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Derecha quiere ajuste, el gobierno ajusta y otorga bonos, el pueblo los toma pero quiere soluciones

OPININÓN de Sergio Ortiz





EL PODER QUIERE AJUSTE

El poder concentrado de la Argentina -en un sentido amplio, los monopolios de la economía, los medios hegemónicos, la política y la justicia – es consciente de la crisis. Pone cara de “yo no fui”, ocultando que es el gran responsable de aquellos males, sobre todo del 40 o más por ciento de la pobreza. Y sigue engordando sus ganancias, que ya resultan obscenas, en particular las de grandes capitalistas exportadores de alimentos.

Con esa lógica propia de quienes se visten de “productores” siendo que ellos particularmente no producen ni un caramelo, se niegan a poner no digamos el hombro, ni siquiera una uña meñique, a los planes del gobierno y su socio FMI, que requieren mayores ingresos al fisco y moderar algo la inflación. Lo primero, para disponer de más reservas... para pagar al Fondo. Lo segundo, para apagar el incendio político-electoral prendido en la base votante del Frente de Todos.

Dentro de ese plan oficialista, hubo algunas tímidas medidas o anuncios, que fueron capotando antes de despegar o cuando ya habían alcanzado cierta altura discursiva. Por ejemplo, lo del impuesto a la renta inesperada, que Martín Guzmán anunció a fines de abril, quedó en la nada. No hay siquiera un borrador de ley, que además tendría un destino incierto en el desfiladero del Congreso, donde lo iban a cascotear los de Juntos por el Cambio, con Sergio Massa haciendo la vista gorda y silbando bajito.

Otra claudicación fue no aumentar las retenciones a las exportaciones de granos en tiempos de alza de precios en el mercado mundial y también por la guerra en Ucrania. El bombero que acudió rápido al lugar del hecho, a pedido de los exportadores y grandes productores de granos fue Julián Domínguez, cuasi vocero del Consejo Agro Industrial Argentino (CAA). Lo que no pudo impedir ese ministro fue una medida menor: se aumentarían 2 puntos las retenciones del trigo para formar un Fideicomiso con 350 millones de dólares con los que financiar a los molinos. Éstos bajarían un poco el precio de la harina y el kg de pan pasaría de 350 a 270 pesos.

Error. Ni siquiera eso anduvo. Los beneficiarios de aquel subsidio, de la Federación Argentina de Industria Molinera (FAIM), rechazaron la creación del Fideicomiso que los iba a subsidiar y a cambio les pedía unas migajas. No lo aceptaron. Una de dos. O esos molinos tienen una solidaridad de clase oligárquica con los grandes exportadores. O bien entre unos jugadores y otros hay muchos del mismo equipo monopólico, aunque una camiseta diga “molino” y otra “exportador”.

Para los primeros, 350 millones de dólares del Fideicomiso del trigo era poca plata y para los segundos era preocupante que les aumentaran esos dos puntos de retenciones. Si sigue la crisis pueden reclamarles varios más y algunos utópicos, zurdos o populistas querrían nacionalizar el comercio exterior, o recrear el IAPI del primer peronismo, la Junta Nacional de Granos y la de Carnes.

En línea con esos intereses de clase, la derecha clásica conocida (Macri, Larreta, Bullrich, Morales, etc) apoya a aquellos monopolios y rechaza aumentar impuestos a las empresas. En esto coincide la extrema derecha de Milei y Espert, que además de ser solidaria con ese poder concentrado, abiertamente proclama que hay que derogar convenios laborales, hacer otra reforma previsional y terminar con los subsidios a los pobres (a los empresarios, obvio, hay que mantenerlos y aún aumentarlos).

GOBIERNO AJUSTA Y A LO SUMO DA DOS BONOS

Frente a aquella política de tierra arrasada que propugna la derecha y ultraderecha, el gobierno navega en aguas fondomonetaristas, con un ajuste en salarios, jubilaciones y condiciones de vida aunque no en la misma medida ni los mismos tiempos que esa oposición desbocada cuya consigna parece ser “Ajustar o morir por la Argentina neoliberal”.

