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El Papa autorizó la ordenación del diácono Livinus enfermo de leucemia

OPINIÓN de Teodoro Rentería Arróyave

 
A la nietecita primogénita y ya colega, María José Rentería Paczka por su día cumpleaños, que celebramos en la víspera, felicidades hoy siempre Majo.
 
Normalmente evitamos en estas entregas abordar temas religiosos por controversiales y por respeto a nuestros lectores, radioescuchas, televidentes y cibernautas, sólo cuando la noticia tiene una connotación de interés público son motivo de análisis.
 
La Iglesia Católica Apostólica y Romana, se ha significado a través de los tiempos de estar inmersa en una obsoleta y absurda burocracia; esta situación empezó a cambia a partir de algunos históricos pontificados, recordemos al Papa Luis XIII con la Rerum Novarum, la primera encíclica de carácter social y que permitió abrir el Archivo Secreto del Vaticano; a continuación Juan XXIII quien actualizó a la Iglesia a tal grado que algunos lo calificaron de hereje, se le recuerda como el Papa Bueno y también de la Paz.
 
Más adelante vendría Pablo VI, llamado el Papa de la modernidad al convocar al Concilio Vaticano II y expedir su Encíclica Humanae Vitae; pero seguramente ninguno como el actual, el Papa Francisco y por cierto el primero originario de América y para ser precisos, latinoamericano.
 
Va la siguiente historia que retrata fielmente a Francisco, descrita por el periodista radiofónico italiano Andrea De Angelis y publicada entre muchos otros medios por el diario “La Jornada”.      
 
El diacono nigeriano de color Livinus, llegó a Roma para atenderse de leucemia, al parecer en fase terminal, y para continuar sus estudios; ante la emergencia en menos de 24 horas el Papa Francisco autorizó de modo extraordinario la ordenación del ahora padre Livinus Esomchi Nnamani quien pertenece a la Congregación de la Madre de Dios.
 
De Angelis en su introito nos relata: “Hay historias que no necesitan adjetivos, cuya fuerza está en su esencia. Historias donde la fe y la esperanza se encuentran, se entrelazan en un deseo que se convierte en servicio”.
 
Livinus Esomchi Nnamani fue ordenado sacerdote el pasado Jueves Santo, en una “historia de un hombre que respondió a una vocación, descubrió que estaba gravemente enfermo y pidió que se coronara su camino de fe, aunque por adelantado. Una pregunta contestada con un ‘sí’ excepcional, también por la rapidez de la respuesta. Todo en 24 horas.”
 
El padre Livinus desde que llegó a Italia desde Nigeria siempre luchó con todas sus fuerzas para vencer una grave enfermedad mientras continuaba sus estudios, pero las complicaciones de salud lo llevaron a solicitar al Papa que se cumpliera el deseo de su vocación: ser sacerdote.
 
De su puño y letra escribió su petición a Francisco el miércoles 31 de marzo, durante la Semana Santa. Lo hizo desde el centro asistencial romano donde permanece hospitalizado por su leucemia, el Presidio Sanitario Medica Group Casilino. Quizá no podía imaginar que solo 24 horas después ese deseo se haría realidad.
 
“La historia fue contada a Radio Vaticana por monseñor Daniele Libanori, obispo auxiliar de Roma. ‘Me enteré de este joven religioso, enfermo y hospitalizado aquí en Roma. De su deseo de ser sacerdote, que necesitaba un permiso especial. Así que le dije a su superior que él mismo debía hacer esta petición’ -la escribió de su puño y letra-, explicó el prelado, que luego se encargó de que llegara al Papa.
 
Una hora más tarde, aún no habían pasado dos horas -continúa-, el Santo Padre dio su autorización para que fuera ordenado. Todo esto tuvo lugar el 31 de marzo, la mañana del Miércoles Santo. Todo en menos de dos horas.
 
Al día siguiente, el Jueves Santo, monseñor Libanori estaba en la Basílica de San Pedro para la Misa Crismal que celebraba Francisco. ‘Mientras me revestía, una persona vino a llamarme diciendo que el Papa quería verme. Me reuní con él en su sacristía y allí me dio el documento en el que estaba su consentimiento para la ordenación de Livinus’. Ese Jueves Santo se convertiría en un día inolvidable para el joven religioso nigeriano. ‘Esa misma tarde, en el hospital, procedimos a la Liturgia de Ordenación. 
 
Livinus estaba muy emocionado, pero también muy afectado por su estado. Celebramos la misa con dignidad, tratando de no fatigarlo demasiado. Se alegró de ello. Creo que fue un momento muy íntimo’. Durante la liturgia, el obispo ungió las manos del nuevo presbítero con el crisma consagrado por el Papa unas horas antes en la Basílica de San Pedro”.
 
Sin duda alguna es una historia humana, de fe, de amor y que sitúa la humildad de Francisco, un Papa a la altura de nuestros caóticos tiempos. “La primera bendición del padre Livinus fue para los médicos y enfermeros que lo atienden con cariño”.




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