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Mostrando las entradas etiquetadas como EDUARDO PÉRSICO

Borges, aquel compadrito malogrado

Por Eduardo Pérsico    Jorge Luis Borges, el exponente más representativo de nuestra literatura, fue aquí poco reconocido hasta que desde Europa nos advirtieran sobre su calidad poética y narrativa. Sin afirmar que aguardar la valoración ajena sea tendencia exclusiva de los argentinos, se atribuye al crítico francés Roger Caillois impulsar el reconocimiento de Borges en Europa y también en nuestro país, el hecho repetiría lo de Carlos Gardel, un cantor popular más hasta que luego del éxito en Estados Unidos resultara una personalidad cultural de nosotros. Igualmente, tanto Jorge Luis Borges como Carlos Gardel son exponentes de esta comarca y si fueron publicitados lejos y luego descubiertos aquí en nuestro país, antecedieron lo sucedido con Julio Cortázar y Astor Piazzolla y de cualquier modo, todos valieron por ellos sin discusión autóctona, externa o provinciana. Según creemos, lo más interesante en Borges desde el punto de vista literario es que él ‘escribía como si estuviera esc

Cuento Africano

Por Eduardo Pérsico    Ni bien entró al aula del costoso colegio privado de Buenos Aires, el maestro de literatura leyó en el pizarrón: “ …y al sorprender de nuevo al mono grandote encima de Chita, su mona favorita, Tarzán desenfundó de entre sus ropas la nueve milímetros y al gorila ese le aujerió el balero”. El hombre con buena experiencia educativa preguntó quién había escrito eso y una adolescente, tan rebuena como todas esas de corta falda escocesa, le contestó. . - Eso lo escribió José Luis Borges cuando vivía antes de morirse en su novela Cuentos Africanos, profe- . Como el tipo ni pensó tirarse del cuarto piso para caer sobre un taxi y quedar tullido para el resto del viaje, dijo ‘ahora vuelvo’ y se fue a la dirección del instituto. - ¿Y eso que escribieron los chicos es tan equivocado? Mirá vos, yo no lo sabía. Pero si acá buscás todo perfecto, sonaste viejo. Y te digo más, aunque los padres nos traten de hijos de puta y todo lo demás, esto se arregla aumentado

Franki, por Sinatra

Cuento, por Eduardo Pérsico    La odontóloga Lucía bien le explicó la nueva situación a su inquilina Beatriz. ‘Es sencillo Bety, yo me instalaré con mi socio en la costa y vos sin trabajo podrías mudarte con mi vieja; se harían compañía, la cuidarías un poco y por la guita no tendrás problema’. Y Beatriz aceptó ahí mismo diciendo ‘con tu mamá nos apreciamos y con buena voluntad todo es posible’, y a otra cosa.  En las primeras semanas de vivir en la misma casa Ofelia y Beatriz buscaron ser amigas. Desde preguntarse qué comida o televisión preferían, al ‘me veo gorda’ de Ofelia; cuarenta y cinco, adoradora de Frank Sinatra’ y madre de Lucía a los veinte, y Beatriz siete años menor, dos veces separada que le respondiera ‘estás regia pero yo me ocuparé’. Además convinieron desde minucias al hábito de besarse en la mejilla porque sí.  Pasados unos meses Ofelia debía ir al cumpleaños de una amiga, Beatriz entonces le recortó el cabello y esperando que tomara el color le dijo ‘te daré u

Los valores de clase también suelen devaluarse

Por Eduardo Pérsico    El triunfo de la presidente fue espectacular. Cristina ya ganó en primera vuelta. A veces uno vive en un microclima que lo hace perder la visión del resto del país. (Hugo Biolcatti, presdiente de la Sociedad Rural). Le ganaremos a la presidente porque ella no tiene la cantidad de votos y la gente está podrida de esta forma de gobernar. (Francisco de Narváez, candidato a gobernador, tres días antes de la elección) Yo ahora coincido con el gobierno en muchas cosas, ( el mismo al otro día de perder por treinta puntos de diferencia). El resultado de las últimas elecciones en Argentina con el amplio margen a favor obtenido por los adherentes al gobierno actual, merece reponer cierto debate en nuestra sociedad sobre la actual concepción y pertenencia a una clase social. Algo que los sectores altos suelen estimar tanto en la vida cotidiana pero niegan cuando esa misma diferencia les trae cierto tufillo a ‘lucha de clases’; para ellos una herejía que no olvi

Una mirada

Cuento de Eduardo Pérsico    De nuevo aquel hombre fue y vino por el barrio sin hallar en su paisaje un solo recuerdo que recuerde o un rasgo convocador de su memoria. Y en esa última tarde del otoño bromeó que su caminata no detendría los planetas del espacio ni a los autos que apuraban la calle; ajenas realidades. Por ahí vivía Maritza que cargaba un apellido eslavo de varias consonantes, estudiaba astronomía y le brillarían algo más sus ojos claros al culminarse juntos. adheridos y siendo ‘más nosotros’. Los dos eran cercanos a los treinta años y convivían ese regocijo de ser un cuerpo sólo. Unidos en la cúspide y en el silencio de la ternura; y forzar hacia la memoria ese aliento a homenaje es idea improbable, se dijo el hombre que tras tantos años retornara a su origen tan cambiado. Tal vez el ayer es una sombra astuta, un recuento de sumergida lluvia o incierto fotograma que no lleva a destino. Y así ni es retornable el gesto de silencio con que Maritza le abriría la

