejercicios sobre el puente del barco.
 
Un viejo hindú me había dicho años antes, que el cuerpo se potenciaba reteniendo el aliento. Me impuse hacer profundas respiraciones completas cada mañana. Creo que mis pulmones nunca habían llegado a tal capacidad y fuerza.
 
La tarde era la hora de las oraciones, la hora de dar las gracias a una entidad cualquiera por no haberme dado, el destino, privaciones serias durante toda mi vida.
 
El hindú me había aconsejado también coger la costumbre de imaginar la luz entrar en mí y hacerme más fuerte. Podía funcionar también para la gente querida que estaba lejos y así esta práctica también la integré en mi rutina diaria en el barco.
 
En vez de pensar en todo lo que no podía hacer, pensaba en lo que iba a hacer una vez bajado a tierra. Visualizaba las escenas cada día, las vivía intensamente y gozaba de la espera. Todo lo que podemos obtener en seguida, nunca es interesante. La espera sirve para sublimar el deseo y hacerlo más poderoso. Me había privado de alimentos suculentos, de botellas de ron, de imprecaciones y tacos. Me había privado de jugar a las cartas, de dormir mucho, de estar ocioso, de pensar solo en lo que me habían quitado.
 
“¿Cómo acabó capitán?”
 
“Adquirí todas aquellas costumbres nuevas. Me dejaron bajar después de mucho más tiempo del previsto.
 
“¿Os privaron de la primavera entonces?”
 
“Sí, aquel año me privaron de la primavera, y de muchas cosas más, pero yo había florecido igualmente, me había llevado la primavera conmigo y nadie nunca más habría podido quitármela”
 
El diario “La Vanguardia” ofrece disculpas, unimos las nuestras. Que valgan los errores las reproducciones del diálogo que se ha hecho viral.
 
EN EFECTO, NI DE GARCÍA MÁRQUEZ NI DE JUNG, PERO EFECTIVO PARA LA MULTI-CUARENTENA A QUE NOS OBLIGA EL COVID-19.
 




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