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OTAN: 73 años del instrumento yanqui para las guerras frías y calientes

Nació como fuerza militar y política durante la “guerra fría”



OPINIÓN de Sergio Ortiz

UN PARTO CONTINUADO

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tuvo nacimiento en Washington, el 4 de abril de 1949. Estados Unidos fue el padre de tan horrible criatura. El resto de los socios, o solo padrinos, fueron el Reino Unido, Francia, Bélgica, Canadá, Italia, Portugal, Noruega, Dinamarca, Países Bajos, Luxemburgo e Islandia. Eran doce en total.

El objetivo de esta organización política y militar fue confrontar con la Unión Soviética y los países socialistas del este europeo. En China, en ese año 1949 avanzaba como una tromba el Ejército Popular dirigido por Mao Tsé tung y los comunistas, que tomarían el poder en octubre.

Según el anticomunista Winston Churchill, el comunismo había implantado una “Cortina de Hierro”. Falso. El bloque que hasta ahí había liderado el Reino Unido y desde entonces EE. UU., quería contener al socialismo. Y para ello hubo una fuerza militar reorganizada por el flamante líder imperialista. Este no había aportado demasiado a la victoria aliada sobre el Tercer Reich; en particular sus pérdidas humanas y materiales fueron ínfimas porque no peleó tanto y siempre fuera de casa.

El bando norteamericano tomó la iniciativa de esa pulseada militar contra el mundo en general y el socialista en particular. Un dato nada menor es que, además de ejércitos, tanques, barcos y aviones, ese bloque había empleado la bomba atómica en agosto de 1945 contra un enemigo derrotado, Japón. La bestia mostraba sus colmillos atómicos y los usaba, no sólo para rendir a esa presa sino, sobre todo, para atemorizar al resto del planeta, especialmente a quien habitaba el Kremlin, un tal José Stalin.

Ese tiro nuclear le salió por la culata porque en agosto de 1949 la URSS hizo su primer ensayo con munición de ese tipo, rompiendo el monopolio.

Seguramente los servicios secretos estadounidenses algo sabían de que en 1949 Moscú estaba en esa fase final de prueba nuclear. Eso debe haber influido para que su Departamento de “Defensa” acelerara el parto de la OTAN, retomando la iniciativa de una guerra más convencional contra el Este. Se la calificó de “Guerra Fría”. Era guerra, pero sin lanzarse bombas en forma directa los principales contendientes. Claro que EE UU y sus socios hacían guerras de verdad contra China, salvando a Chiang Kai Shek; contra Corea, Vietnam, Argelia, Congo, Cuba, etc.

Si alguien tiene una duda sobre la responsabilidad de las guerras, debería ver las fechas de la historia. La OTAN fue mal parida en 1949. Recién seis años después, el 14 de mayo de 1955, la Unión Soviética, Polonia, Checoslovaquia, la República Democrática Alemana, Hungría, Rumania, Bulgaria y Albania se juntaron en el Pacto de Varsovia.

Además de lo que hizo la OTAN en estos 73 años de agresiones, que hoy cobra más actualidad con su campaña de agresión en Ucrania, su prontuario muestra que sigue sumando nuevos miembros en 2022. Quiere arruinar el mundo por otros 73 años, cuando el Pacto de Varsovia se disolvió en julio de 1991.

El imperialismo no murió. Y el socialismo y las luchas de liberación nacional y social, tampoco, por lo que Wall Street, el Pentágono y el pacto atlántico no van a diluirse y mucho menos disolver sus fuerzas bélicas, que sustentan su mundo desigual.

SON TREINTA Y QUIEREN MÁS

De los doce países miembros, la implosión del campo socialista primero y las victorias obtenidas tras algunas guerras de agresión después, le reportaron a la OTAN nuevas membresías.

Cuando nació el Pacto de Varsovia, en 1955, Washington aprovechó para legalizar el ingreso a la OTAN de la República Federal de Alemania. Sólo habían pasado diez años desde la rendición de la bestia nazi, para que el país que le sirvió de cuna ingresara como si fuera una estrella democrática. Eso se llama pragmatismo imperialista a la máxima potencia. Cuando Daladier y Chamberlain, gobernantes de Francia y el Reino Unido, necesitaron a Hitler para empujarlo a destruir la URSS, firmaron el Pacto de Munich (1938). Cuando EE. UU. y aliados quisieron poner un muro de contención al naciente bloque socialista europeo, en 1955 dieron calurosa bienvenida a la Alemania no del todo desnazificada. ¡Y acusan a los soviéticos de haber puesto el Muro de Berlín en agosto de 1961, o sea seis años después de aquel ingreso atlántico!