Fuerte, abajo y lejos de Michel Foucault (cuento)

Por Eduardo Pérsico    Cualquiera que atajara la pelota que a Jorgito Chopin le sacudieron aquel sábado en San Isidro, no hablaría de otra cosa. Pero en el vestuario él solamente acarició sonriendo los guantes color rosa que protegían sus dedos de pianista y no dijo ni media palabra… . El partido contra esos locales de dientes apretados con gente siguiendo el juego en cuatro escalones de un costado, a los Once Corazones no los entretuvo. A pesar del bienhechor sol de octubre y tantas minas vistosas alrededor, - sin atender a los pibes que los insultaban- ellos como siempre salieron a jugar prolijo y sin revolear la pelota a cualquier parte. Y de inicio nomás chocaron con unos atletas con camisetas de rugby y pierna fuerte que protestaban todo, así que el plan de juego fue no discutir con nadie y bien protegidos atrás, el Nene y Cacho de punta ya tendrían su contragolpe. Pero el ambiente se iría calentando; jugadores, socios y familiares del San Isidro le reclamaban al referí un re

Una instancia donde la realidad retorna a ser la verdad

Por Eduardo Pérsico    … Y una puesta en hora de aquello sustancial de la humanidad pidiendo que comamos todos.                       Cualquier palabra gana, pierde, se envilece o jerarquiza según cómo y donde se pronuncie, en cuanto ese término ha sido el valor más integrador de la especie. De la manada en adelante incluyendo sus separaciones, luchas y postergaciones, la palabra enlaza lo reciente con lo ya adquirido por el individuo y si ese signo se malversa o traiciona el daño perjudica íntegramente al grupo o especie, y por lo mismo vale tanto desde qué Poder se dicen las ‘verdades. La historia íntegra es ya un ejemplo y no de casualidad el Napoleón Bonaparte por ahí advirtió que ‘un Idioma era un Dialecto con un ejército detrás’. Esa fuerza suficiente para construir el pensamiento colectivo es notoria: el uso del castellano entre nosotros en desmedro de las lenguas nativas resumiría con qué palabras y desde dónde el Poder logra malversar cada historia. Hoy mismo y cuando

Europa, los indignados y cierta actualización

Por Eduardo Pérsico  .. España anunció el 10 de junio 2011 el permiso a realizar despidos en empresas con dificultades que lo requieran, que en una sociedad aún pudiente puede acelerar el desequilibrio, … y la reducción del gasto público, igual que hoy en Grecia y hace años en Argentina golpeará primero al sector de más abajo.     Hoy y siempre, parecernos o ser idénticos es complejo: la globalización siglo veintiuno viene aliada con multimedios, Internet y computación y si esas herramientas las usamos sin verlas como ‘instrumentos del enemigo’ puede servir al interés de la comarca. Sin alejarnos, la crisis económica año 2011 en Europa es textual de la nuestra en el 2001, con el gentío en la calle reclamando a los gobernantes ‘que se vayan todos’, algo que hoy los europeos no suponen un antecedente para ellos. Al vivir en otro continente tal vez ignoren lo aprendido en América Latina con los feroces planes de ajuste, y por creer esa experiencia ‘ajena a nuestra identidad’

A mi gato le encanta Mozart

Por Eduardo Pérsico   Hoy me distraje ante mi gato y debí mirarlo con cierto decoro porque él es distante, discreto y sabe callar. En verdad le anduve alrededor y recordé a Lord Byron: "el gato posee belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, coraje sin ferocidad; todas las virtudes del hombre sin sus vicios". Una semblanza menos cínica que la de Ambrose Bierce: "Gato. Suave autómata indestructible preparado por la naturaleza para recibir patadas cuando las cosas van mal en el círculo doméstico". Al verlo se entiende que los gatos se vuelvan invisibles cuatro veces al día y cuando ellos quieren se exhiben con la guardia baja, empobrecidos de lluvia y madrugada. Al atenuar su exhibición todo gato se hace etéreo, inatacable, y su corazón late en una verdad lejana y superior. Ya debería saberse ese misterio... Mi gato se llama Fidel y revive al escuchar música en mi falda; sigilo al distenderse, sutileza ajena a la gravedad, reflejo de mi espejo, cuerpo impercep

