OPINIÓN de Julio C. Gambina.- Por estas horas todos hablan de la tormenta que asoló la Capital Federal, el Gran Buenos Aires, y especialmente a la ciudad de La Plata, con un saldo elevado de 50 muertes evitables y miles de afectados con secuelas aún no evaluadas, no solo económicas, sino humanas, de salud, e incluso culturales. Lo mejor provino de la solidaridad social. Lo peor de la imprevisión pública ante situaciones de catástrofes. Por muchas razones, entre otras el cambio climático, resulta recurrente que se presenten situaciones catastróficas, no solo en Argentina, sino en el mundo. Un imperativo de la época es analizar las consecuencias del cambio climático y prevenirlas y más aún, combatirlas. Eso nos lleva al modelo productivo hegemónico a escala mundial que degrada a la naturaleza, que la agrede en múltiples formas, con monocultivos, e industrialización acompañada de organismos genéticamente modificados, todo con el afán del crecimiento para satisfacer objetivos de lucr