Hay voces disonantes a nivel gobierno. Está la triste melodía del ajuste entonada por Alberto Fernández adentro y fuera del país, el ministro Guzmán y Matías Kulfas, etc.

Si bien esa es la línea predominante, es cierto que se escuchan otras voces diferentes, críticas del ajuste. En la semana que pasó habló Máximo Kirchner en Lanús, continuando la línea marcada la semana anterior por Cristina desde Chaco. Esta postura es mejor para los intereses del pueblo argentino y más congruente con la tradición del peronismo, poniendo límites al ajuste que anunciaron el gobierno y el staff del FMI.

El presidente Fernández estuvo tres días en España, Alemania y Francia. Y allí, además de lanzar y retirar su candidatura a reelección para 2023, antes sus pares Pedro Sánchez, Olaf Scholz y Emmanuel Macron condenó a Rusia por la guerra en Ucrania. Buscaba así el aplauso fácil de ese terceto de la OTAN, el gran promotor y responsable de aquella guerra. Lo logró, pero con aplausos no vive nadie; ni españoles, alemanes, franceses ni argentinos.

AF pasó “la gorra” pidiendo más inversión extranjera y más plazos para pagar la deuda con el Club de París. Ofreció lo que sólo tiene en parte, como granos, porque la otra depende de obras no realizadas, como en el gas. Dijo varias veces: “Argentina es un reservorio de lo que el mundo está demandando, somos grandes productores de alimentos y energía”. Lo primero es cierto, lo segundo es falso, porque aún se importa gas y este año a un mayor precio por el alza en medio de la guerra que desataron Kiev-Bruselas-Washington.

En la Cumbre de AmCham (Cámara de Comercio Americana) en Puerto Madero desfilaron los políticos proestadounidenses Massa, Rodríguez Larreta y Guzmán, entre otros. Fueron muy aplaudidos por los presentes y el embajador Marc Stanley, quien elogió de “impresionante” la negociación del ministro de Economía con el Fondo.

Guzmán fue presentado por el CEO del JP Morgan y ratificó ante ese auditorio de mil CEOS el programa suyo y del Fondo, diciendo que esas metas no se van a tocar. Hizo énfasis en el objetivo de bajar el déficit fiscal y por eso mismo reiteró los aumentos de tarifas de gas y luz. Realizadas las audiencias públicas, bastante fantoches, no vinculantes, se confirmó que esas tarifas aumentarán desde junio un 42,7 por ciento en 2022 para el grueso de los usuarios. Y eso se llama ajuste, que provocará más pobreza y más inflación, que en abril fue del 6 por ciento, y anualizada, el 58 por ciento, todo un récord.

Kulfas en AmCham tocó el arpa buscando agradar a los CEOS y gerentes de multis. El tema interpretado fue “Divisas tendrán” y el estribillo decía: “los dólares para importaciones van a estar disponibles”.

SÓLO ALGUNOS PARCHES

Aquella es la línea dominante en el gobierno y genera choques internos con los cristinistas que quieren moderar ese ajuste pues creen que es injusto y les haría perder los comicios del año que viene.

Entre ambos sectores, sin parar la pelea, acuerdan a veces ciertos parches para aliviar la tensión de los 14.4 millones de pobres e indigentes, dentro de los cuales hay millones de trabajadores formales y jubilados con haberes por debajo de la línea de pobreza.

Hace semanas se anunciaron dos bonos por un total de 18.000 pesos para 13.6 millones de humildes. Kirchner presionó y el gobierno aceptó adelantar a junio la vigencia de un módico aumento en el Salario Mínimo, que lo llevará a 45.240 pesos, mejorando el Potenciar Trabajo (equivale a la mitad).

Se anunció una moratoria previsional para que se puedan jubilar más mujeres y hombres que tienen la edad pero les faltan aportes. También ingresó en Diputados un proyecto del FdT para crear un Salario Básico Universal, aunque luce como muy verde vista la composición del Congreso.