Sainete con grotescos para modernizar América Latina

Por Eduardo Pérsico    Nunca sucedió en la Argentina que los grupos del constante privilegio no exigieran al gobierno, más aún si no les agradaba, más seguridad individual, no entrometerse con ninguna regla jurídica protectora de sus acciones, bienes o hacienda, y para limitar la injerencia del Estado contra la sagrada propiedad privada reclamar absoluta libertad de expresión, - que ellos jamás pierden- y una efectiva democracia en defensa de la salud republicana. Ese libreto es el clásico libreto con más lo ocasional que sirva al mismo efecto; y ese mecanismo o reflejo pavloviano de ese sector que históricamente condiciona y constriñe a los argentinos desde nuestro origen suelen mantener todavía ‘los apellidos más conocidos y más viejos de los segundones y aventureros españoles que vinieron a Amércia para salir de la miseria o huir de la ley’, escribió María Rosa Oliver que bien lo decía por venir venía de ellos. De esa clase que juntara fortunas haciendo el contrabando y la trata d

Argucias del olvido

Por Eduardo Pérsico   Creo que debiera pronunciar algunas cosas y al fin, decirlas en voz alta. Tras la ventanilla el sol renacido en primavera formateaba los árboles que tren a tren cambiaban su diseño. Era diario ese viaje cuando murió mi padre por golpear a mi madre, según tanto hiciera antes de separarse, y una tarde volvió para forzarla a compartir la cama. Esas cosas, y como nadie supo que yo retorné a mi casa de improviso, ni se dijo ‘cuestiones de familia’ o frases parecidas. El tiempo moja su perpetuo pincel y sin aviso repinta con su sal cada memoria. Si nuestra gran verdad son los recuerdos las horas desfiguran hasta el calor materno recibido; la máxima ternura que nos brindara el mundo. Jamás yo pensaría, un veinteañero, cruzarme con mi padre al irse de mi casa ajustando su ropa y detrás, más que verla suponer a mi madre cubriéndose la cara lloriqueando, a medio vestir y un pie descalzo, desmadejada. Y enseguida, - pasaron ya más de treinta años- aquel hombre, mi padre,

Paisaje de mi calle

Por Eduardo Pérsico Atardece. Mi vecino José Juan cruza por su nieto a la escuela de enfrente y luego vendrá a conversar unos minutos. Hoy con certeza me hablará del terremoto en Japón, del riesgo de una lluvia radioactiva más la guerra del petróleo y las fortunas inhumanas que acumulan futbolistas y famosos. Esas cosas. La luz se adelgaza en la tarde y desiste de obstinar su brillo. Quizá se repliegue sutil bajo el ocaso hasta volver el día sobre el mundo. Que no cambió es verdad y está en su sitio. Es muy sabia la luz, vale creerle que de medir el universo no justamente pero al menos en millones de tiempos imprecisos, esta esfera vagando el infinito no parece de mucha relevancia. Una porción modesta de universo que ni los más fanáticos en milagros y cielos aciertan en decirnos lo contrario. Es que acaso habitemos una brizna que el infinito ni percibe y el girar diminuto de este planeta nuestro, por miles de centurias no inquietó ni un segundo al gigantesco espacio. Y a pesar de

Algo sin nombre que palpita ahí abajo

Por Eduardo Pérsico   …y todas son movidas separadas, autónomas, sin doctrinas ni programas o actores estelares. Hermanados en el grito. Esa todavía incierta actitud pre revolucionaria en las rebeliones conjuntas del Mundo Arabe, es acaso una puesta en hora del reloj de la historia. Un asunto que no pocos entienden como una actualización muy tardía en tanto durante décadas esos países hoy involucrados soportaron opresiones, desmanes oprobiosos de las clases altas y un abuso incurable al derecho fundamental de las personas. La inusitada duración del poder gigantesco de dirigentes como el egipcio Hosni Mubarak o Anwar el Kadafi en Libia, perjudicaron tanto a lo más bajo del escalón social en sus países que suena canalla la cobertura mediática a esos autoritarismos cobijados por los intereses de países centrales. Que naturalmente y ayudados siempre por alguna corporación de ilusión religiosa, sometieron a sus pueblos a condiciones irreparables al menos en una generación. Y toda esa re

El compadrito Borges

Por  Eduardo Pérsico   (Del libro "Los que conocieron a Borges nos cuentan" Editorial Tres Haches, febrero del 2000). - ¿En qué posición ubica usted, Eduardo Pérsico, la vida y la obra de Borges en la literatura nacional? - Como una costumbre típicamente argentina, nosotros durante mucho tiempo ignoramos a Borges. Nos tuvieron que insistir con él desde Europa para que aquí lo empezaran a reconocer. Se le atribuye a Roger Caillois ser el descubridor de Borges, y algo parecido nos sucedió con Carlos Gardel, considerado por mucho tiempo como un simple cantor popular pero al fin resultó una personalidad cultural de los argentinos. Si debiera nombrar a dos valores fundamentales, - con nuestras contradicciones propias- diría que Jorge Luis Borges y Carlos Gardel son exponentes de nuestra comarca. No inventados en el exterior pero sí descubiertos desde allí, igual que sucediera con otros meritorios, Julio Cortázar y Astor Piazzolla. Es como si necesitáramos la aprobación exte




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