Hungría, Polonia y República Checa se sumaron a la OTAN en 1999, ocho años luego del fin del Pacto de Varsovia. Por eso dije que los norteamericanos engordaron su entente con oponentes derrotados que alguna vez fueron socialistas. Esos tres fueron los más rápidos en cambiar de bando. Otros se tomaron más tiempo. Bulgaria, Eslovaquia y Rumania, lo hicieron en 2004, igual que el terceto Estonia, Letonia y Lituania, países bálticos de antecedentes poco progresistas pues entre 1941 y 1945 estuvieron ocupados por los nazis.

Eslovenia, en 2004, dio el mal paso hacia la OTAN. Fue la primera de las repúblicas que habían formado parte de la República Federativa Socialista de Yugoslavia. Croacia, de ese mismo origen, lo hizo en 2009 y Montenegro en 2017. La última en darse vuelta, desde la ex Yugoslavia de Tito, fue Macedonia del Norte, en 2020.

Albania, vecina de Yugoslavia, había caído en esas garras atlánticas en 2009, luego que fuera tierra de guerra durante casi diez años, entre 1990 y 1999. EE. UU. y sus socios atlánticos empezaron su destrucción de Yugoslavia con los movimientos separatistas en Bosnia y Croacia, alentados por Alemania, que no fue la única. En Argentina el presidente neoliberal Carlos Menem incurrió en el delito de contrabandear armas a Croacia y en simultáneo partidos trotskistas realizaban campañas por “Armas para Bosnia y Croacia” (Izquierda Socialista lo reitera ahora a favor de Ucrania, con campañas políticas y reunión de fondos, contra Rusia).

Esa guerra contra Yugoslavia, enmascarada como “misión humanitaria”, tuvo como central el ataque de la OTAN en Kosovo, para separarla de Belgrado. Eso incluyó 78 días de bombardeos incluso en la capital de Serbia donde murieron 1.200 civiles. La intervención atlántica en Kosovo mató a 13.000 personas. En Belgrado no se salvaron de los bombardeos la embajada de China ni los estudios de Radio y Televisión (RT) de Rusia.

Con la sumatoria de Macedonia hace dos años, el Pacto llegó a los 30 miembros, pero Washington quiere más.

AGRESIONES Y MENTIRAS A GRANEL

Aquella historia debe conocerse para entender mejor el presente de la organización criminal llamada del Atlántico Norte. Incluso es mentirosa en su denominación pues quiere sumar a Ucrania, cuya zona sur portuaria como Odessa (hoy bajo control ruso y de las repúblicas populares del Donbass) está en el Mar Negro y no en el Atlántico. Se llama del Norte, pero varios de los países son mediterráneos. Y tiene bases militares en el Atlántico Sur, como la de Monte Agradable, con 1.500 soldados británicos, usurpando la soberanía argentina en Malvinas.

Casi todo en la OTAN es dual, de apariencias y simulación. Ostenta la defensa de la democracia cuando representa a gobiernos imperiales con inclinaciones fascistas. Habla de paz mundial y misiones humanitarias cuando es la encarnación de la guerra y la barbarie, al servicio del saqueo y la explotación de pueblos y sus recursos.

La secretaría general de la OTAN es reservada a un europeo, pero las grandes decisiones se toman en el Salón Oval y el Pentágono. Los últimos tres secretarios generales fueron el holandés Jaap de Hoop en 2004, el danés Anders Fogh Rasmussen en 2009 y el ex primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, desde 2014. El tipo todavía está en el cargo: dijeron que no hubo reemplazo debido a la pandemia y luego por la guerra en Ucrania. Dudo, luego existo...

Ese cargo político es en buena medida una máscara. El verdadero rostro es norteamericano, tanto en lo político como en lo militar. Hasta mayo el comandante supremo de las Fuerzas Aliadas en Europa era el general yanqui Tod D. Walters. A comienzos de ese mes fue nombrado para reemplazarlo en el cuartel general de la OTAN en la localidad belga de Mons el también estadounidense y general Christopher Cavoli. Este fue jefe del Ejército en Europa y África, con muchísimas misiones no precisamente humanitarias en Afganistán.

En julio de 2018, con Donald Trump, EEUU aportaba el 71,6 por ciento del gasto total de “Defensa” de la OTAN: sobre 957.000 millones de dólares, el imperio ponía 686.000 millones. En marzo de 2022 el gasto total de la entidad eran 1.174.240 millones y los yanquis ponían 811.140 millones.

