OPINIÓN de Emilio Cafassi. - No hace mucho, un amigo europeo relacionaba la corrupción en América Latina con el comercio internacional en una discusión informal. Le respondí que no descartaba que en ese rubro hubiera focos de corrupción. De hecho, en Argentina, hubo y posiblemente haya actualmente maniobras de evasión fiscal y especulativas por parte de los grandes grupos exportadores de commodities. En ocasiones el propio Estado estimula y consiente la evasión y el dolo. Sin embargo, le recomendé que dirigiera la mirada con mayor detenimiento hacia la obra pública y los diversos contratos celebrados con los Estados por parte de empresas privadas. Las prácticas corruptas requieren como mínimo de tres condiciones de existencia: el poder corruptor del capital, la venalidad de los funcionarios y la opacidad en la toma de decisiones. Casi inmediatamente después comenzaron a salir a la luz las confesiones de los más altos directivos de la empresa constructora multinacional Odebrecht (de ori