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Países bicentenarios colonizados, colonizando a pueblos originarios

OPINIÓN de Ollantay Itzamná

En el año 2021 que transcurre, 5 países de la región centroamericana (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica), México y Perú, conmemoran 200 años de la firma de sus respectivas independencias políticas de España.

Dichas independencias, en los hechos, nunca fueron tales, porque inmediatamente después de la salida española, estos países fueron controlados política y económicamente por Inglaterra, luego por los EEUU hasta la actualidad.

Hablar o celebrar 200 años de independencia en países cuyas soberanías lo ejerce, en última instancia, el gobierno norteamericano, es una falacia.

En el Perú, como en los otros países, manda el gobierno norteamericano. El vergonzoso denominado “Grupo de Lima”, abusos norteamerianos en el Triángulo del Norte, bases militares norteamericanas en países de la región, o los Tratados de Libre Comercio made in USA, confirman que el soberano en estos países es EEUU.

Este constante y duradero sometimiento de estos u otros estados bicentenarios de la región a los poderes foráneos es la materialización más burda de la debilidad mental y espiritual de las élites oligárquicas que regentan estos estados bicentenarios. ¿Qué persona con amor propio y amor a su patria puede permitir que un gobierno foráneo humille y despoje a los suyos a cambios de promesas de caridad?

Dos siglos de colonialismo republicano para los pueblos originarios

Si soberanía es lo que menos existió para estos países en estos 200 años de existencia como estados, para los pueblos originarios la ocupación, el saqueo y la explotación en estos dos siglos recientes fueron aún más fuertes que incluso en tiempos de la Colonia española.

A principios del siglo XIX, los criollos, en su desesperación por acumular riqueza fácil, decidieron emanciparse de la debilitada Corona española que les obligaba a recaudar y pagar impuestos.

Para no pagar impuestos, y quedarse para sí con el dinero recaudado, decidieron “independizarse” de España.

Pero, una vez en el ejercicio del “gobierno independiente” aplicaron los impuestos y trabajos forzados violentos contra los pueblos originarios. Y, lo poco que estos estados bicentenarios recaudaban y recaudan los desvían a sus cuentas particulares. ¡Eh aquí la gran “virtud” bicentenaria de estos  estados republicanos!

El colonialismo interno que sufren los pueblos originarios por parte de los estados criollos, no sólo consiste en el cobro de tributos y explotación laboral, sino, sobre todo, consistió y consiste en el despojo de las tierras colectivas indígenas para entregar a los mestizos y/o extranjeros como propiedades individuales, con el complemento de la mano de obra indocampesina disponible para las haciendas nacientes. En esto consistieron las famosas “revoluciones liberales del siglo XIX”.

En la actualidad, el colonialismo interno se practica y se fortalece con la concesión que los bicentenarios estados criollos hace de los territorios indígenas a favor inversionistas foráneas que saquean las riquezas de los pueblos, sin sus consentimientos. Y, cuando los pueblos se organizan y se resisten, los estados criollos los declaran “enemigos internos de la patria” para aniquilarlos físicamente.

La Colonia española funcionó gracias a la exitosa y eficiente labor de los primeros evangelizadores católicos que ablandó el espíritu de rebeldía de los colonizados. Ahora, la bicentenaria Colonia republicana criolla funciona gracias a la exitosa y eficiente labor que los doctrineros pentecostales evangélicos o católicos realizan para someter y redomesticar el espíritu de los originarios.

El indolente y desconocido Dios sigue siendo el arma más eficiente utilizado por colonizadores para mantener “humildes” y dominados a los pueblos colonizados, mientras las oligarquías (como predilectos de Dios) disfrutan de las bendiciones en riquezas que el “todo poderoso” les derrama.

Otra evidencia que el colonialismo continúa vigente en contra de los pueblos originarios es que las y los indígenas, incluso dos siglos después de la vigencia de los diferentes estados de derecho, jamás fueron considerados o tratados como ciudadanos con las facultades y oportunidades de elegir y ser electos como gobernantes. Las y los originarios, subsisten sin derechos, ni oportunidades, cargando un cúmulo de obligaciones para que los estados colonizadores funcionen.

Esta dura realidad ocultada por los medios corporativos funcionales a los colonizadores republicanos debe ser develada. El colonialismo interno es una de las taras que impidió e impedirá la posibilidad de construir cualquier proyecto de comunidades políticas plurinacionales posibles.

Los 200 años de las supuestas independencias criollas debe ser un motivo para mirarnos hacia adentro y reconocernos lo que realmente somos: países colonizados colonizando a los pueblos originarios. 


Ollantay Itzamná




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