La exigencia de Trump de que todos los socios pusieran un mínimo del 2 por ciento de sus PBI solo la cumplían el Reino Unido, Francia, Grecia (durante un brutal ajuste con el FMI y el Banco Central Europeo), y Polonia, Croacia, Estonia, Lituania y Letonia, con la furia de los traidores.

Sus 30 miembros aumentarán a 32, pues Suecia y Finlandia, neutrales por décadas (la segunda fue aliada de la Alemania nazi), decidieron pedir sus ingresos. Las solicitudes fueron entregadas en Bruselas el 18 de mayo pasado. La de Suecia estaba firmada por la primera ministra Magdalena Andersson y su ministra de Asuntos Exteriores, Ann Linde. La de Finlandia, el presidente Sauli Niinistö y la primer ministra Sanna Marin. “Me alegro de que hayamos tomado el mismo camino y de que podamos hacerlo juntos” dijeron Niinistö y Andersson.

El ministro de Exteriores de Finlandia, Pekka Haavisto, manifestó que “no hay más discusiones”, luego que el parlamento aprobara esa adhesión por 188 votos contra sólo 8 en contra.

Esas decisiones parlamentarias y gubernativas estuvieron precedidas de una intensa campaña de agitación e intoxicación mediática de sus poblaciones, pletóricas de desinformación sobre la guerra en Ucrania. Acusaron a Rusia de promoverla y a punto de lanzarse como un oso polar sobre unas pobres y pacíficas focas.

Esa sumatoria se produciría en la reunión de la OTAN el 29 y 30 de junio en España. La que demorará un poco más es la bienvenida al socio 33, Ucrania, el más esperado. Lo quieren EEUU y sus socios europeos desde 2014 cuando apoyaron el golpe de Estado en Kiev y una continuada masacre de población de origen ruso en el este y sur de Ucrania. Vladimir Putin pidió de muchas maneras que pararan con la expansión de la OTAN hacia el este y que se pusiera coto a los nazis ucranianos (son parte orgánica del gobierno de Volodimir Zelenski) en el Donbass. No le llevaron el apunte, desesperados por poner en Ucrania muchas bases militares y misiles a 5 minutos de vuelo de Moscú.

Ante las objeciones de Turquía, el ingreso formal de Kiev se demorará un tiempo. Por el apoyo político, económico y militar que recibe, bien puede considerarse ya como el número 33 de la Alianza. El Senado de EEUU está tratando un proyecto de Joe Biden para apoyar con 40.000 millones de dólares al régimen ucronazi de Zelenski, parte en armas y parte como apoyo financiero.

El número de víctimas de esa guerra promovida por EEUU y la OTAN es elevado pero todavía impreciso. En otras invasiones, como la sufrida por Irak, las cifras son más conocidas. Una medición hecha sobre el terreno por la Universidad Johns Hopkins y publicada en 2006 en la revista británica The Lancet, estimó que entre 2003 y 2010 los muertos iraquíes fueron 655.000.

Termino con una referencia a Donald Rumsfeld que pinta la falsedad del imperialismo yanqui y la OTAN con tal de lograr sus objetivos de dominación. El tipo fue representante de EEUU en la OTAN entre inicios de 1973 y finales de 1974. Al año siguiente fue secretario de Defensa de Gerald Ford y en 2001 estuvo en el mismo cargo con George W. Bush. En 1983 había sido nombrado por Ronald Reagan como enviado especial a Oriente Próximo y sostuvo reuniones con Saddam Hussein, dándole apoyo a Irak en su guerra de agresión contra Irán.

A partir de 2001 el mismo Rumsfeld, que en la faz privada representaba a grandes laboratorios y fábricas de armas, fue el impulsor de la guerra contra Afganistán y luego contra Irak. Dijo que Hussein tenía un programa activo de armas de destrucción masiva. Nunca se encontraron esas armas. Y el presidente iraquí, al que antes Rumsfeld apoyaba, fue detenido y ahorcado por orden de los marines invasores.

Así de agresiva, criminal y falsa es la OTAN, con 12 miembros en 1949 y con 30 en 2020. Igual lo será con 32 en 2022 y peor con 33 si suma a Ucranazia. A esa máquina de matar, ocupar y robar se sumó Argentina bajo presidencia de Menem, en calidad de "Aliado especial extra OTAN" y ahora la Colombia de Iván Duque con la misma descalificación, un país con 7 bases militares estadounidenses.

Compárese esa realidad con lo que afirma su web: “la OTAN promueve valores democráticos y permite que los miembros se consulten y cooperen cuestiones relacionadas con la defensa y la seguridad para solventar problemas, fomentar la confianza y, a largo plazo, evitar conflictos”. Una mentira más. ¿Qué le hace una mancha más al tigre?




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