OPINIÓN de Emilio Cafassi, Argentina.- La opinión pública internacional está conmovida esta semana por el acceso al poder de la retórica xenófoba, sexista y violenta -aunque sincera- que porta Trump. Sin embargo es sólo el eslabón de una cadena ideológica internacional que comenzó en los años ´80 con el Frente Nacional de Le Pen en Francia, se despliega hoy con toda potencia también en el Reino Unido, en Austria y el norte de Europa, y en cada país -central o periférico- encuentra exponentes en diversa proporción. La estampida de refugiados de los países del oriente cercano y medio sometidos a barbaries vernáculas e imperios intervencionistas auxilia la tendencia. Apenas unos días atrás, en Argentina para no ir tan lejos, el presidente del -autodefinido progresista- bloque kirchnerista del Senado, Pichetto, culpó a la inmigración boliviana y peruana de la miseria y la inseguridad. Si bien el discurso de Clinton pulía exabruptos, no era precisamente pacificador, ni inclusivo. Menos aún