Un porvenir así de problemático aguarda en Diputados al proyecto con media sanción del Senado, donde fue aprobado por 37 votos contra 31: el Fondo para pagar al Fondo. Es así de bueno y de negativo. Bueno porque quiere cobrar el 20 por ciento a los dólares fugados, con la justa consigna de que “paguen los que fugaron”. Negativo, porque el destino de lo recaudado es abonar al FMI, corresponsable de la estafa macrista de 2018.

Ese proyecto, al que la oposición adjudica el mote de “blanqueo”, será de muy difícil implementación. No sólo por el voto adverso que puede bloquearlo en Diputados sino también porque quedó demorada otra parte sustancial de la ley, que demanda el levantamiento del secreto bancario, bursátil y fiscal. Esos secretos están protegidos por la ley de entidades financieras de la dictadura militar-cívica, de Adolfo Diz y José A. Martínez de Hoz. Es la única “norma” legal de tiempos del terrorismo de Estado que no fue derogada. Tuvo cambios, pero no de este tipo: los fugadores pueden llegar a entregar hasta a su madre, pero no sus secretos bancarios.

Los dos ministros se fueron de AmCham con muestras de simpatías, pero sin apoyos concretos del establishment que quiere más ajustes, hasta el hueso de la gente. Para ellos estabilizar la nave del país es tirar por la borda a mucha gente que consideran de más, como los piqueteros que reclaman trabajo, salario y planes.

El presidente volvió de Europa con varias metidas de pata políticas, como su anuncio de reelección luego retirado pero sólo de palabra porque insistirá en ese objetivo. Faltan 17 meses para esas elecciones. Quedan lejos, lejísimo, en tanto a la gente le preocupa cómo llegar a comer mañana y pasado. Las luces políticas de esa dirigencia bipartidista están tan apagadas como en un prolongado eclipse de luna.

Los que tienen los pies en la tierra, trabajadores, pobres y desheredados, mostraron sus anhelos en la masiva Marcha Federal Piquetera el jueves 12 en Plaza de Mayo. Fue muy importante y tuvo visibilidad en parte por la fuerza propia y porque los medios, incluso los adversarios del gobierno, quisieron mostrarla para incomodarlo.

Esa fuerza piquetera debe ser más valorada aún porque mostró su poderío a pesar de la ausencia de las corrientes más defensoras del gobierno, como el Movimiento Evita y demás Cayetanos, que se hicieron los otarios. Billetera mata galanes como Pérsico y otros menos malos como Grabois.

Ese movimiento de luchadores sociales, a falta de un movimiento obrero como el de tiempos de Tosco y Ongaro, luce como la columna vertebral para un proyecto popular y democrático contrario al acuerdo con el FMI.

Para eso deberá sumar más sindicatos que los valiosos que pudo atraer a la Marcha Piquetera (Sutna, ATE de CTA Autónoma y delegaciones docentes no baradelistas de Buenos Aires). Y sobre todo tendrá que politizar – no partidizar ni FITUzar- su programa de Pan y Trabajo, enmarcándolo en el No pago de la Deuda Externa y la nacionalización de la banca y el comercio exterior.

Un problema menor pero que debe atenderse porque la Marcha Piquetera lo puso más en el candelero, es que hay muchos pobres que cuestionan a los más pobres. Esos son trabajadores empobrecidos no solidarios con los que cobran planes, siendo en verdad sus hermanos de clase. También se vio a dirigentes de Pymes cuestionar la marcha como si ellos fueran los dueños de Molinos, Arcor o Banco Santander.

La derecha se ocupará de las polémicas entre Juntos por el Cambio y Milei. Sin ser lo mismo, el peronismo seguirá con las disputas entre Fernández y Cristina.

El campo popular debería centrarse en el objetivo de formar un frente antiimperialista. Ello demanda seguir en las calles, saldar las discusiones con los burócratas sindicales, politizar los movimientos sociales y sacar de su enajenación a esa parte de los pobres y Pymes que piensan como “los de arriba” cuando viven en el subsuelo de la Patria o a lo sumo en una planta baja.




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